La derecha valiente

Vivimos tiempos convulsos en el mundo de la política, en los que algunos partidos redefinen sus estrategias buscando un mayor acercamiento a los posibles votantes. Parece como si asistiéramos al crepúsculo de las ideologías, convertidas en banderas de mera conveniencia, al servicio de la última encuesta de opinión, o de la más reciente tendencia en las redes sociales.

En un panorama político tan cambiante como interesado, donde del socialismo solo queda el nombre, el centrismo es una marca codiciada, y los extremismos se disfrazan de cualquier otra cosa, es bueno pararse a reflexionar sobre lo que es realmente cada partido, no lo que aparenta ser, o lo que otros dicen que parece ser. Comparar, en definitiva, realidad con ficción, y hechos con presunciones, para dibujar una imagen fiel y llegar a su ADN. Creo que es un ejercicio recomendable para fortalecer desde la crítica constructiva el sistema tradicional de partidos como garante de los derechos y libertades, si queremos evitar la preponderancia de ese nuevo «partido» dominado por una ideología mutante, influenciable y tremendamente lábil, que reduce los problemas y sus soluciones a los escasos caracteres que conforman un tuit, y que bien pudiéramos denominar el «tuiterismo».

La derecha valientePermítanme que inicie el análisis por mi propio partido, el Partido Popular, que conozco bien porque llevo militando en él nada más y nada menos que 27 años. Desde esta trayectoria política, creo tener sólidos argumentos para responder a dos preguntas: ¿Qué es el Partido Popular de 2019 y cuál es su esencia? A diferencia de las ideologías cambiantes que nos rodean, nosotros somos, sin ninguna duda, un partido de certezas y de convicciones. Un partido que hace lo que dice, y dice lo que hace.

El Partido Popular es la derecha valiente, que siempre está ahí para trabajar por España y por los españoles. La derecha valiente que sacó a nuestro país de la crisis económica, aunque para ello tuviera que tomar medidas positivas y necesarias para el interés general, sin atender a intereses partidistas. La derecha valiente que afrontó con firmeza un golpe de Estado, no dudando en destituir al presidente y al Gobierno que estaban detrás de él, y que habían traicionado a Cataluña y al resto de España. La derecha valiente profundamente europeísta, que, por ello, defiende a España en Europa y a Europa en España. La derecha valiente que aporta estabilidad y trabaja por solucionar los problemas de los ciudadanos con moderación y realismo, sabiendo que tenemos que gobernar para todos, sin exclusiones, sin sectarismos, y sin soflamas populistas.

Somos, sí, hoy más que nunca, la derecha valiente que siempre ha defendido la Constitución, la libertad, la democracia, la unidad nacional y los símbolos que la representan. Por eso nos sentimos orgullosos de ser compañeros de Gregorio Ordóñez, de Miguel Ángel Blanco, y de tantos y tantos valientes a quienes mató la cobardía del terrorismo por defender estos ideales. Una derecha valiente que se ve reforzada hoy con el liderazgo de Pablo Casado como presidente nacional, que es un auténtico revulsivo que aporta renovación, fuerza y talento político a nuestro partido.

Porque Pablo Casado es un político de ideas claras y sin complejos para defenderlas con firmeza y con solvencia, que viene a liderar un proyecto que, sin duda, es el mejor para España. Frente a las certezas y la valentía del Partido Popular, configurado hoy como el auténtico gran partido de centro derecha, contemplamos a nuestro alrededor un panorama político desolador y preocupante para el sistema democrático. Ahí está el Partido Socialista, del que ya hemos olvidado el gran partido de Estado que fue en otras épocas.

Un partido secuestrado por la ambición personal de Pedro Sánchez, que no ha dudado en vender su alma política a los separatistas, herederos de Batasuna y radicales de todo tipo, con tal de seguir un minuto más en Moncloa, aunque sea a costa de hacernos convivir con un golpe de Estado latente en Cataluña. Y, lo peor de todo, Pedro Sánchez ha olvidado ya el compromiso adquirido ante el Parlamento y ante todos los españoles de acceder al gobierno mediante una moción de censura, para convocar elecciones de inmediato. La mentira es de tal magnitud, y tantos los engañados, que si la hubiera manifestado ante un tribunal de Justicia, hubiera incurrido en perjurio.

Por eso, cada día que Pedro Sánchez gobierna a costa de hacer intolerables concesiones a sus socios para correr un tupido velo sobre tamaña falsedad, ridiculiza a España y nos avergüenza a todos los españoles. Y qué decir de Podemos, el partido del que reniegan hasta ellos mismos, al punto de concurrir a las elecciones disfrazados de otros nombres. Léase el «Adelante Andalucía» de Teresa Rodríguez, o el «Más Madrid» de Manuela Carmena.

No es extraño, porque aquí, en Madrid, Podemos ha dado la muestra más palpable de su incompetencia, de su sectarismo y de su clientelismo, que, por primera vez en la historia, han hecho que la capital sea un lastre para el crecimiento y el empleo en el conjunto de la región. Por lo que se refiere al espacio político de centro derecha, han surgido partidos, desde Ciudadanos hasta Vox, que pretenden diferenciarse y marcar un espacio propio a base de pretender dar lecciones al Partido Popular.

Pero nadie nos va a dar lecciones de centrismo a quienes hemos gobernado España durante 15 años desde la coherencia, materializando el legado de moderación y de sentido de Estado de la transición española que lideró el presidente Suárez, cuyo hijo milita hoy en nuestras filas. Nadie va a dar lecciones de defensa de la Constitución a quienes estamos convencidos de que la Carta Magna fue un gran pacto, que sólo resultó posible con altura de miras y sentido de Estado, haciendo de la tolerancia y el espíritu de reconciliación los pilares sobre los que construir un futuro esperanzador para España.

Y nadie, por supuesto, va a dar lecciones de patriotismo al partido cuyos militantes han teñido con su sangre la bandera de España, que llevamos en nuestro corazón. Tampoco puede, nadie, darnos lecciones en el ámbito de la gestión a nivel regional, porque la Comunidad de Madrid es, sin duda, el paradigma del buen hacer de las políticas del Partido Popular, que han hecho de ella una tierra de libertad y de solidaridad con el resto de España.

Una tierra donde se crea empleo y se disfruta de los mejores servicios públicos esenciales, ya sea educación, sanidad, transportes o protección social; y donde se apoya a la familia con medidas concretas. Políticas que han hecho posible que en la Comunidad de Madrid avancemos en la igualdad de oportunidades, creando casi 400.000 empleos, al tiempo que lideramos el crecimiento económico y la competitividad regional.

Todo ello, con los impuestos más bajos de España, que vamos a seguir reduciendo en el año que acaba de comenzar. Políticas traducidas en hechos, y no simples palabras o promesas huecas. Lo hacemos en Madrid, lo hemos hecho en España, y estoy seguro de que volveremos a hacerlo.

Esta es la realidad del Partido Popular, de la derecha valiente de Pablo Casado, que va a ser capaz de devolver la estabilidad, la seguridad y la confianza que necesitamos para construir entre todos un futuro mejor. Unidos, siempre, por España.

Ángel Garrido es presidente de la Comunidad de Madrid.

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