La defensa de la diplomacia en los tribunales

Las revelaciones recientes del ex contratista de los servicios de inteligencia de los Estados Unidos, Edward Snowden, indican entre otras cosas que la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense colocó dispositivos de vigilancia en la misión de la Unión Europea en Washington, DC. Para muchos europeos, entre los que me incluyo, resulta difícil entender por qué en el debate sobre Snowden en los Estados Unidos se dedica tan poca atención a averiguar si sus acusaciones son ciertas y, si lo son, qué significan para el derecho internacional y la diplomacia y seguridad nacional estadounidense.

Los Estados Unidos deben responder a las acusaciones – que se hicieron por primera vez en un informe publicado por la revista alemana Der Spiegel – y explicar debidamente sus acciones. Si no lo hacen, la UE debería denunciar a los Estados Unidos ante los tribunales.

La Convención de Viena de 1961, ratificada por los Estados Unidos, codifica el derecho internacional aplicable a la diplomacia y las misiones diplomáticas. Los propios Estados Unidos recurrieron a la Convención en el caso que presentaron contra Irán en 1980 ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya, un año después de que estudiantes y otros grupos iraníes, con la bendición evidente del régimen revolucionario, atacaran la embajada estadounidense en Terán y secuestraran a los diplomáticos.

Según el artículo 22 de la Convención, “los locales de [una] misión] diplomática] son inviolables” y un “Estado receptor no [podrá] penetrar en ellos sin consentimiento del jefe de la misión.” En efecto, “El Estado receptor tiene la obligación especial de adoptar todas las medidas adecuadas para proteger los locales de la misión contra toda intrusión.” Igualmente, el artículo 24 estipula que los “archivos y documentos de la misión son inviolables” y el artículo 27 protege de manera similar la correspondencia de la misión.

Dicho de otro modo, un Estado receptor que entre en una misión extranjera sin consentimiento (que no se dio mientras yo fui embajador de la UE en Washington, DC, de 2004 a 2009), o que penetre ilegalmente en sus sistemas de cómputo, estaría violando flagrantemente la Convención.

Al responder a las acusaciones de Snowden, personalidades de los Estados Unidos, como el ex director de la CIA y la NSA, Michael Hayden, no mencionaron en ningún momento las obligaciones que le corresponden a su país según el derecho internacional, su interés de proteger la diplomacia o siquiera la injusticia y mala fe de espiar a socios con los que supuestamente está negociando de manera transparente. Hayden tampoco señaló ninguna preocupación de seguridad nacional que pudiera justificar el espionaje contra la UE (no hay ninguna). En cambio, trató de descalificar toda la cuestión haciendo alusiones vagas a los procesos de recopilación de inteligencia de algunos Estados miembros de la UE.

No obstante, lo que se dice que ocurrió no es que los Estados Unidos estuvieran respondiendo de manera recíproca a supuestas actividades ilegales de otros Estados. Fueron actividades hostiles e ilegales dirigidas por los Estados Unidos contra la misma UE. La UE no tiene ni la capacidad ni la autoridad para llevar a cabo una vigilancia de las misiones estadounidenses en Europa, y no lo hace. Hayden lo sabe perfectamente.

Hasta ahora, las autoridades estadounidenses se han centrado en llevar a Snowden a su país para juzgarlo por espionaje. No obstante, conviene a los intereses nacionales de los Estados Unidos garantizar que se respete la Convención de Viena –sin condiciones y rutinariamente- a fin de garantizar la seguridad y la inviolabilidad de sus propias misiones en el extranjero.

Para la UE, cuyos miembros irónicamente han apoyado en algunos casos a los Estados Unidos en sus esfuerzos por repatriar a Snowden, a pesar de ser víctimas de las supuestas violaciones del derecho internacional que ha cometido ese país, están en juego valores fundamentales. La idea fundacional de la UE era que las relaciones entre los Estados solo podían regirse con reglas, no con fuerza bruta.

En efecto, la UE sigue existiendo precisamente porque sus miembros respetan los tratados. Si se elimina el respeto al derecho internacional, la UE dejaría de existir, casi de la noche a la mañana. No hay ninguna otra fuerza que la mantenga unida.

Por estas razones, y a la luz de los términos específicos de la Convención de Viena, creo que la UE no puede simplemente olvidar la cuestión y esperar que pase la tormenta mediática sobre las acusaciones de Snowden. Debe defender el derecho internacional.

Una forma en que la UE podría actuar sería someter la controversia a un arbitraje independiente, de modo que no afecte las relaciones cotidianas con los Estados Unidos, que son cruciales para la recuperación económica en ambos lados del Atlántico. Este enfoque se ha adoptado para abordar otras cuestiones – por ejemplo, las controversias comerciales bilaterales, en las que los casos se envían a la Organización Mundial del Comercio para que no interfieran en otros asuntos entre la UE y los Estados Unidos.

La UE – o los Estados miembros que actúen en su nombre – deberían considerar, por lo tanto, seguir el ejemplo que dieron los propios Estados Unidos en 1980. Esto supone que pueda obtener de Snowden o Der Spiegel, por ejemplo, suficientes evidencias documentales sobre las acusaciones. Adoptar la vía jurídica despolitizaría la cuestión a corto plazo y daría tiempo para que se relajaran las tensiones.

Si los miembros de la UE creen que denunciar a los Estados Unidos ante un tribunal es demasiado agresivo, tienen la opción menos dura de solicitar a las Naciones Unidas que pida una opinión consultiva a la CIJ sobre la compatibilidad de las supuestas actividades de la NSA con la Convención de Viena. En cualquier caso, la cuestión no puede quedarse así.

La tecnología de vigilancia ha avanzado mucho desde 1961, cuando se adoptó la Convención. Un nuevo fallo de la CIJ en este caso sería útil. Reestablecería y modernizaría la normas de conducta que tanto los Estados Unidos como Europa desearían que todos los países –en particular las potencias emergentes como China- respetaran en el futuro.

El Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, entiende –quizá mejor que ninguno de sus predecesores- la importancia del derecho internacional, por lo que desea que países como China adopten plenamente sus disposiciones. Por ese motivo, debería ver con buenos ojos una reafirmación sólida de los principios de la Convención de Viena.

John Bruton was Taoiseach (Prime Minister) of Ireland (1994-1997) and former EU Ambassador to the US. Traducción de Kena Nequiz.

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