La elección del centro educativo

La libertad de elección de centro educativo permite que las familias expresen sus preferencias, de manera que se produce un mejor ajuste entre la demanda de las familias y la oferta de proyectos educativos. El resultado es una pluralidad de propuestas pedagógicas en donde escoger. Una diversidad que se refuerza con la mayor autonomía de los centros educativos combinada con la rendición de cuentas a través de la realización de pruebas externas y estandarizadas y que permiten a las familias ver cuál es la evolución de sus hijos y, llegados el caso, poder optar por otros centros.

Más allá de los posicionamientos ideológicos, propios del populismo, la evidencia empírica muestra que no hay una sola metodología educativa que sea la panacea y que permita que los niños sean felices y lo aprendan todo, a pesar de lo que reclaman algunas voces de nuestros políticos. Lo óptimo es combinar diversas pedagogías, que van desde las más modernas, que sitúan al alumno en el centro del proceso enseñanza-aprendizaje, a las más tradicionales, basadas en la lección magistral.

En cambio, sí se ha comprobado en todos los países donde se ha medido, que la libertad de elección de los padres, la diversidad de proyectos pedagógicos, la pluralidad de idearios, que las familias expresen sus preferencias o la autonomía de los centros educativos son objetivos relacionados que se refuerzan entre sí y que redundan en un mayor bienestar de las familias y en mejores resultados académicos. De hecho, algunos de estos estudios, han demostrado la positiva relación simbiótica entre los centros concertados y públicos, que se complementan y se benefician mutuamente.

Así, un reciente artículo de los investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) Ridley y Terrier, muestra que la expansión de los centros concertados tiene un efecto positivo en el rendimiento académico tanto en matemáticas como en lengua de los estudiantes de los centros públicos. En concreto, un incremento de los alumnos en centros concertados del 5% aumentaría el rendimiento académico de los alumnos de los centros públicos en un 3% y un 2% en matemáticas y lengua, respectivamente. Este efecto proviene de la estimulación que ejerce una red sobre la otra con los proyectos de innovación educativa.

Otras investigaciones de Estados Unidos han aprovechado los sorteos que se producen en los centros educativos que tienen más demanda que plazas disponibles. En esas circunstancias se realiza un sorteo entre las familias que tienen la misma puntuación (y por tanto contextos similares) para determinar los alumnos que pueden matricularse en el centro. Se puede determinar el efecto educativo de un centro comparando los resultados académicos de los alumnos que de forma aleatoria han podido entrar con los que teniendo también voluntad de matricularse en la misma escuela han quedado fuera. Los estudios que han analizado estos sorteos han encontrado generalmente efectos positivos de los programas de libre elección de centro en el rendimiento de los estudiantes.

La existencia de centros concertados es particularmente efectiva en barrios desfavorecidos, con aumentos sensibles en el aprendizaje después de sólo dos años. Los alumnos que asisten a los centros educativos de primera elección de sus familias tienen una mayor motivación, faltan menos a la escuela y dedican más esfuerzo personal al estudio, lo que redunda en un mejor aprendizaje.

La libertad de elección mejora también de forma significativa las habilidades no-cognitivas como la perseverancia, la resiliencia o la capacidad de posponer recompensas que se traduce en efectos positivos y significativos a largo plazo en los niveles educativos alcanzados y en un mayor éxito en el mercado de trabajo, con mayores ingresos laborales futuros al ocupar puestos de mayor responsabilidad.

Estos datos no sólo se refieren a países lejanos y exóticos. El análisis que yo mismo realicé hace unos años con los profesores Sainz y Doncel sobre el efecto de las escuelas concertadas en la Comunidad de Madrid arroja resultados similares y me convenció de estos efectos positivos de la libertad de elección. Esto sucede en todas ellas, no sólo en las católicas que, aunque siguen siendo mayoría, están dando paso a otro perfil de centros concertados laicos, muchos de ellos cooperativas de docentes, con innovadoras propuestas educativas y donde, curiosamente, se han formado algunos de los líderes de los grupos políticos que tanto tiempo dedican a criticar este tipo de formación.

Es cierto que algunos de los procesos de admisión pueden mejorarse, y sé por experiencia que, con mayor o menor éxito, esto se está intentando para garantizar una mayor equidad en el acceso. También hay que mejorar la transparencia de algunos de estos centros. Como he dicho antes, ningún modelo es perfecto, pero la crítica ideológica que hemos visto estos días creo que sólo tiene un objetivo, que no es nuevo y que hemos visto, desgraciadamente, en acción en nuestro propio país. Este objetivo es reducir la libertad de las familias, aumentar el papel del Estado, establecer un pensamiento único y poner en práctica lo que Abraham Lincoln puso en palabras hace algo más de un siglo y medio: «La filosofía del aula escolar en una generación será la filosofía del gobierno en la próxima».

Ismael Sanz es profesor titular de Economía. Fue director del Instituto Nacional de Evaluación Educativa.

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