La España vacía no está tan vacía

Marlín (Ávila), una aldea de apenas 30 habitantes
Marlín (Ávila), una aldea de apenas 30 habitantes

En la presentación del Plan de recuperación: 130 medidas frente al reto demográfico, aprobado en marzo en el Consejo de Ministros, el Gobierno reprodujo las generalidades referidas a despoblación y declive demográfico de las 129 páginas del texto. Sobre algo que se parezca a una estrategia nacional para nuestro medio rural, nada.

Sus diez ejes y decenas de objetivos y medidas configuran un plan de lugares comunes con el que llenar los pueblos de electromovilidad, recuperación verde y redes innpulso de ciudades de la ciencia. También promete un esfuerzo para atraer centros internacionales de la ciencia y de la innovación "con especial atención al medio rural". Además de mucha digitalización para un espacio rural en el que la fibra óptica "alcanza ya al 46% de la población rural" (esa cifra es del 12% en Francia y en Alemania del 6%). ¿De qué hablamos, entonces?

Se trata de una suma de propuestas de los ministerios. Propuestas que se han calificado de transversales gracias al simple añadido de las expresiones “lucha contra la despoblación”, “zonas en declive demográfico” o “áreas rurales en riesgo de despoblación”. Tratar los pueblos como si fueran ciudades en pequeño es ignorarlo todo sobre el medio rural.

Desconozco si alguno de los expertos que dicen asesorar a Pedro Sánchez se atrevería a firmar este plan, pero es seguro que ninguno de los geógrafos, pocos, que llevan lustros estudiando la transición rural en España lo haría.

Si les hubieran consultado, podrían haber sabido que no es posible una estrategia rural sin contar con la llave de los cambios: una población vinculada (según la denominación del Censo de 2001) formada por millones de españoles que representan un aporte demográfico no contabilizado, pero imprescindible para la supervivencia de nuestros pueblos. Pueblos que esos españoles utilizan como espacios de ocio.

Si se mira, se ve. Quienes mantienen en pie esas poblaciones son millones de familias españolas que llevan décadas metiendo ahí sus ahorros en compra de casas, obras, pagos de impuestos y consumos. Esas familias mantienen los empleos en un medio rural nuevo basado en la pluriactividad y que necesita impulso público. Ahí, sí.

En los trabajos de estos expertos en geografía rural (imprescindible el Observatorio del Territorio de la Universidad de Oviedo) se puede encontrar información como la referida a Castilla y León, donde esa población flotante que está arraigando en los poblamientos rurales suma ya dos millones. Un 75% de esos dos millones de personas ocupan casas propias o de familiares.

Y son los pueblos más pequeños, como se ha demostrado en el interior de Galicia, los que más población vinculada reciben. En departamentos de Geografía como el de Valladolid han detectado que, para una población de menos de 600.000 habitantes permanentes en los pequeños núcleos rurales de la región, la población flotante vinculada supera ya el millón y medio.

En todo el territorio nacional, el medio rural duplica y triplica su población en verano. Me pregunto qué plan contra la despoblación rural puede construirse sin partir de este hecho. O, peor, si se sigue confundiendo rural con agrario, llegando a identificar avances en la competitividad de la agricultura como “esencial para mantener la población en el medio rural”.

¿No será al revés? ¿No será que, a más productividad, menos ocupados en la agricultura? Si se mantiene un modelo mental que surgió en un mundo que ya no existe, el dinero de Europa va a servir para poco.

El Gobierno de Pedro Sánchez se apunta a una falacia que ha tenido éxito en gran parte de la opinión pública. La del vacío-lleno. La geografía de la concentración de población entendida como resultado de un virus que se habría desarrollado sólo en España, justamente, y sin nada que ver con los cambios económicos que hace décadas produjo nuestro éxodo rural. Como ocurrió en todo el mundo, y ocurre más aún hoy.

Esos procesos geográficos que tenemos la obligación de gestionar son interpretados por los narradores de la España vacía como si la población fuera un bien fijo que hay que repartir equitativamente en el territorio. Una falacia que nos está saliendo muy cara.

En el plan de las 130 medidas, José Luis Ábalos es de los más clarividentes. Su aportación como ministro de Fomento es esta: “La Estrategia tiene como objetivo trasladar parte de los servicios centrales que hasta ahora se prestan en Madrid”. Se le entiende todo. ¡Dispersar Madrid!

Vaciar-llenar: geografía de fantasía. Lo contrario de lo que el catedrático de Economía de la Universidad de Oxford Paul Collier defiende: las metrópolis florecientes (Londres, Ámsterdam, París, Milán o Madrid) son insustituibles para el desarrollo de los países. Son ciudades de las que, por cierto, tienen que aprender a sacar provecho los espacios rurales.

Después del fracaso, con Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, del invento de los comisionados de lo que llaman reto demográfico, ahora exhiben un “tenemos dinero”: 10.000 millones, dicen. ¿Para qué? Sólo hay que leer la aportación al plan del ministro Miquel Iceta: reforzar con más personal las delegaciones del Gobierno para poder agilizar las inversiones. Gobernanza abierta, lo llaman.

No digan más. Donde gobierne la oposición, la ventanilla la controlarán los delegados de Pedro Sánchez. En las comunidades gobernadas por el PSOE, sus dirigentes autonómicos. Y con los gobiernos autonómicos de los socios catalán y vasco, mesas bilaterales.

Lo dicho, fondo electoral a la vista y oportunidad perdida para los pueblos.

Begoña Gómez, la mujer del presidente, es quien mejor ha sintetizado qué entiende el Gobierno por políticas rurales. “Puedes emprender una empresa con más oportunidades en el medio rural que en una ciudad, donde hay más competencia” sentenció en Soria, en 2018, en la presentación de la II Feria Nacional para la Repoblación (nada menos).

Un plan nacional para hacer frente a una transición rural, convertida en otra de las grandes reformas aplazadas en España, no se aborda en espectáculos publicitarios con fines electorales. Si el presidente fuera en serio, como afirma, habría consensuado una estrategia con comunidades autónomas, mancomunidades y ayuntamientos.

Por ahora, debemos soportar a un presidente del Gobierno que, con su adaptación del proyecto de plurinacionalidad al mundo rural, ha provocado una explosión de partidos como ¡Teruel Existe! Los del “excelentísima señora ministra: nosotros podemos ayudarle a gastar esos 10.000 millones”.

Jesús Cuadrado Bausela es geógrafo, miembro de Ciudadanos y exportavoz de Desarrollo Rural del PSOE.

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