La energía para el desarrollo

Las priorizaciones son parte inherente de nuestra vida. Todos podemos verlo en el caso de nuestros presupuestos personales. Para reparar el techo, puede que tengamos que conformarnos con unas vacaciones de verano menos extravagantes. Cuando elegimos un vino menos oneroso, podemos gastar en el postre.

Las priorizaciones también impregnan las políticas ambientales: por ejemplo, reducir más el uso de un contaminante disminuye recursos para atender otros asuntos. Otro ejemplo, el carbón es demasiado contaminante, pero también ofrece energía más fiable y asequible, lo que impulsa el desarrollo. En los últimos treinta años, China ha logrado sacar de la pobreza a 680 millones de personas, principalmente mediante el uso de carbón. El chino promedio se ha vuelto trece veces más rico.

Al mismo tiempo, Beijing y otras muchas metrópolis chinas están experimentando un esmog de efecto debilitador, que evoca el Londres de los años cincuenta. Alrededor de 1.2 millones de chinos mueren prematuramente cada año debido a una contaminación del aire exterior. Mediciones en la ciudad de Beijing muestran que el aumento de 16% de la contaminación del aire se debe al carbón. El Banco Mundial estima que los costos totales anuales en China por la contaminación del aire –según lo que los propios chinos indican que están dispuestos a gastar para reducir el riesgo de morir– podrían ser de hasta un importante 4% del PIB.

Y con todo, las priorizaciones que ha hecho China han sido extraordinariamente benéficas. En 1982, el chino promedio tenía ingresos anuales de 585 dólares; el año pasado fueron de 7,958 dólares. Mientras tanto, el costo ambiental per cápita al año es de 318 dólares, por ello no sorprende que muchos de los otros países en desarrollo aprovecharían con gusto la oportunidad de imitar el patrón de crecimiento chino –incluida su contaminación.

Por supuesto, los chinos podrían hacer más para reducir la contaminación del aire. Se estima que el cumplimiento de las pautas provisionales de la Organización Mundial de la Salud podría disminuir los daños en 80 dólares per cápita. Sin embargo, es nada si se compara con el incremento de ingresos per cápita de 600 dólares en 2013.

No obstante, muchos de los que viven en países ricos señalan convencidos que estas priorizaciones no se hacen para beneficiar a los pobres. Los Estados Unidos, el Reino Unido y otros países europeos anunciaron este año que no apoyarán el financiamiento internacional de centrales de energía de carbón en países en desarrollo. En 2010 estos países se abstuvieron cuando el Banco Mundial ayudó a financiar la central de energía de carbón de Medupi, en Sudáfrica. Ahora, votarían en contra.

Sin embargo, Medupi suministrará 10% de la electricidad de Sudáfrica y evitará cortes de energía. Como explicó el ministro de Finanzas sudafricano, Pravin Gordhan, “para sostener las tasas de crecimiento necesitamos crear empleos; no tenemos otra opción que construir nueva capacidad de generación –con base en lo que hasta ahora sigue siendo nuestra fuente de energía más abundante y asequible: el carbón.” El gobierno estadounidense admitió incluso que sin una central de energía de carbón, “la recuperación económica se vería afectada, lo que tendría un impacto perjudicial en la electrificación, creación de empleos e indicadores sociales de Sudáfrica.”

La pobreza energética es incluso más aguda para los tres mil millones de personas – casi la mitad de la población mundial – que queman estiércol, cartón y madera en sus casas para cocinar y calentarse. La OMS calcula que si bien la contaminación del aire libre en las ciudades de los países en desarrollo puede ser diez veces mayor que la de las ciudades de países avanzados, la contaminación promedio en ambientes cerrados causada por la quema de madera y estiércol es cien veces mayor. En efecto, la contaminación del aire en ambientes cerrados provoca la muerte de 3.5 millones de personas cada año, lo que la convierte en el problema ambiental más letal.

Los tres mil millones de personas que sufren pobreza energética necesitan electricidad barata para cocinar y calentarse. En el futuro previsible, esa energía se generará con combustibles fósiles.

Algunos defensores del medio ambiente proponen la utilización de estufas más limpias. No obstante, mientras que eso podría ser parte de la solución, esencialmente se estaría pidiendo a los pobres que vivieran con llamas abiertas menos contaminantes en sus hogares. Además, hay estudios que indican que una reducción significativa de la contaminación del aire a partir de niveles elevados tendrá  un impacto menor solamente.

Otras personas afirman que lo que se debe hacer es utilizar fuentes renovables. La energía verde, en particular la eólica, puede ayudar en efecto a los países africanos a, por ejemplo, llevar electricidad a zonas rurales remotas. No obstante, lo que beneficiará más a más personas será la red eléctrica. Según un estudio reciente del Banco Mundial, la energía renovable distribuida "será la opción menos costosa para una minoría de los hogares de África, aun teniendo en cuenta las posibles reducciones de los costos en los próximos veinte años". La popular iluminación solar cuesta casi dos dólares por kWh. Utilizando energía hidráulica, gas y petróleo, el costo de la electricidad mediante la red en los principales centros de población de Etiopía, Ghana y Kenya será probablemente de 0.16 a 0.25 dólares por kWh. En Sudáfrica, donde el 90% de la electricidad se genera con carbón, el costo es de apenas 0.09 dólares por kWh.

Es cierto que la electricidad generada con carbón causará más contaminación del aire. No obstante, la contaminación procedente de ambientes cerrados, que desaparecería con la electrificación, representa el 16%  de la contaminación del aire libre. Aun suponiendo (de forma poco realista) que el carbón provoca toda la contaminación del aire en el mundo, podríamos generar 250 kWh por año para cada una de los tres mil millones de personas que sufren pobreza energética y acabar de todos modos con menos contaminación del aire. Además es fácil y razonablemente barato reducir la contaminación por carbón en un 90% o más con depuradores.

Para muchos detractores del carbón, el problema es el calentamiento global. Según Christiana Figueres, la encargada de los asuntos ambientales de Naciones Unidas, el desarrollo basado en el carbón tiene “un costo inaceptablemente elevado para la salud humana y ambiental”. Sostiene que se debe cerrar cerca del 75% de las plantas alimentadas con carbón, incluidas todas las de Sudáfrica porque emiten demasiado CO2. James Hansen, asesor para Asuntos Ambientales de Al Gore, afirma que si permitimos que los países en desarrollo “lleguen al nivel del mundo desarrollado, el planeta está condenado”.

En efecto, el mundo debe abordar el calentamiento global (principalmente mediante inversiones más elevadas en investigación y desarrollo ambiental y promoviendo la explotación del gas de esquisto, menos contaminante). Sin embargo, el calentamiento global causará daños por un valor de aproximadamente el 1-5% del PIB para finales del siglo, cuando la ONU prevé que los ingresos en los países en desarrollo habrán aumentado en 1,400-1,800%.

Mientras tanto, debido a la pobreza hoy mueren millones de personas, y el impacto en el PIB global es probablemente superior en un orden de magnitud. Además, demasiadas personas, por buenas que sean sus intenciones, no están dispuestas a reconocer las priorizaciones que se necesitan para mejorar las condiciones de vida de los pobres.

Bjørn Lomborg, an adjunct professor at the Copenhagen Business School, founded and directs the Copenhagen Consensus Center, which seeks to study environmental problems and solutions using the best available analytical methods. He is the author of The Skeptical Environmentalist and Cool It, the basis of an eponymous documentary film. Traducción de Kena Nequiz.

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