La elección de Joe Biden ayudaría a que regrese la democracia a Venezuela

Todo venezolano, sin importar en qué país del mundo estemos, tenemos el mismo deseo: que Venezuela recupere inmediatamente su estabilidad.

Para ello, la oposición democrática venezolana y el gobierno del presidente interino, Juan Guaidó, ha contado con el apoyo de las autoridades estadounidenses, así como de la gran mayoría de gobiernos democráticos en nuestra región.

Al ser un tema de naturaleza bipartidista podemos reconocer que, en líneas generales, el gobierno actual estadounidense, bajo el mando del presidente Donald Trump, ha asumido posturas muy contundentes contra la dictadura que encabeza Nicolás Maduro. Sin embargo, como venezolano-estadounidense, encuentro que esas políticas no han sido ni suficientes ni efectivas: Maduro sigue en el poder y la dictadura sigue oprimiendo a su pueblo.

Por eso estoy convencido que Joe Biden es la mejor opción para ser presidente de Estados Unidos y para garantizar el cambio político en Venezuela.

Biden siempre ha sido firme al señalar a Nicolás Maduro como lo que es, calificándolo como tirano y dictador en varias entrevistas y declaraciones públicas. Desde sus tiempos como vicepresidente de Estados Unidos, bajo el mandato de Barack Obama, Biden nunca ha dejado de alertar al mundo sobre la alarmante situación que se vive en Venezuela y condenando directamente a Maduro como el responsable.

Constantemente ha demostrado su compromiso por lograr una transición hacia la democracia y sancionar a aquellos miembros del régimen de Maduro que han violado los derechos humanos: en marzo de 2015, bajo el mandato de Obama, se dictaron las primeras sanciones contra siete altos miembros del gobierno de Maduro, que incluía a miembros de las Fuerzas Armadas, al director de la Policía Nacional Bolivariana y la fiscal encargada de perseguir judicialmente a importantes miembros de la oposición, como María Corina Machado, Antonio Ledezma y Leopoldo López.

Biden también ha sido muy claro en cuanto a cómo va a continuar su agenda en apoyo al pueblo venezolano de ser electo presidente. En primer lugar —y en contraste con el gobierno actual— ha ratificado la necesidad de otorgarle un Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) a los venezolanos que han huido de Venezuela y actualmente residen en territorio estadounidense.

Mientras el gobierno actual califica a los latinos de violadores y narcotraficantes, el vicepresidente Biden entiende que nosotros pertenecemos a la sociedad estadounidense y tiene como prioridad resolver la situación migratoria de quienes se fueron de sus hogares por la crisis política, económica y social en Venezuela.

En segundo lugar, se ha comprometido a asegurar que los miembros del régimen y sus familias no puedan vivir, estudiar, comprar u ocultar sus activos en Estados Unidos, a la par de liderar a la comunidad internacional en ir tras cada centavo malversado por el régimen y devolverlo al pueblo venezolano; seguirá sancionando a las personas responsables de las violaciones de derechos humanos, corrupción y tráfico de drogas, y seguirá presionando a otros países para que hagan lo mismo. Joe Biden tiene una amplia experiencia en política exterior, demostrada durante sus más de 20 años como senador y miembro de la Comisión de Política Exterior, y en su rol como vicepresidente.

Si resulta electo como presidente, Biden debe mantener las sanciones contra aquellos individuos que han cometido violaciones de derechos humanos y que han participado en el narcotráfico. Pero al mismo tiempo, debe construir las condiciones para que se genere una fractura interna en la dictadura y se transite hacia una transición democrática. Esto se lograría a través de continuar aumentando la presión contra aquellos que mantienen a un país en ruinas, mientras se dejan vías abiertas para comunicarse con aquellos que quieran retirar su apoyo del régimen. La muy conocida estrategia de carrot and the stick, la zanahoria y el palo. Esto debe culminar necesariamente en un proceso electoral, con todas las condiciones necesarias para que sea el pueblo venezolano el que defina el futuro del país.

Durante la pandemia actual, ha quedado más evidente que nunca la falta de liderazgo de Donald Trump para superar esta crisis. Negó por mucho tiempo la gravedad del virus y fracasó preparando a Estados Unidos para la pandemia. Su gobierno —a través de sus políticas de aislamiento internacional— ha debilitado enormemente las relaciones con las democracias occidentales ante el sello autoritario de países como Rusia y China.

El presidente Trump disminuyó las relaciones con los aliados en Europa y la Organización del Tratado del Atlántico Norte; se retiró del Acuerdo de París, negando la existencia del calentamiento global; y constantemente coquetea con regímenes autoritarios como el de Recep Erdoğan en Turquia, Kim Jong-un en Corea del Norte y Rodrigo Duterte en Filipinas, entre otros. Decisiones como la de retirar el financiamiento a la Organización Mundial de la Salud sólo seguirá debilitando internacionalmente a Estados Unidos y aumentará la influencia de China en esta organización.

El mundo globalizado se debate hoy entre el autoritarismo y la democracia. Es nuestro deber luchar por esta última dondequiera que estemos. Seguir eligiendo a líderes que no creen en la democracia y utilizan sus instituciones para atentar contra ella, empodera aún más a regímenes como el cubano y el venezolano, sumergiendo sus poblaciones en el sufrimiento y la pobreza. Trump representa hoy el menoscabo de las libertades civiles, Biden es la reivindicación de la democracia occidental.

Diego Scharifker es dirigente político venezolano y fundador de Venezolanos con Biden.

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