La empresa española que consigue visibilizar a los invisibles del mundo

Si no estás registrado, no existes y más del 20% de la población mundial, alrededor de 1.500 millones de personas, no tiene un carnet de identidad que los identifique como ciudadanos. Si no tienes identificación, no estás registrado en el sistema sanitario o educativo por lo que no puedes recibir educación o ser atendido por el médico, no puedes inscribir tu casa, ni tener derecho a la tierra, no puedes abrir una cuenta bancaria, ni tener un trabajo formal, ni siquiera recibir mucha de la ayuda humanitaria que te correspondería.

De entre los más invisibles de nuestra sociedad, la mayoría son niños. Unicef estima que entre 100 y 150 millones de ellos viven solos en la calle, víctimas de explotación, mendicidad, prostitución, trabajo infantil, tráfico de órganos, desnutrición, prisioneros de las mafias y condenados a sobrevivir en la miseria. Las ONG que los intentan atender, trabajan de forma independiente, con bases de datos no fiables, muchas veces en papel, en las que registran a un niño varias veces con que sólo se cambie de nombre, o se traslade a otra cuidad, algo que pasa en cuanto se sienten amenazados. Sin saber nunca si son los que dicen ser.

Itwillbe, una organización española de innovación social, está cambiando, de forma pionera, esta triste realidad a través de la biometría. Como ellos dicen, “identificando cada realidad a través de la biometría podemos protegerles”. Para ello crearon en 2016 PPa, People´s Protection App, una aplicación de reconocimiento biométrico multifactorial —que realiza reconocimiento facial, huella dactilar y huella de las venas de la mano—, que permite desde un dispositivo móvil la recopilación de datos clave para la identificación con alta confiabilidad. El "patrón palmar" es de vital importancia para los menores, ya que apenas cambia con el crecimiento y es la única biometría fiable en este colectivo.

Esta forma de reconocimiento, que no había sido utilizada antes en el sector social, permite ser mucho más eficiente en la gestión de las necesidades de los colectivos identificados. Como dice Arancha Martínez, fundadora de Itwillbe, “todos los sectores se han transformado gracias a la tecnología. ¿Porqué el sector social, que es de los que más lo necesita, no la está empleando en todo su potencial?” Para eso nació Itwillbe, para lograr hacerlo más eficiente y eficaz a través de la tecnología.

En este momento PPa está siendo utilizada para la identificación de menores en tres realidades sumamente distintas y todas a cada cual más cruel. En India, como se contó en este árticulo, alrededor de 10 millones de niños viven solos en la calle, sin protección familiar o social. Estos menores llegan a las estaciones de tren procedentes de otros Estados empobrecidos de India, con problemas sociales y enfermedades. Cada 5 minutos, un niño llega solo a un andén en India. Miles de ellos huyen cada año del abuso, la pobreza y la violencia y utilizan la extensa red ferroviaria de la India para migrar a las ciudades, donde esperan encontrar una vida mejor. Algunos tienen la intención de regresar a sus familias con dinero para comida, pero terminan perdidos en las estaciones. Por eso, alrededor de ellas, se articula toda una red de abuso y explotación controlada por mafias que se aprovechan de la desprotección de estos menores para utilizarlos con fines económicos, obligándoles a mendigar en la propia estación y sometiéndoles a situaciones de indigencia y miseria en condiciones de salubridad pésimas y en régimen de esclavitud. Itwillbe trabaja en la identificación de estos menores con más de 350 ONG indias unidas dentro de la iniciativa Youth at Risk, A Child is Missing, ya han conseguido sacar a unos 300.000 menores de edad de las calles del país. Algo nada fácil por la desconfianza que a estos niños les generan los adultos o cualquier promesa de vida mejor.

El segundo de los proyectos en los que el reconocimiento biométrico de Itwillbe puede resultar clave es en Senegal, dónde Human Rights Watch declara que más de 100.000 niños son obligados a mendigar. Y en Sierra Leona, se focalizan en mejorar los programas de niñas victimas de trata. Según informe de Human Rights Watch, en este país el 47% de las niñas, cuando llegan a los 18 años ya tienen un hijo o están embarazadas como resultado de una violación, de la prostitución o de la ignorancia. La mayoría de las víctimas de explotación sexual duermen en el cuarto de sus clientes o en algún cuartito que les deja él o la proxeneta. Turnándose para dormir en el suelo.

PPa se ha focalizado en infancia por ser tan vulnerable y haber tantos programas de ayuda a los que hacer más eficientes, pero sirve para cualquier colectivo con necesidades de identificación: refugiados, gestión de programas sociales en zonas remotas, migrantes,... A pesar de la gran necesidad, fiabilidad e impacto, no ha sido nada fácil. En la fase de diseño se dieron cuenta de que nadie estaba usando biometría para identificación de colectivos vulnerables más que en pilotos sin potencial de escalabilidad. Desarrollar algo en este área tenía sentido para todo el sector, pero además tenía que ser portable (a los niños hay que tratarlos en la calle) y asequible para las organizaciones ya que el modelo de negocio de PPa se basa en una licencia de uso para cada ONG.

Tanto a nivel de impacto, como a nivel de eficiencia y eficacia de los programas la identificación en el sector social es clave. Pero invertir en innovación tecnológica en este sector es caro, como en cualquier otro, y hay que asumir riesgos. Y ahí es dónde está el mayor problema. Desde la experiencia de Arancha, los donantes y grandes fondos filantrópicos no parecen dispuestos a asumir estos riesgos. "Y quien no arriesga no gana", dice, “porque, si estamos hablando de ganar la batalla al hambre, a la desnutrición, a la trata, o al trabajo infantil, ¿no es de cajón que hay que innovar si llevamos años intentándolo y no los hemos solucionado?”. Sin apoyamos a las ONG y a las entidades que conocen de primera mano estos problemas para invertir en innovación, no se va a conseguir, asegura.

El emprendimiento social se está configurando como la principal respuesta a los programas sociales y realmente hacen falta modelos de negocio y tecnología que hagan sostenible la solución a tales retos. Pero llegar a desarrollar estos modelos sostenibles requiere tomar riesgos e invertir en modelos de negocio que no están probados, en innovación sin retorno evidente. Ahí es dónde debe actuar la filantropía y la solidaridad, para la cual, la vida de una sola persona es suficiente y cuando se trata de salvarla no se puede hablar ni de inversión ni de riesgo.

Nos dice Itwillbe que “los datos son conocimiento y el conocimiento es poder”; poder para cambiar las vidas de miles de millones de personas invisibles en nuestro planeta, de miles de niños maltratados y abusados. Los datos recogidos a través de PPa cambian la intervención social, la educación, la asistencia médica, el apoyo psicológico, para que estos menores de edad tengan una infancia con dignidad y futuro. Seamos audaces, atrevámonos a arriesgar e invertir de manera filantrópica, para dar el pistoletazo de salida a modelos ganadores que acaben con la invisibilidad, uno de los problemas sociales de nuestro tiempo. Ya hemos tardado demasiado.

María López Escorial es profesora en el Instituto de Empresa desde 2002 y consultora independiente especializada en innovación social, mercados de la base de la pirámide y soluciones empresariales para combatir la pobreza. Además, es presidenta de la Fundación Compromiso y Transparencia. Elegida entre las top100 mujeres líderes 2018.

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