La defensa nacional en red

A principios de agosto se aprobó la Directiva de Defensa Nacional y la primera idea que se advierte es que la necesidad de la Defensa está presente en la España de 2012 pese a que una parte de la sociedad española no lo perciba así por la ausencia de conflictos directos en nuestro país durante los últimos años. El punto de partida siempre ha de ser la evidente realidad.

Aceptar la realidad es el primer paso hacia el éxito. Negar la evidencia el primer peldaño hacia el fracaso. La primera realidad que hay que aceptar es que el entorno en el que se mueve España cambió. La consecuencia inmediata de esa percepción es tratar de identificar cuáles fueron los factores que propiciaron el cambio y, sobre todo, los actores que los presentaron en escena y les dieron sentido y magnitud. El qué, dónde, cuándo, quién, para qué… cuantas más respuestas se puedan dar mejor será la imagen de la realidad y la respuesta que se quiera propiciar.

El cambio, ya sea en el ámbito nacional como en el internacional está en muchos sitios. El peso político de las naciones varió al cambiar el interés por una u otra parte de la geografía del globo. La economía cambió sus intereses para, en igual medida, castigar la especulación y apoyarse en ella para arruinar sistemas y Estados. Las relaciones internacionales se contrajeron para abandonar los grandes acuerdos múltiples y buscar la solución a los problemas en el entorno inmediato. La estabilidad social se vio afectada por acontecimientos que un día pudieron ser lejanos pero que la globalización trajo hasta la puerta de nuestra casa.

Otra realidad que hoy hay que aceptar es que ya no estamos en un escenario previsible, sino ante una situación absolutamente nueva. Fuese por la esencia del propio cambio o por la velocidad con se produjo, este dejó de ser “tendencial” para convertirse en “rupturista”. La tendencia nos hubiera mantenido, en cierto modo, en el pasado. La ruptura nos proyecta al futuro de forma súbita e imprevisible, adjetivos que forman parte de la definición de “crisis”.

Una vez que se acepta la realidad, la siguiente cuestión sería reconocer los elementos esenciales del cambio y tratar de controlarlos. En lo que afecta a la Seguridad, y en particular a la Defensa, los factores más significativos del cambio tienen que ver con la geografía, las relaciones internacionales y la economía.

La confrontación estable de la guerra fría, que propició una defensa colectiva apoyada en las fronteras terrestres en el centro de Europa, se ha mutado en la inestabilidad de una Primavera Árabe en países del norte de África. Esta situación ha obligado a las naciones del sur de Europa y a vecinos de la otra ribera a fortalecer sus propios dispositivos de Seguridad y Defensa; establecer una nueva forma de relaciones internacionales basadas en los vínculos bilaterales de quienes tienen una misma percepción de la realidad y mirar más allá de la geografía inmediata. Y ello en medio de un escenario económico que obliga a la contención y que, desde luego, no propicia la aventura.

Pero a estos cambios estratégicos hay que añadir otro más sutil y más imperceptible. Me refiero al método con el que se afrontan los problemas derivados de la nueva situación estratégica.

La pauta en el pasado se basaba en una secuencia de hitos que nacía con el análisis de los factores, la definición de las posibilidades, la comparación de las opciones, la determinación de aquella que se percibía como más aceptable y el planeamiento detallado de cómo llevarla a cabo. Con pocas variaciones, este método universal de resolución de problemas era comparable a una cadena cuya fortaleza estaba condicionada por la de su eslabón más débil. Cualquier fallo o mala estimación en uno de los pasos hacía que la cadena se rompiese y la solución adoptada resultase inútil. El hecho de que para dar un paso fuera necesario completar el anterior, dilataba en el tiempo cualquier solución.

En la actualidad, el método ha cambiado radicalmente como consecuencia del “trabajo en red”. Hoy los estados de opinión dejaron de imponerse de arriba hacia abajo para generarse por la comunicación entre iguales. De este estado de opinión afloran los problemas de la sociedad, mientras que las soluciones llegan por el análisis simultáneo de los factores, superpuesto con las opciones de solución y las valoraciones multidisciplinares de múltiples actores. La secuencia de hitos en el tiempo y el peso de las estimaciones por la influencia de los actores que las realizaban se han roto. Hoy, la red hace que las soluciones lleguen por varías vías, desde distintos orígenes y de forma cuasi simultánea a la definición de los problemas. Esta realidad obliga a replantear procesos de planeamiento cíclicos, lentamente realimentados, y con soluciones dirigidas desde arriba para adoptar otros basados en formas de acción simultáneas, de reacción inmediata y con soluciones que nacen habitualmente desde abajo. Los actores han dejado de estar encadenados para estar enredados. Se dispone de más libertad de acción, pero también se sufre una mayor influencia externa.

Esta nueva situación obliga a aceptar el nuevo liderazgo que es capaz de dar una clara definición a los problemas, de trabajar en equipo para aunar las soluciones que fluyen simultáneamente de todas partes y con la facilidad de comunicación que proyecte por las mismas vías la solución. No reconocer esta evidencia sí que es seguir encadenado al pasado.

Javier Pery Paredes es almirante de la Armada Española y director del Gabinete Técnico del ministro de Defensa.

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