La deuda de Occidente con Ucrania

Tal vez Ucrania no figura en tantos titulares como un año atrás, pero la crisis está lejos de haber terminado. El último acuerdo de cese del fuego –logrado en Minsk en febrero– limitó, aunque no detuvo, la agresión militar rusa. Por otra parte, si bien el programa de estabilización que Ucrania acordó con el Fondo Monetario Internacional el mes pasado es superior al acuerdo del año anterior –este incluye más financiamiento del FMI y un plan de reforma económica más creíble por parte del gobierno–, será insuficiente para recuperar la economía del país. Lo que Ucrania verdaderamente necesita es escapar del antiguo régimen soviético y, para ello, la ayuda de Occidente.

Ucrania nunca se las arregló para recuperar su estado después del colapso de la Unión Soviética. El lugar de ello, las antiguas élites soviéticas retuvieron el poder –y la mayor parte de la riqueza del país– con prácticas corruptas que se consolidaron en sus sistemas económico y político. Reformar ambos será un gran desafío, pero en los últimos tiempos los líderes ucranianos se han comprometido a ello.

Desde febrero del año pasado, cuando el parlamento votó para echar al entonces presidente Víktor Yanukóvic con una mayoría superior a los dos tercios, Ucrania ha llevado a cabo nuevas elecciones en ambas instituciones. Cientos de funcionarios de alto grado fueron reemplazados por jóvenes profesionales educados en Occidente y el gobierno está trabajando a ritmo febril para implementar reformas profundas e integrales (entre ellas, una nueva ley de compras y contrataciones públicas y un paquete de legislación anticorrupción). Se suprimieron docenas de agencias de inspección superfluas, lo que redujo significativamente la carga regulatoria. El mes pasado, el presidente Petró Poroshenko echó al gobernador de la región de Dnipropetrovsk, el magnate multimillonario Igor Kolomoisky.

Más recientemente, las autoridades han estado trabajando para reformar el sector energético, un nodo de corrupción. El 1 abril se cuadruplicó el precio del gas para consumo residencial y se lo llevó al 50 % de su valor de mercado; simultáneamente se otorgaron compensaciones a los pobres. Y el parlamento ha aprobado una ley que armoniza los estándares energéticos con los de la Unión Europea, delineando claramente el rol del estado y abriendo el mercado del gas a los inversores.

Pero Ucrania aún tiene mucho por hacer. La buena noticia es que el público entiende y apoya en gran medida los esfuerzos del gobierno para implementar las reformas. La mala noticia es que Ucrania aún enfrenta amenazas desestabilizadoras considerables, como una renovada ofensiva militar rusa.

Un ataque ruso a, por ejemplo, Mariúpol, el segundo mayor puerto ucraniano en el Este (que representa aproximadamente un tercio de las exportaciones del país), devastaría a una economía que ya se está viniendo abajo. Si bien varios factores –incluidas las sanciones occidentales, la falta del apoyo público a la guerra en Ucrania y el rápido deterioro de la economía rusa– debieran desalentar una acción de ese tipo por parte del Kremlin, es posible que eso no sea suficiente. Después de todo, los líderes rusos han demostrado ser impredecibles.

Incluso sin mayores agresiones por parte de Rusia, las tribulaciones económicas ucranianas podrían impedir mayores avances en la reforma. La economía se contrajo el 6,8 % interanual en 2014 y la producción cayó el 15 % en cada uno de los últimos dos trimestres. Además, a fines de febrero y con el país escaso en reservas, la moneda ucraniana –la grivna– perdió la mitad de su valor; como resultado, la inflación anualizada se disparó al 45 % en marzo. El colapso financiero total solo pudo evitarse cuando el FMI adelantó un desembolso que duplicó las reservas ucranianas y las llevó a 9 900 millones de USD; para finales del mes, el tipo de cambio se había recuperado relativamente.

Sin embargo, el financiamiento internacional que ha recibido Ucrania, aunque invalorable, continúa resultando insuficiente para permitir una recuperación y una reforma genuinas. El último programa de rescate prevé financiamiento por aproximadamente 40 000 millones de USD durante los próximos cuatro años, de los cuales aproximadamente la mitad provendrán del FMI. Esto significa que, este año, Ucrania solo recibirá 10 000 millones, que no son suficientes para permitir al país reponer sus reservas y pagar los servicios de su deuda.

De hecho, considerando las grandes deudas de Ucrania por sus emisiones de bonos –muchas de las cuales vencerán en los próximos dos años– existe una brecha en el financiamiento de 15 300 millones de USD en el paquete de rescate, que el FMI y el gobierno ucraniano esperan cerrar con una reestructuración de la deuda, pero incluso si tienen éxito, Ucrania necesitará más financiamiento del que está recibiendo

También necesitará más apoyo estratégico. La abrumadora oposición de los políticos europeos a proporcionar armamento defensivo a Ucrania es difícil de entender. Los líderes europeos afirman que desean evitar que Rusia tenga motivos para intensificar su guerra contra Ucrania. Pero eso ya está ocurriendo y la lucha de Ucrania contra Rusia es, después de todo, una defensa de los valores centrales europeos y, de hecho, de la propia Europa. La bandera de la UE ha cubierto los ataúdes de los ucranianos muertos en esa lucha.

Los líderes europeos sostienen que su política respecto de Ucrania debe centrarse en apoyar su recuperación económica, Pero también en este caso las acciones de Europa son insuficientes: su oferta de créditos este año es de unos míseros 1 800 millones de EUR (1 900 millones de USD), cuando sería más apropiado proporcionar 10 000 millones. Si Estados Unidos aportara (al menos) la mitad de lo que contribuye Europa, la crisis financiera ucraniana podría ser finalmente contenida.

El 28 de abril, el gobierno ucraniano celebrará una conferencia de donantes en Kiev. En un momento en que los líderes del país y su pueblo están más comprometidos que nunca para combatir la corrupción, construir una economía generadora de bienestar y convertirse en una democracia liberal normal, Europa debiera mostrarse ansiosa por brindar su apoyo. Es hora de que los políticos occidentales recuerden sus ideales... y los defiendan.

Anders Åslund is a senior fellow at the Peterson Institute for International Economics in Washington, DC, and the author of Ukraine: What Went Wrong and How to Fix It. Traducción al español por Leopoldo Gurman.

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