La emergencia digital de Europa

La presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ofreció una evaluación optimista en su primer informe anual de políticas (el discurso del “estado de la unión”) ante el Parlamento Europeo este mes. Claramente, el acuerdo este verano sobre un fondo de recuperación sin precedentes de 750.000 millones de euros (879.000 millones de dólares) y un paquete de renovación le ha dado a la Unión Europea una nueva sensación de fuerza.

Pero no es éste un momento para la complacencia. Si bien Europa puede enorgullecerse de liderar al mundo hacia una neutralidad de carbono y una “recuperación verde”, los casos de COVID-19 en el continente vuelven a dispararse y la región sigue corriendo un serio riesgo de quedar rezagada en la carrera tecnológica global.

En términos de una economía más amplia, hoy se habla de una recuperación “en forma de K” en la que algunos sectores caen marcadamente mientras que otros prosperan, muchas veces porque aprovechan las oportunidades creadas por la propia crisis. La UE tiene todos los motivos para preocuparse de que su economía tenga más sectores en la primera categoría que en la segunda, que invariablemente se centra en la tecnología de la información y las comunicaciones (TIC).

La pandemia ha acelerado la transición digital. China, por su parte, ha incrementado sus esfuerzos por alcanzar un predominio tecnológico en inteligencia artificial (IA) y otros sectores clave del futuro. Y empresas como Zoom han pasado de ser no-entidades a nombres familiares en el transcurso de apenas unos meses. ExxonMobil, que alguna vez fue la compañía más valuada en Estados Unidos, hoy ni siquiera figura entre las principales 30, al haber sido superada por empresas como Netflix. A pesar de una corrección reciente, la capitalización de mercado combinada de los gigantes tecnológicos de Estados Unidos hoy supera a la de todas las compañías listadas en Europa.

Pero aún si las vidas cotidianas de cientos de millones de personas durante la pandemia han estado mediadas por productos y servicios de empresas tecnológicas norteamericanas, Estados Unidos tampoco puede darse el lujo de la complacencia. Gigantes chinos como Huawei y TikTok están ampliando su participación de mercado global día tras día. Según Eric Schmidt, ex presidente ejecutivo de Google y Alphabet y presidente de la Junta de Asesores de Innovación en Defensa del Departamento de Defensa de Estados Unidos, “China va camino a superarnos en muchísimos sentidos… debemos tomarlos en serio”. De lo contrario, advierte, China “terminará teniendo una economía más grande, más inversiones en I&D, una investigación de mejor calidad, aplicaciones más amplias de tecnología y una infraestructura informática más sólida”.

Hubo un tiempo en que Europa podía enorgullecerse de haber ayudado al lanzamiento de la era de las comunicaciones móviles. Pero ahora que el mundo está a punto de pasar de la infraestructura 4G a la 5G, los aportes tecnológicos de Europa prácticamente no existen. Un nuevo informe de la Mesa Redonda Europea de Industriales determina que la UE está tres años rezagada con respecto a Estados Unidos, y casi lo mismo respecto de China, sólo en lo que concierne a la implementación de la infraestructura 4G, que ya es una tecnología del pasado. No hace falta decir que está mucho más rezagada en su despliegue de estaciones base 5G, aunque es sede de compañías importantes de TIC como Ericsson y Nokia.

La lenta adopción de redes 5G por parte de Europa tendrá implicancias de amplio alcance para su futura competitividad. Muchas de las industrias que las redes 5G podrían revolucionar son aquellas en las que Europa tradicionalmente ha mostrado fortaleza: manufactura, diseño y atención médica. Hoy, existe un alto riesgo de que China, a través de la digitalización, alcance un predominio en estas industrias.

Y 5G es sólo una tecnología. Aún más importante es la IA, donde la situación para Europa es particularmente lúgubre. Según un estudio de 2019 realizado por el Centro para la Innovación de Datos, Estados Unidos lleva la delantera en la carrera global de IA “en cuatro de las seis categorías de métricas” examinadas (talento, investigación, desarrollo y hardware), mientras que China ocupa el primer lugar en las dos restantes (adopción y datos). La UE no tiene primacía en ninguna, aunque le pisa los talones a Estados Unidos en términos de talento.

Esta última observación es crucial. El problema de Europa no es una escasez de talento sino más bien una falta de acuerdos institucionales apropiados y de liderazgo en este dominio crítico. Marcos de gobernanza fracturados y anticuados están dificultando el despliegue de infraestructura 5G. Una financiación insuficiente de investigación básica está obstaculizando la innovación. Y la ausencia de mercados de capital profundos está haciendo difícil que las empresas nuevas obtengan el financiamiento que necesitan para crecer y escalar, lo que las deja expuestas a ser compradas por empresas estadounidenses de billeteras abultadas.

Los resultados de estas deficiencias se ven claramente en los rankings de los unicornios del mundo (empresas nuevas valuadas en 1.000 millones de dólares o más). Según un índice reciente, seis de los diez unicornios más grandes son de Estados Unidos, tres son de China y uno es de Singapur. Otros índices le asignan a China el mayor porcentaje de unicornios de envergadura; pero ninguno muestra empresas nuevas europeas en ningún lugar en el tope de la lista.

Si bien muchas empresas nuevas llegado el caso pueden quebrar, al menos algunas de las compañías más valuadas de hoy pasarán a convertirse en los gigantes de la economía digital de mañana, dominando nuestras vidas como lo hacen hoy las Grandes Tecnológicas. No tiene sentido quejarse del apoyo estatal chino o de los mercados estadounidenses menos regulados. Las empresas que ganen crecerán en base a modelos de negocios innovadores que les den a los clientes lo que quieren.

A fines del año pasado, para darle un nuevo impulso a la transición hacia una economía neutra en carbono, el Parlamento Europeo declaró una “emergencia climática”. Es perfectamente entendible que se priorice ese objetivo. Pero Europa también necesita declarar una “emergencia digital” doméstica, para no seguir quedando rezagada en las industrias que serán necesarias para alcanzar todos los otros objetivos de desarrollo –incluida una economía verde.

Carl Bildt was Sweden’s foreign minister from 2006 to 2014 and Prime Minister from 1991 to 1994, when he negotiated Sweden’s EU accession. A renowned international diplomat, he served as EU Special Envoy to the Former Yugoslavia, High Representative for Bosnia and Herzegovina, UN Special Envoy to the Balkans, and Co-Chairman of the Dayton Peace Conference. He is Co-Chair of the European Council on Foreign Relations.

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