La diáspora libanesa en África Occidental

Por Irune Aguirrezabal Quijera (EL CORREO DIGITAL, 19/07/06):

Hayet Saabé', la vida es dura, dicen los libaneses que viven en Dakar, una comunidad que desde 1920 no ha dejado de emigrar a esta tierra africana, cuando aún estaba colonizada por los franceses. Dice la leyenda que los primeros emigrantes libaneses no pretendieron instalarse en África Occidental pero los barcos antes de partir hacia las Américas hicieron escala en Saint Louis, ciudad de la que parten hoy los cayucos hacia Canarias, y creyendo que habían llegado a su destino, se quedaron.

Es cierto que hasta los años 80 algunos países, como Senegal, no eran lo que son hoy. El proceso tan agonizante como frustrante de degradación de ciudades como Dakar, entonces modelo de progreso en África subsahariana, hoy degradada por la suciedad, hedores, ruido y gentío en las calles absolutamente abarrotadas de vendedores ambulantes, no ha parado de aumentar desde que la colonia dejó de serlo y se convirtió en un país independiente en 1960. No obstante, la comunidad libanesa sigue instalada en África Occidental, sobre todo en Costa de Marfil, Senegal y Nigeria. Actualmente, con el cambio de régimen de Mauritania, en pleno proceso de transición política desde que se produjera el golpe de Estado de agosto de 2005, cada vez son más los libaneses que abren sus comercios y restaurantes en Nouakchott. Al fin y al cabo, se trata de fenicios, un pueblo dedicado al comercio a lo largo de los siglos. Están acostumbrados a emigrar allá donde existan posibilidades de generar riqueza y, por supuesto, de hacer dinero.

Cuando acaba de celebrarse la Conferencia de Rabat con motivo de la emigración de África Occidental hacia Europa, ¿qué sentido tiene hoy para la comunidad libanesa quedarse en África Occidental? ¿No son precisamente los subsaharianos de Senegal, Gabón, Cabo Verde o Nigeria los que se lanzan a 'El Dorado' de Europa por tierra, mar y aire, aun a costa de que sus cayucos mal pertrechados sean tragados por el mar? ¿No es precisamente África el continente que alberga los veinte países más pobres del mundo? Los libaneses, sin embargo, emigraron aquí a principios de siglo y lo siguieron haciendo durante la guerra. Finalizada ésta, el país recuperaba su 'glamour'y sus infraestructuras y hoteles de lujo animaban a miles de turistas a conocerlo. ¿Por qué la diáspora no regresaba al Líbano?

Desde hace apenas seis días, la comunidad libanesa de Dakar no habla de otra cosa: el conflicto entre Israel y el Líbano. A estas horas aquel Líbano glamouroso ya es pasado. El aeropuerto cerrado, todas las infraestructuras destruidas. Decenas de civiles inocentes, mujeres y niños han encontrado la muerte en un mes de julio infernal. Primero fue el sur del Líbano, luego Beirut, ahora la frontera con Siria, pueblos enteros bombardeados. Pegados a la radio, a la televisión, al teléfono móvil, los libaneses de Dakar siguen las noticias sobre el Líbano como pueden. Quien más, quien menos tiene un primo, un hermano, el padre viudo o la mujer, en su tierra de origen, el Líbano. Son muchos los ancianos que tras jubilarse dejan África y regresan allí a descansar.

Mientras, las fotos de un Beirut soleado, de las montañas nevadas, del mar, cuelgan de todos los restaurantes, tipo 'fast food', regentados por libaneses. Se sientan, se comen su 'chawarma' y escuchan música libanesa exactamente como si fueran libaneses del Líbano, con una diferencia, son mayoría los libaneses del Senegal que ya nacieron en tierra senegalesa, que poseen nacionalidad senegalesa y que ni escriben ni hablan árabe, sino un pupurrí de lenguas formado por la mezcla del dialecto libanés, el francés y el' wolof' (lengua nacional del Senegal junto al francés). Pese a ello, la comunidad libanesa no forma parte de la comunidad política del Senegal. En realidad, la sociedad libanesa y la senegalesa conviven, se respetan, pero no se mezclan. Uno de los signos que pone de manifiesto tal falta de integración está en el hecho de que apenas existen matrimonios mixtos. Al contrario, la mujer libanesa que se atreva a mantener relaciones con un hombre senegalés será con toda probabilidad repudiada por su familia. Las malas lenguas dicen que los hombres libaneses sí frecuentan mujeres senegalesas, pero esa es otra historia, 'comme d'habitude'.

'Hayet Saabé', la vida es dura. Al igual que la comunidad de expatriados en Senegal, los libaneses protestan por todas las deficiencias que aquejan a una ciudad que lo tiene todo para ser una capital hermosa y casi paradisíaca, con una 'corniche' envidiable, pero que no cesa de perder su encanto a golpe de contaminaciones múltiples.

El conflicto del Líbano ha frustrado las vacaciones de muchos. Los sueños y las esperanzas de todos. Como cada verano, muchos volvían a su tierra. Una tierra que no les vió nacer ni crecer pero que les aporta algo tan esencial como es la identidad. Quizás, el conflicto brutal que ha vuelto a cernirse sobre el Líbano, de impredecible duración, gravedad y consecuencias, sirva para que muchos se reafirmen en que, al fin y al cabo, en Senegal se vive en paz; una paz que sus primos, amigos, hermanos libaneses, los del Líbano de verdad, no acaban de encontrar. Una vez más, si había esperanzas de regresar al Líbano, la cruda realidad se ha impuesto. Mientras, los teléfonos no cesan de sonar, comunicación con amigos y familiares de Francia, Costa de Marfil, Argentina, Brasil. No es casualidad que haya muchos más libaneses en la diáspora libanesa, casi seis millones, que habitantes del precioso país de Oriente Medio, tres millones de libaneses y otros dos millones de palestinos y sirios.

Hoy, la comunidad libanesa de Dakar, normalmente alegre, tranquila, ajena a la política, amante de la fiesta, coqueta, está sumida en la tristeza y frustración. Su país ha sido destruido ante la vergonzosa pasividad de la comunidad internacional. Desgraciadamente, ni Israel ni el Líbano son Estados parte de la Corte Penal Internacional, pese a la flagrante comisión de crímenes de guerra. El derecho y la justicia internacionales, el diálogo de civilizaciones, suenan a conceptos abstractos frente a la realidad, la injusticia y la impunidad. Este verano no irán al Líbano. La diáspora libanesa llora por su país. Para un emigrante libanés, aunque sea irónico, 'Hayet Helwe', la vida es bella en Senegal.