La difícil situación de las escuelas públicas africanas

La difícil situación de las escuelas públicas africanas
Chris Jackson/Getty Images for Sentebale

La pandemia de la COVID-19 dejó al descubierto las enormes desigualdades sistémicas entre los sistemas educativos de todo el mundo en términos de acceso y oportunidades. El cierre de escuelas y el paso a la educación a distancia tuvieron un fuerte impacto sobre cientos de millones de estudiantes, pero fueron las escuelas públicas africanas con insuficiente financiamiento las que más sufrieron. La necesidad agudiza el ingenio, es cierto, pero no se puede innovar y avanzar sin suficientes recursos e infraestructura.

Lesoto, un pequeño país con ingresos medio-bajos del sur de África, es un claro ejemplo. Según un informe reciente de las Naciones Unidas, allí solo el 83 % de los niños pudieron volver a la escuela desde que se reiniciaron las clases presenciales. En un país como Lesoto, donde casi el 40 % de la población tiene menos de 18 años y apenas 4 de cada 10 niños se inscriben en la escuela secundaria, esto representa una crisis en toda regla que amenaza con revertir décadas de avances educativos y en el acceso a la educación de calidad.

Entre abril y agosto de 2020, Human Rights Watch hizo 57 entrevistas remotas a padres, alumnos, docentes y funcionarios públicos en toda África sobre los efectos de la pandemia en la educación. Cuando al principio de la pandemia cerraron las escuelas, muchos niños de hecho dejaron de aprender. Una gran cantidad de ellos señalaron que sentían estrés, ansiedad, aislamiento y depresión por la falta de contacto con sus amigos y los maestros en la escuela. Algunos niños que viven en extrema pobreza no solo perdieron el acceso a las oportunidades educativas, también se quedaron sin las comidas gratuitas de la escuela, lo que les causó desnutrición. La educación de las niñas también sufrió contratiempos significativos y muchas de ellas debieron dedicarse a las tareas del hogar en vez de a aprender.

Pero quienes asistían a las escuelas públicas fueron quienes más sufrieron, ya que la pandemia exacerbó las disparidades existentes entre la educación pública y privada en el continente. Un maestro de una escuela primaria pública rural comentó a Human Rights Watch que su escuela no tenía computadoras y que los maestros carecían de las habilidades informáticas necesarias para enseñar eficazmente en forma remota. La administradora del laboratorio de la escuela privada, por el contrario, dijo que todos sus alumnos usaban servicios digitales como Google Classroom incluso antes de la pandemia. Si bien tanto los alumnos como los maestros de su escuela enfrentaron diversas dificultades relacionadas con el aprendizaje a distancia, todos se las ingeniaron para mantenerse al día con las tareas escolares. Su escuela, agregó, incluso desarrolló una plataforma de aprendizaje personalizada que les permitió a los docentes interactuar con los alumnos y tomar exámenes en línea.

La transición al aprendizaje remoto fue difícil tanto para los hogares pobres como para los más acomodados, incluso los padres hábiles con la tecnología sienten que el aprendizaje remoto no es eficaz. La mayoría de los padres creen en la importancia de la interacción física entre alumnos y docentes, esperan la devolución de los maestros a través de las correcciones de las tareas para evaluar el avance de sus hijos, y asisten a las reuniones escolares para conocer a los maestros en persona. Pero mientras que los alumnos más ricos estaban familiarizados con la tecnología porque tenían computadoras y teléfonos móviles en casa y acceso a laboratorios informáticos e Internet de alta velocidad en la escuela, los de las familias más pobres en escuelas rurales públicas carecían de las habilidades técnicas básicas.

El elevado costo de los datos móviles es una de las principales barreras para el aprendizaje remoto en África. Cuando cerraron las escuelas, muchos de los niños sin computadoras en casa dependían de los teléfonos móviles de sus padres para asistir a clase, pero algunos de ellos se negaron debido al elevado costo de los datos y las restricciones de almacenamiento. Otros no podían darse el lujo de comprar un teléfono inteligente. Pero incluso a los padres más pudientes cuyos hijos asisten a escuelas privadas les resultó difícil lidiar con el aumento en la transferencia de datos, ya que la pandemia también afectó sus ingresos.

Además, la falta de acceso confiable a Internet hizo que la educación sincrónica fuera extremadamente difícil, si no imposible. A menudo los problemas técnicos afectaban el aprendizaje y los maestros tuvieron dificultades para garantizar que los alumnos mantuvieran la atención y entendieran los materiales.

El altísimo costo de los datos es un problema en todo el continente, que afecta negativamente al aprendizaje en África. Para solucionarlo, los gobiernos deben obligar a los proveedores de telefonía móvil a reducir los precios y ofrecer planes de datos con descuento a los alumnos y docentes. Una alternativa sería que los gobiernos otorguen subsidios a las empresas dispuestas a brindar planes de datos y dispositivos gratuitos a los alumnos y sus padres.

El aprendizaje remoto se convirtió en una parte integral de la educación y los servicios de videoconferencia como Zoom probablemente haya llegado para quedarse, independientemente de las crisis de salud pública. Desarrollar sistemas de gestión del aprendizaje que permitan a los maestros dar lecciones de manera eficaz, involucrar a los alumnos durante las actividades educativas y brindar herramientas accesibles para evaluar sus avances es fundamental. Los maestros deben además aumentar sus habilidades en el uso de estas nuevas plataformas.

Para cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas para la educación (ODS4), que procura «garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos», los gobiernos africanos deben solucionar las desigualdades educativas exacerbadas por la pandemia; pero antes los responsables de las políticas deben proporcionar los recursos necesarios para crear entornos educativos seguros y equitativos para todos los estudiantes, independientemente de que asistan escuelas privadas o públicas.

Palesa Libe, a co-founder of the NGO Green Tech, is an Africa Code Week trainer and ambassador in Lesotho, a translator for the Southern Sotho locale at the PhET Interactive Simulations project at the University of Colorado Boulder, and a Young African Leaders Initiative alumnus.

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