La España de Zapatero y el paro

En estos días se cumplen dos años desde que la web del PSOE quitó la sección "Logros de la legislatura". Para celebrarlo, la Fundación Ideas nos ha regalado la publicación de una fábula con ínfulas de documento sobre las supuestamente aviesas intenciones del Partido Popular cuyo promotor, Jesús Caldera, glosó ayer detalladamente en un artículo titulado La España de Rajoy-Cameron. La obsesión del PSOE por atizar el voto del miedo es tan vieja y tan inútil como aquel vídeo tenebrista del dóberman que ilustró la derrota socialista del año 96. Lo nuevo en esta ocasión es el extraordinario sentido de la oportunidad y la diplomacia que ha demostrado su autor, al poner en entredicho de forma gratuita la gestión de un mandatario extranjero justo cuando este tiene la gentileza de visitar España y promocionar nuestro país como destino turístico. A la vista del texto se puede afirmar que después de dos años de crisis económica, el Partido Socialista ha cambiado el ensayo por la política ficción y la cortesía por la torpeza.

Sin embargo llama la atención que el PSOE haya dejado de criticar la gestión pasada del Gobierno del Partido Popular. Aunque reconozco que no debe extrañar, ya que su propia ejecutoria ha hecho bueno lo que ellos mismos denostaban apenas hace unos años. Algunos se plantean hoy dónde han quedado aquellas referencias cíclicas al tótem del supuesto decretazo de 2002. La realidad es que aquellas medidas hubieran merecido ahora el aplauso unánime de los sindicatos comparadas con los recortes sociales y laborales ejecutados por el actual Gobierno.

Después de bajar una media del 5% el sueldo de los funcionarios, congelar las pensiones por primera vez en la historia y aumentar a los 67 años la edad de cotización, tras subir los impuestos indirectos que castigan más a quienes menos tienen, quitar a las madres las ayudas y a los jóvenes el impulso para poder emprender, cabe preguntarse cómo se atreven a hablar de políticas sociales. Más aún, ¿cómo se atreven a escandalizarse por el plan del Gobierno británico y a hacer cábalas tramposas sobre su supuesta aplicación al caso español? Cuando un político traiciona a sus votantes e incluso sus ideas hasta el extremo en que lo ha hecho Rodríguez Zapatero, quienes le apoyaron no tienen más opción que exagerar hasta el delirio.

La cruda realidad, ese es el problema que tiene el partido socialista. Frente al ejercicio de política ficción de aplicar unas medidas de otro país a nuestra situación económica, los españoles solo tienen que mirarse los bolsillos para conocer la verdad de la política económica del PSOE.

Ha sido la cruda realidad la que siempre se ha impuesto a la gestión del Gobierno frente a la crisis. Primero mintió y negó la realidad, perdiendo un tiempo precioso para adoptar las reformas necesarias, luego en vez de hacerlo se embarcó en una política de gasto descomunal que produjo un desequilibrio de 13 puntos del PIB en un tiempo récord -pasamos de un superávit del 2% a un déficit del 11%- y finalmente, obligado por Europa, ha tenido que hacer un ajuste social proporcional a tal desequilibrio presupuestario.

Todo ello aderezado por un sistemático desprecio a las propuestas de la oposición, cuyo exponente más claro fue lo ocurrido el pasado mes de mayo cuando Mariano Rajoy visitó La Moncloa y pidió una actuación clara de reducción de gasto público. Rodríguez Zapatero respondió lo de siempre: que la oposición se equivocaba y que no era necesario ajustar más el gasto. Eso ocurrió el día 5 de mayo, una semana después, el 12, el entonces líder socialista anunciaba ante el Congreso el mayor recorte social de la historia de la democracia. Todo lo que ha venido después es conocido por todos y su corolario será la próxima Encuesta de Población Activa que nos situará mucho más cerca de los cinco millones de parados que de los cuatro.

Paradójicamente, el Gobierno de Zapatero les ha devuelto la memoria histórica a los españoles. Porque los españoles hoy no necesitan hacer mucho esfuerzo para recordar la política económica del Gobierno del Partido Popular, del que Mariano Rajoy formó parte durante sus ocho años de mandato.

Los españoles se acuerdan perfectamente que la España que dejaron los Gobiernos del Partido Popular fue la de la creación de cinco millones de puestos de trabajo y la del superávit de las cuentas públicas por primera vez.

Los españoles tampoco tienen que hacer mucha memoria para recordar quién estableció por ley la obligación de revalorizar anualmente las pensiones y creó el Fondo de Reserva de la Seguridad Social que ha asegurado la tranquilidad de nuestros mayores.

La España de 2004 era una que crecía al 3,4% anual, que había reducido 11 puntos la tasa de paro que recibió de Felipe González y que, tras conseguir eliminar el déficit público, aprobó una Ley de Estabilidad Presupuestaria para limitar el excesivo gasto público y el déficit de las Administraciones. Esa ley que este Gobierno dejó sin efecto y que ahora tendrá que aplicar de nuevo por imperativo europeo y no por convencimiento propio.

Esa es la realidad que dejó el Partido Popular y esa es la realidad de la España que quiere Mariano Rajoy. La que deja Zapatero es la de una crisis económica, social e institucional histórica.

Recientemente se ha publicado un informe de Ernst & Young, consultora poco dada al género de la ficción, en el que prevé que, en las actuales condiciones, España solo creará 300.000 empleos hasta 2014: una gota de agua en el mar de los casi cinco millones de españoles que hoy buscan empleo y no lo encuentran. Este es el horizonte tristemente real de la España de Zapatero y de sus políticas.

Es preciso cambiar las condiciones para romper ese horizonte de resignación. Sabemos que no será fácil recuperar el terreno que este Gobierno nos ha hecho perder, pero confiamos en la impresionante capacidad de nuestra sociedad para generar actividad y empleo cuando está bien gobernada, como ya lo hizo en su día.

Hay que volver a la austeridad que teníamos antes de que Zapatero aumentara un 24% el número de asesores del Gobierno, donde la deuda de la Administración no asfixie la capacidad emprendedora de la iniciativa privada. Hay que emprender el camino de las reformas de las que no habla el PSOE; la del apoyo al emprendedor, la de nuestro sistema energético, la de la unidad de mercado, la de una fiscalidad al servicio del crecimiento. Donde se baje el IVA de sectores estratégicos como el turístico del 8% al 4%, el impuesto de sociedades en 5 puntos a las pymes y las cotizaciones sociales a la contratación de jóvenes. Donde se vuelva a implantar la desgravación por compra de vivienda.

La situación es grave. Los españoles necesitan un Gobierno que gobierne y no que ande metido en luchas sucesorias. Los españoles necesitan un partido que aporte soluciones y no que invente problemas con relatos de política ficción.

Por Esteban González Pons, vicesecretario de comunicación del Partido Popular.

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