La disyuntiva de Sanders: ceder ante Biden o declarar la guerra al Partido Demócrata

Las primarias Demócratas terminaron en el momento en el que el ex vicepresidente Joe Biden ganó casi todos los Estados en juego en el Supermartes. Pero si aquello no dejó las cosas lo suficientemente claras para el senador Bernie Sanders, los resultados del 10 de marzo deberían haberlo hecho.

Sin embargo, aquí estamos, con otro martes de primarias en Florida, Illinois, Ohio y Arizona, Estados que se inclinan hacia Biden, según todas las encuestas. Si esto transcurre como parece cantado, habrá que colocar la corona de ganador sobre la cabeza de Biden. Ahora bien, éste podría ser también el momento en el que Sanders declare la guerra total al Partido Demócrata.

Hay muchas pruebas de que Sanders no tiene intención de dar marcha atrás. Ciertamente no lo hizo en su carrera por la nominación contra Hillary Clinton en 2016. De hecho, si bien existe una ligera variación en los Estados, en este mismo punto Clinton tenía en 2016 un 24% más de delegados comprometidos (los elegidos por los votantes) que Sanders. En este momento, Biden tiene aproximadamente un 17% más que Sanders.

Pero más que números e historia, las propias palabras de Sanders nos dicen cuáles son sus intenciones. Comencemos con el discurso que pronunció la semana pasada después de un cúmulo de desastrosos resultados el 10 de marzo. En lugar de hacer el discurso de abandono que muchos demócratas esperaban, habló sobre cómo "encuesta tras encuesta, incluidas las encuestas de salida, muestran que una gran mayoría del pueblo estadounidense apoya nuestra agenda progresista".

También argumentó que su campaña está ganando un debate generacional, en el sentido de que los votantes jóvenes le apoyan en gran medida a él y no a Joe Biden, y aconsejó al "establishment Demócrata" que tome nota de eso. Si bien reconoció que está perdiendo el debate sobre la electability (elegibilidad), aseguró que su campaña "ganó el debate ideológico", y adelantó una serie de preguntas que le haría a Biden en el debate del domingo.

Antes de plantear el debate en sí mismo, es importante tener en cuenta la importancia de las quejas de Sanders contra el "establishment demócrata". Aquí es donde, en parte, se parece a Trump, pues siendo un outsider es alguien que ha podido participar en las primarias, y ello es posible porque los partidos estadounidenses son excepcionalmente abiertos.

Antes de postularse en 2016, Sanders siempre se había presentado al Congreso como "independiente", lo que significa que no concurría realmente por un partido, sino que votaba con los demócratas. Eso pudo hacerlo en Vermont, porque allí se ha construido una sólida reputación a lo largo de los años y todos le conocen. Pero en 2016 consideró que podía competir como independiente poniendo el énfasis en determinados problemas. Y creyó que, como Demócrata, podría tener una oportunidad real de aspirar a la Casa Blanca.

Sin embargo, si bien Sanders se postuló para el trabajo más importante en el Partido Demócrata -ser su candidato a la campaña presidencial-, una gran parte de sus campañas, tanto la de 2016 como ahora en 2020, las ha centrado en criticar al llamado "establishment del partido". Sus afirmaciones de que el partido fue injusto con él durante las primarias, insinuando incluso que el partido se inclinó por Clinton, tuvo un notable efecto entre sus partidarios.

Cuando celebró una reunión con los suyos en la Convención Demócrata de 2016, sus partidarios le abuchearon al pedirles que apoyaran a Hillary Clinton, que entonces era la candidata. La última vez, con mucho en juego, partidarios de Bernie votaron por Jill Stein, la candidata del Partido Verde, o simplemente se quedaron en casa. Muchos se preguntan en el partido qué harán los votantes de Sanders esta vez, ahora que sabemos lo que cuatro años de Trump han hecho a Estados Unidos y al mundo.

Sanders tampoco dio ninguna señal de querer renunciar en el primer cara a cara del domingo. Si bien comenzó criticando la respuesta de Trump a la pandemia del coronavirus, rápidamente se dedicó a marcar sus diferencias políticas con Sanders, lo que, está claro, es la razón de ser de estos debates.

Demostrando que no tenía ninguna intención de limitar el daño que podía causarle, llegó a preguntar a Biden si había pedido desde el Senado recortes en la seguridad social, el Medicare y los programas de veteranos, y cuando Biden negó haber hecho tal cosa, pidió a los telespectadores: "Id a la web ahora mismo, id a YouTube ahora mismo".

Ambos chocaron en relación a la atención sanitaria, la bancarrota, el rescate bancario de 2008 y muchos más temas. Un miembro del Comité Nacional Demócrata me dijo bajo condición de anonimato que "ayer todo lo que [Sanders] hizo fue dificultar la unificación de nuestro partido".

Existe el argumento de que si Sanders se mantiene en la carrera un poco más, sus seguidores podrán convencerse de que su derrota no se debe a una conspiración del Partido Demócrata. Quizás. Pero dado el clima actual, con tibia respuesta de Trump al coronavirus y la economía en decadencia, los votantes tienen cero interés en una lucha prolongada dentro del partido.

Sin embargo, es muy posible que después de perder cuatro Estados más, Sanders siga adelante. Si lo hace, no solo declarará efectivamente la guerra al Partido Demócrata, sino que también se revelará como un hombre que, más allá de enfrentarse a su formación, lo hace también contra su país.

Alana Moceri es experta en relaciones internacionales, escritora y profesora de la Universidad Europea de Madrid.

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