Los analistas políticos se equivocaron. Otra vez. Aunque todavía se están contando votos en muchas de las contiendas más disputadas, y aun con el control de la Cámara de Representantes y el Senado poco claro, ya es evidente que la esperada Gran Ola Roja de 2022 resultó ser un charco desastroso.
Sí, los vientos más poderosos parecían estar soplando a favor del Partido Republicano en las elecciones intermedias de Estados Unidos: la maldición histórica que asegura que un presidente en su primer mandato es castigado en las elecciones de medio mandato, el apático índice de aprobación del presidente Joe Biden, la escandalosa inflación, una economía que parece estar en el borde de la recesión, una tasa de criminalidad alarmante, un número récord de migrantes cruzando la frontera.
Pero el líder de la minoría del Senado, el republicano Mitch McConnell (Kentucky) comprendió bien la situación en agosto, cuando afirmó que, sobre todo en las contiendas por el Senado, “la calidad de los candidatos tiene mucho que ver con el resultado”. Para hoy miércoles por la mañana, solo un escaño del Senado había cambiado, y en dirección a los demócratas: el vicegobernador de Pensilvania, John Fetterman, venció al famoso médico y celebridad Mehmet Oz, a pesar de haber sufrido un derrame cerebral grave.
Las y los votantes, al parecer, vieron estas elecciones intermedias como algo más que un referendo al partido en el poder. Debido a la nominación de una gran cantidad de candidatos republicanos extremistas y negacionistas electorales, así como un plan de gobierno poco claro, el proceso se convirtió en una elección entre dos caminos radicalmente distintos.
Y aunque el aborto no fue la fórmula mágica que algunos demócratas pensaron que podía ser, sí ayudó. Poco menos de tres de cada 10 votantes mencionaron el tema como su máxima prioridad tras la anulación del fallo Roe vs. Wade por parte de la Corte Suprema —solo un poco menos que la cantidad de votantes que mencionaron la inflación como el tema principal— y se inclinaron con fuerza hacia los demócratas. En comparación, solo uno de cada 10 votantes mencionó la delincuencia, la inmigración y la política de armas como sus temas más importantes.
En la Cámara de Representantes, parece que los republicanos todavía tienen una buena oportunidad de tomar el control, aunque no con la gran mayoría que muchos esperaban. Aunque el líder de la minoría de la Cámara de Representantes Kevin McCarthy (republicano por California) predijo con enorme confianza hace un año que su partido obtendría más de 60 nuevos escaños, los republicanos seguían luchando este miércoles por la mañana para alcanzar incluso la cifra de un solo dígito que necesitaban para tener una mayoría.
Esto sugiere que incluso si McCarthy llega a sostener el martillo de la presidencia en enero, se enfrentará a un desafío administrativo notorio. Con menos miembros de los distritos “púrpura” de lo previsto, será el Freedom Caucus de extrema derecha quien tome las decisiones para su mayoría frágil y fragmentada.
Mientras tanto, titulares demócratas asediados como la representante Abigail Spanberger (Virginia) y la senadora Maggie Hassan (Nuevo Hampshire) ganaron a través del trabajo duro, estableciendo una identidad política creíble (y moderada) separada de la imagen nacional de su partido y beneficiándose del hecho de que sus oponentes eran extremistas MAGA (sigla en inglés del famoso lema de Donald Trump, “Haz América grande otra vez”).
El Partido Republicano de hoy no está exactamente impregnado de autoconciencia, pero estos resultados podrían llevarlo a reconsiderar la estrategia de depender de que Donald Trump le levante el brazo a sus candidatos o permitirle seguir siendo su líder de facto. (El martes, el súper PAC (o comité de acción política ) del expresidente envió un memorando para recordarle a todos: “Los candidatos respaldados por Trump para el Senado de los Estados Unidos tuvieron récord de 21-0 en las elecciones primarias durante el ciclo electoral de 2022”).
La conclusión ineludible es que Trump —quien ha dado señales de que pronto anunciará que se postulará de nuevo para la presidencia en 2024— es un lastre para un partido que solo una vez desde 1988 ha recibido la mayoría del voto popular, y que tiene que depender de la peculiaridad del colegio electoral para poder ganar.
Nadie acelera el pulso colectivo de la base republicana como Trump, pero es un desmotivante masivo para votantes independientes. Sí, esos votantes todavía existen, y el esperado cambio brusco hacia la derecha en el voto independiente fue uno de los muchos aspectos donde las encuestas se equivocaron en las últimas semanas de la campaña de 2022. Las encuestas preliminares de votantes realizadas por AP VoteCast indican que los independientes representaron casi un tercio del electorado y se repartieron casi en partes iguales entre los dos partidos.
Aunque los demócratas lograron evitar el desastre, también deberían ver en los resultados una necesidad de reevaluación. Los candidatos demócratas que lograron ganar contra todo pronóstico son un ejemplo a seguir para 2024 y más allá. El pragmatismo, la moderación y —sobre todo— mantener una conexión profunda con las personas que acuden a las urnas conforman una fórmula difícil de vencer, incluso cuando el entorno político se ha puesto en tu contra.
Karen Tumulty is a Washington Post columnist covering national politics. She joined The Post in 2010 from Time magazine and has also worked at the Los Angeles Times.