La Cumbre de las Américas y el triunfo de Petro

1. La IX Cumbre de las Américas, celebrada entre los pasados días 6 a 10 de junio en Los Ángeles ha estado marcada por notables ausencias. Y no me refiero a la del ministro de Asuntos Exteriores Albares que suspendió su participación en el último momento, sino a la de muchos mandatarios latinoamericanos.

El anfitrión norteamericano no convocó a los presidentes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, sencillamente porque al tratarse de dictaduras no defienden los valores que deberían caracterizar a los participantes de estas cumbres. Como referencia, tampoco la Unión Europea admite la entrada de países no democráticos.

2. Esto no ha gustado a los presidentes populistas de Argentina, Méjico y otros. Alberto Fernández de Argentina, que sí asistió, criticó amargamente la ausencia de los pueblos de los tres países no invitados, como si los pueblos tuvieran mucho que decir en unas estructuras autocráticas donde se persigue al opositor, se le descalifica, se le mete en la cárcel o simplemente se le hace desaparecer. El presidente de Méjico, Andrés Manuel López Obrador, se negó a asistir y envió a su canciller. Aprovechó en sus declaraciones para jactarse de una buena relación con Trump (sic). Ninguno de los dos formuló la más leve crítica a estos regímenes despreciables.

A la cumbre no asistieron tampoco los presidentes de Bolivia, de Guatemala, de El Salvador, la nueva presidenta de Honduras, o el presidente de Uruguay, éste último afectado por la covid. Muchas de estas ausencias fueron para mostrar desagrado al anfitrión norteamericano.

Sí asistieron Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, y el nuevo y descorbatado presidente de Chile, Gabriel Boric, que al parecer hicieron buenas migas. El nuevo presidente chileno viajó con una gran delegación empresarial y exhortó a los países participantes a actuar con una sola voz en la política mundial.

3. Biden, en su discurso inicial, insistió en la necesidad de regular la inmigración ilegal y en la defensa de la libertad y la democracia. Al presidente le preocupa la amenaza de nuevas oleadas de inmigrantes centroamericanos que aspiran a entrar en los Estados Unidos y que actualmente se encuentran retenidas en Méjico. Y resulta muy difícil articular una política migratoria a mitad de camino entre el rechazo total y la admisión sin límites de todo el que quiera entrar.

Es curioso que cuando la mayor parte de los discursos de los dirigentes latinoamericanos formulan críticas hacia los Estados Unidos (alineándose o apoyando a las dictaduras), sus ciudadanos votan con los pies, huyendo de la pobreza para buscar una nueva vida al norte de Río Grande.

4. O también derramándose por toda América del Sur, como los millones de venezolanos que se han visto obligados a huir de su país, por persecución política, y/o por la escasez de perspectivas económicas. Ecuador, (que ha recibido medio millón), acaba de aprobar una legislación para legalizar la situación de estos venezolanos. Chile ha recibido casi un millón (preguntado Boric sobre el tema, se limitó a decir que su gobierno está estudiando el tema).

5. Habiendo ganado Gustavo Petro el pasado día 19 de junio las elecciones en Colombia, los Estados Unidos han perdido uno de los países más próximos a su política en el hemisferio. Con las elecciones en Brasil el próximo mes de octubre, las posibilidades del actual presidente Bolsonaro de salir reelegido parecen muy escasas y Lula da Silva, del Partido del Trabajo, que ya fue presidente en dos mandatos, podrá, con casi total seguridad, regresar a la presidencia de Brasil. En ese relativo alineamiento con los EE.UU. ya sólo quedarán Ecuador, Uruguay y acaso Paraguay.

6. Estos triunfos de la izquierda populista han ido debilitando cada vez más las instituciones democráticas en el hemisferio latinoamericano. Los presidentes suelen controlar el poder judicial y las cámaras legislativas. Los políticos del Grupo de Puebla, sucesor o acompañante del Foro de Sao Paulo, aspiran a mantenerse en el poder de forma indefinida, y para eso hay que hacerse con los medios de comunicación, la Fiscalía, el Defensor del Pueblo, la Contraloría (o Tribunal de Cuentas) y la Comisión Electoral. Si hiciéramos una radiografía de muchos de estos regímenes supuestamente democráticos podríamos comprobar hasta qué punto el poder controla todas estas instituciones.

7. Mientras China avanza en el hemisferio con fuertes inversiones, queda ya poco de la Doctrina Monroe («América para los americanos» ), acaso sólo el rencor producido por los excesos de las intervenciones yanquis durante el siglo XX a lo largo y ancho del Nuevo Mundo. Parece que los EE.UU. han renunciado a liderar el hemisferio. Avanzan los regímenes de izquierda populista indigenistas que se presentan como igualitarios, revolucionarios y progresistas, pero son incapaces de generar riqueza y recurren a viejas fórmulas ya fracasadas. La victoria reciente de Petro es por eso una muy mala noticia. Esta tendencia, hoy por hoy, es muy preocupante, aunque existan voces discordantes como la del agudo diputado argentino Javier Milei o la del Nobel hispano-peruano Mario Vargas Llosa, grandes adalides de la libertad y de la democracia liberal, y contra la corrupción y las castas políticas tradicionales.

Gonzalo Ortiz es embajador de España.

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