La España de Rajoy-Cameron

El 31 de octubre de 2010, el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, declaraba en una entrevista concedida al diario EL PAÍS: "El plan de Cameron da confianza; yo haría algo similar en España". Ufano, con las encuestas soplando a su favor, el líder de la oposición buscó en todo momento, y lo sigue haciendo, presentarse ante la opinión pública como el inevitable futuro jefe del Ejecutivo español.

Rajoy está convencido de que el coste electoral de las reformas ha desgastado al PSOE hasta un punto de no retorno, cree que puede presentarse como el salvador de España y que tiene el partido ganado. Sus asesores y sociólogos de cabecera lo tienen claro: calculada ambigüedad, centrocampismo, respuestas de argumentario, palabras huecas y despeje de balones. Y crítica sin alternativa. Y así hasta 2012, y si puede ser antes, mejor.

Ante la escasísima información disponible acerca de las propuestas del PP, la Fundación IDEAS decidió elaborar un documento, La España de Rajoy y Cameron, en el que extrapolamos el efecto que tendrían en España políticas similares a las desarrolladas por el premier británico, al que Rajoy toma como referencia. También analizamos cuál ha sido la posición del presidente del PP desde que eclosionó la crisis económica, núcleo central del debate político desde hace ya tres años.

El objetivo de este ejercicio es, primero, clarificar a la ciudadanía qué iniciativas parece ser que hubiera adoptado un Gobierno del PP para hacer frente a la crisis económica y, en segundo término, determinar qué consecuencias se derivarían de ese supuesto modelo alternativo tan apegado a la doctrina Cameron.

En relación con la primera pregunta, toda la evidencia recopilada demuestra que mientras el Gobierno de Zapatero adaptaba sus políticas económicas a las distintas fases de la crisis, Rajoy adaptaba sus contrapropuestas a las medidas que tomaba el Gobierno, incluso aunque eso supusiera contradecirse a sí mismo o ir en contra del consenso internacional en materia económica.

Así, en la primera fase (de declive y rescate), cuando el Gobierno, siguiendo las recomendaciones internacionales, aumentó el gasto público, Rajoy se opuso al Plan E, al Fondo Estatal para la Economía Sostenible y solicitó un recorte adicional de hasta 10.000 millones, lo que habría mandado prematuramente al paro a 910.000 personas.

En la segunda fase (estancamiento y consolidación), y cuando todos los expertos recomendaban reducir los déficits fiscales acumulados en la primera etapa, Rajoy votó en contra de los recortes de gasto e incluso lideró una rebelión contra el IVA. No mostró sentido de Estado ni tuvo el menor empacho al votar en contra del Plan de Ajuste, a sabiendas de que ponía en peligro la solvencia financiera del país, lo que habría generado una situación similar a la que vive hoy Portugal. Si esa incongruencia fiscal hubiera triunfado, los ingresos públicos habrían caído 12.000 millones, los gastos habrían aumentado 8.000 millones y el aumento del déficit habría sido de 2 puntos adicionales al PIB.

Finalmente, cuando la tercera fase afloró (reformas y recuperación), Rajoy volvió a oponerse a la Ley de Economía Sostenible y reclamó una vuelta al modelo de 1996, reintroduciendo la deducción por vivienda, que estaba en el origen de la burbuja inmobiliaria.

Es decir, durante la crisis, Rajoy se mostró Rajoy en estado puro: errático, carente de modelo económico y ni sí ni no, sino todo lo contrario. Hasta que apareció Cameron para arrojar luz y guiar su camino entre la bruma.

¿En qué consiste el Plan Cameron? Anunciado el 20 de octubre de 2010 en el Parlamento británico, supone el mayor recorte social en Reino Unido desde la II Guerra Mundial. La esencia del plan es un ajuste fiscal durísimo que, trasladado a España, forzaría a ejecutar un recorte de 60.000 millones de euros, más del doble de los 27.000 millones que pretende ahorrar España con la estrategia de consolidación fiscal urgente. Un recorte tan drástico obligaría a reducir, o directamente eliminar, las partidas de ayudas familiares por hijo, la renta de inserción para parados de larga duración, la de emancipación, las becas para estudiantes y a retrasar la aplicación del catálogo de servicios de la Ley de Dependencia.

Como parte del programa diseñado por Cameron figura el proyecto "gran sociedad", según el cual algunos servicios públicos pueden prestarse por los propios ciudadanos, de tal manera que el nuevo Gobierno británico ha decidido prescindir de medio millón de funcionarios. El PP ya ha incluido este concepto en su programa marco electoral de mayo bajo el título, por supuesto eufemístico, "mejor sociedad". Traslación práctica: en España habría que despedir a 250.000 empleados públicos, entre ellos profesores, médicos y policías.

En educación, las medidas anunciadas por Cameron, y que han sublevado a los estudiantes, suponen un aumento del coste de las matrículas universitarias de un 245%. Si ese incremento se produjera en España con un Gobierno de Rajoy, completar los estudios de grado llegaría a costar 12.000 euros por alumno.

Y qué decir de las consecuencias que tendría aplicar la doctrina Cameron en materia de energía, inmigración y medio ambiente. Prolongar la vida útil de las centrales hasta los 60 años y buscar emplazamientos para otras nuevas, lo que podría costar hasta 15.000 millones más; limitar la entrada de trabajadores extranjeros a 100.000 por año, lo que tendría consecuencias negativas sociales y económicas para España, que tiene necesidades demográficas y donde solo reducir la llegada de inmigrantes al 50% del flujo promedio de los últimos cuatro años implicaría una reducción potencial del PIB del 0,3%; y privatizar los bosques de tal manera que al menos el 25% de la superficie forestal pasaría a manos privadas.

La España de Rajoy y Cameron revela la agenda oculta del PP a pesar de la indefinición que trata de mantener Rajoy sobre su programa de futuro. Se trata de una agenda de retrocesos y no de avances. Con el PP, España volvería al modelo económico especulativo y de bajo valor añadido, sería un país más insolidario, con un Estado de bienestar debilitado, ambientalmente insostenible, y socialmente excluyente, pues daría marcha atrás a leyes sociales como el matrimonio homosexual, la nueva ley del aborto o la ley de igualdad.

Enfrente, la España que propone el PSOE es la que ha buscado salir todos juntos de la crisis. La que ha hecho el mayor esfuerzo de solidaridad social que se conoce en la historia reciente para procurar que la mayor parte de los que han sufrido el desempleo hayan podido contar con una renta y estén en condiciones de encontrar nuevas oportunidades vitales.

Es una España que ya está en el camino de la transformación de su estructura productiva, que avanza con paso firme hacia una economía más sostenible y hacia una sociedad más creativa y más cohesionada.

Se acerca el momento de elegir entre ambos modelos, y la experiencia nos demuestra que el futuro se gana con la audacia de los proyectos constructivos.

Por Jesús Caldera, vicepresidente de la Fundación IDEAS (EL PAÍS, 08/04/11):

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Le contesta Esteban González Pons, vicesecretario de comunicación del Partido Popular (EL PAÍS, 11/04/11): La España de Zapatero y el paro.

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