La desaparición del PDECat

Unos días antes de la declaración de independencia algunos líderes del PDECat, como la coordinadora general Marta Pascal o su presidente Artur Mas, además de Santi Vila, habían empezado a expresar dudas respecto de la conveniencia de seguir por la vía unilateral y de dar continuidad al resultado del 1 de octubre. Esta posibilidad de un cambio de estrategia quedó abortado en el momento en que Carles Puigdemont descartó la convocatoria de elecciones y optó por la declaración de independencia que se materializó el 27 de octubre. Desde entonces el PDECat está prácticamente desaparecido.

El partido esperaba que Puigdemont acudiese a la ejecutiva que se celebró el lunes 29 de octubre y casi se enteró por la prensa de que el presidente destituido, acompañado de algunos exconsellers, se encontraba en Bruselas y no tenía intenciones de volver. Descartada la reedición de Junts pel Sí y la confección de una candidatura más amplia, el PDECat, por medio de su Consell Nacional y saltándose todos los procedimientos internos previstos en sus estatutos tan arduamente discutidos en el proceso participativo bautizado como Torn Obert y en el congreso fundacional, dio plenos poderes a Puigdemont, quien sorpresivamente había anunciado su predisposición a ser candidato, para configurar unas listas que ya no serían del partido sino del presidente.

Ninguno de los principales dirigentes surgidos del congreso fundacional del PDECat va en las listas y las figuras partidistas de mayor peso son los cargos gubernamentales encarcelados o en Bruselas y algunos cargos locales. Una circunstancia bastante atípica teniendo en cuenta que todos los partidos en España se caracterizan por presentar a las elecciones a sus máximos cargos orgánicos con la excepción del PNV que tiene un rígido sistema de incompatibilidades, un sistema que el PDECat ha querido emular con no pocas dificultades.

Pero tampoco el PDECat parece estar muy implicado en la campaña. La directora de la misma, Elsa Atardi, que ya renunció a su cargo en la dirección como consecuencia de sistema de incompatibilidades, se ha dado de baja del partido y el resto del miembros del equipo son los estrechos colaboradores de Puigdemont. El único miembro del partido en la dirección de la campaña es Albert Batet, alcalde de Valls y aunque el dircom del PDeCat, Toni Aira, también contribuye a la misma lo hace en una posición subordinada al todavía dircom del Govern, Jaume Clotet. Ni siquiera el cuartel de campaña está en la sede del partido. La única contribución del PDECat a la candidatura de Junts per Catalunya es a través de su coalición con CDC, que no ha desaparecido, y gracias a la cual la lista del presidente destitudido podrá gozar de la subvención anticipada de los gastos electorales y de espacios de propaganda gratuitos en los medios de comunicación públicos.

Esta remarcable ausencia del partido en las listas y en la dirección de la campaña que permite afirmar casi que no se presenta a las elecciones tiene dos posibles explicaciones. La primera es que ante los más que previsibles malos resultados del PDECat que le auguran todas las encuestas prefiere parapetarse detrás de Puigdemont, reivindicar su figura como presidente en el exilio y liderar la oposición al 155, y más ahora que Oriol Junqueras parece haberlo acatado para salir de la prisión y poder participar en la campaña. La preeminencia de su figura es tal que el eslogan de campaña es Puigdemont, el nostre President en un cartel en el que aparece en solitario o acompañado del número 2 de la lista el exdirigente de la ANC ahora en prisión, Jordi Sànchez. Ni rastro del partido. Y si como detectan los últimos sondeos ello permite reducir la distancia que le separa de ERC al menos se salvan los muebles.

La segunda explicación tiene que ver con la posibilidad de que el PDECat esté pensando más en el pos-21D que en el 21-D y que ante una legislatura incierta y quizá muy corta en la que, llegado el caso, se evidencie el fracaso del soberanismo, prefiere reservarse como partido y salvaguardar a sus dirigentes para la gestión del posprocés. Sobre todo con la vista puesta en la preparación de unas elecciones municipales que están a la vuelta de la esquina y en las que se dirimirá la implantación  territorial del partido y su control de las instituciones municipales que, como es sabido, son una notable fuente de incentivos selectivos. Así pues, si la lista del president és un éxito, al PDECat ya le va bien. Y si le va mal, pues también. Un win-win en toda regla.

Astrid Barrio, profesora de Ciencia Política (UV) y analista de Agenda Pública.

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