La doble moral de Occidente

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas prorrogará hoy una vez más por seis meses su misión en el Sáhara (conocida como Minurso), establecida en abril de 1991.
Han transcurrido 31 años desde que España arrió su bandera en El Aaiún, y 16 desde que se estableció la misión, hoy bajo el liderazgo del británico Julien Harston y el mando militar del general chino Zhao Jinguin. Unos acuerdos coloniales entre Francia, Inglaterra y España de comienzos del siglo XX, una mala delimitación de fronteras que dividía en dos a un pueblo sin ellas --pero con misma etnia y cultura--, un proceso no madurado de descolonización de Naciones Unidas en los años 60, marcaron la base de partida inicial del problema. Una vergonzante salida de España, en 1975, presionada por los 350.000 marroquís que participaron en la Marcha Verde; una incierta transición política interna, y una clara posición de Estados Unidos en favor de sus intereses han llevado hasta la situación de hoy.

Tras 15 años de guerra entre Marruecos y el Frente Polisario, Minurso sirve por lo menos para enfriar la tensa situación, que mantiene arrinconados en los campos de Tinduf a miles de saharauis, mientras Rabat espera pacientemente su momento, no demasiado atento a las recomendaciones de Nueva York ni a la Sentencia del Tribunal Internacional de la Haya que declaró en 1975 que "no existía vínculo de soberanía territorial entre Marruecos y el Sáhara".

Siempre apoyado por Estados Unidos, Marruecos gana tiempo. La misma representación del secretario general --James Baker, antiguo secretario de Estado, considerado por muchos como un petrolero nato-- fue significativa en los primeros años de la Minurso.

Pero hay otra cara de la moneda sobre la que debemos reflexionar. Cuando España salió del territorio dejó una importantísima plataforma oceánica, frente a las islas Canarias, con riqueza no solo pesquera, sino también en el subsuelo marino, más 27 zonas perfectamente marcadas y selladas en todo el territorio, que los que andábamos por allá llamábamos petrolitos, con indicios de existencia de crudo y gas.

Además, entregá- bamos una planta de explotación de fosfatos a cielo abierto, con una cinta transportadora hacia el mar que permitía un más que rentable ritmo de explotación, y que nos convirtió en el sexto productor mundial de fosfatos y en competidores directos de las explotaciones marroquís. En mi opinión, el apoyo de los norteamericanos a la Marcha Verde, la propia ayuda en material militar a Marruecos e incluso la designación de un norteamericano --Baker-- como representante especial del secretario general de Naciones Unidas marcaban claramente una interesada dirección estratégica.

A partir de aquí, ya podemos imaginar los escenarios: las operadoras multinacionales se llama- rán Kerr-McGee, Cosmos Energy, Total, Island Oil, RMB Resources, GB Oil and Gas, Ventures, Yara... Capitales norteamericanos, noruegos, suecos, irlandeses, surafricanos, sau- dís... muchos, coincidentes con los mismos países que apoyan al sufrido pueblo saharaui arrinconado en Tinduf mediante donaciones, préstamos, alimentos e infraestructuras básicas.

Ante la presión ejercida por Naciones Unidas y por sectores importantes de sus propias sociedades, las grandes compañías subcontratan a otras más pequeñas y desconocidas para que lleven a cabo los trabajos de exploración y explotación.

La advertencia que hizo la ONU en el 2002 y las constantes protestas del representante de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) en Nueva York, Ahmed Boukhari, no sirven para nada. Esas empresas trabajan en Bucraa, trabajan offshore (de una forma inaccesible fiscalmente) en el mar de Bojador, se trabaja en la amplia cuenca de Zag, se trabaja en Smara.

La renovación del mandato de Minurso por seis meses más tendrá un coste aproximado de 46 millones de dólares. No conocemos todavía el preceptivo informe de Julien Harston, pero me temo que todo debe de seguir igual.

Marruecos, que en marzo del año 2006 anunció la elaboración de un proyecto de autonomía, va realizando aproximaciones a la zona sin prisa, consciente de que el Frente Polisario ha perdido su capacidad militar para oponerse y de que el tiempo juega a su favor.

Occidente organizará peregrinaciones a los campamentos de refugiados de Tinduf y traerá niños saharauis a sus colonias de verano. Pero ese mismo Occidente, altamente preocupado por el alza del precio del barril de petróleo, demandará nuevas fuentes de energía que equilibren la oferta y la demanda, que, en resumen, rebajen lo que nos cuesta llenar el depósito del coche.

¿No estaremos utilizando una doble moral?

Luis Alejandre, General.