La emulación andaluza

Por Álvaro Ybarra Pacheco. Director de ABC de Sevilla (ABC, 03/05/06):

El objetivo que justificó la creación del Estado de las Autonomías fue el acercar la administración pública, la política, a los ciudadanos. La reforma del Estatuto de Andalucía tramitada ayer en el Parlamento supone justo un paso en el sentido contrario. El largo y farragoso texto construido a imagen y semejanza del Estatuto catalán no responde a una demanda ciudadana, contiene elementos de sectarismo político, alimenta la carrera para despojar al Estado central de muchas de sus competencias para justificar la existencia de las nuevas «realidades nacionales» y, encima, divide a la sociedad andaluza al no haber logrado el PSOE más que el apoyo de Izquierda Unida para consensuar la reforma. Hasta tal punto el nuevo Estatuto está alejado de las inquietudes e intereses de la ciudadanía que la condición final impuesta por la coalición de izquierdas al Partido Socialista para apoyar el texto ha sido la de aumentar el número de diputados del Parlamento andaluz, cuestión que, como todo el mundo sabe, constituye una de las principales reivindicaciones de los andaluces.

Andalucía podría haber aspirado en estos tiempos de convulsión territorial a convertirse en el factor moderador de España. Ya ejerció ese papel durante la Transición, aunque jamás se le haya reconocido. Andalucía es, además de una realidad política y administrativa, un sentimiento colectivo, una cultura desbordante y perfectamente diferenciada, pero no es una nación. De hecho, Manuel Chaves, que siempre ha sostenido que la única nación es España, planteó al principio una reforma que, frente a los nacionalismos insolidarios, trataba desde la moderación y el sentido común de sentar las bases para que ninguna nacionalidad o región obtuviese privilegios en aras de unos supuestos derechos históricos.

Pero ya sea por defender los intereses de su partido, ya sea por evitar que se diga que nuestro Estatuto es de segunda o, simplemente, para dar cobertura a lo que de inconstitucional pueda tener la reforma catalana, el presidente andaluz ha terminado por sumarse a la carrera por conseguir para Andalucía todos los atributos que tiene una nación. Como ha escrito el profesor Manuel Ángel Martín, hemos pasado del «café para todos» de la Transición a la «fotocopia múltiple», reproduciendo todas las exigencias catalanas a excepción de las financieras, pues si ésas se reproducen la suma de las partes es superior al todo y las cuentas se descuadran.