La dura realidad que el Gobierno no asume

Quiero comenzar expresando mi condolencia a la familia del cabo Cristo Ancor Cabello, fallecido en acto de servicio, y mi admiración y apoyo a nuestras tropas destacadas en Afganistán. Esta indeseable muerte no ha hecho más que evidenciar la realidad que existe en Afganistán: nuestras tropas se enfrentan a una guerra abierta; no están destinadas en misión humanitaria. Se encuentran en una auténtica misión de combate. Los datos son indiscutibles, a las desgraciadas bajas de nuestros militares hay que añadir que nuestro destacamento ha causado más de 200 bajas mortales entre los talibán y han tenido que repeler infinidad de ataques

Apreciar la situación actual, considerar la realidad sin lastres ideológicos y estimar, sin tapujos, la coyuntura en Afganistán será el primer paso para garantizar, con mayor solvencia, la seguridad de nuestras tropas. Para lograrlo hay matices que se deben aclarar.

El Gobierno dice que no puede cambiar las Reglas de Enfrentamiento (ROEs), definidas por la ISAF para los 41 países que forman la coalición internacional afgana. Pero lo que no dice es que tiene la posibilidad de cambiar las caveats, normas que cada país impone a sus tropas, en forma de restricciones y limitaciones, para adaptar las ROEs. En el caso de las Fuerzas españolas, éstas están orientadas a un uso de la fuerza exclusivo para la legítima defensa; es decir, no se pueden realizar acciones ofensivas, no se puede atacar de noche, no se puede actuar fuera de la zona de despliegue, etcétera. En cambio, los diferentes países que conforman la misión han ido adaptando estas restricciones a las nuevas situaciones.

En todo conflicto bélico, es elemental entender quién es y cómo actúa el enemigo, para después analizar qué nos hace vulnerables frente a ellos. Quienes atacan a nuestros compatriotas son los talibán. Para ellos, las fuerzas extranjeras son un objetivo prioritario. Y, pese a ello, como decía, hemos renunciado voluntariamente al uso fundamental de nuestra iniciativa, la que nos daría la libertad de acción necesaria para prever, de forma más eficaz, nuestras situaciones de vulnerabilidad y riesgo. No podemos mantener a nuestros soldados expuestos por la pasividad de unas limitaciones impuestas por el Gobierno, en medio de una misión cada vez más beligerante.

En otro orden de cosas, la falta de adecuación de los medios con que cuentan nuestras tropas, lo obsoleto de los vehículos y su escasa protección frente a los ataques, la falta de celeridad en la incorporación de los nuevos blindados, la carencia en la adecuación del equipamiento de los soldados al lugar de la misión... todo incide en que el riesgo para la misión se incremente día a día. En muchas de las acciones de hostigamiento que reciben nuestras tropas tienen que intervenir medios de fuego y de combate de otros países, que perciben, cada vez con mayor claridad, a lo que nos enfrentamos y los recursos materiales y humanos que esto implica necesariamente.

Por ello, es necesario que el Gobierno acepte, sin más dilación, que en Afganistán nos encontramos ante una guerra. Consecuentemente, es de vital importancia tomar las medidas pertinentes y adecuadas para mitigar esta situación. Debe hacerlo por la seguridad y el bien de nuestro contingente, para evitar el mayor número de bajas posible y por la consecución definitiva de la misión de la ISAF.

Ovidio Sánchez Díaz, portavoz de Defensa del Grupo Popular en el Senado.