La esperanza de los congoleños

Por Josep F. Mària, jesuita y profesor de Esade (LA VANGUARDIA, 07/07/06):

A finales de este mes hay elecciones en la República Democrática de Congo. No son unas elecciones cualesquiera en un país cualquiera. Son las primeras elecciones democráticas después de 40 años de la dictadura de Mobutu (1965-1997), y de dos terribles guerras (1996-1997 y 1998-2003) que han dejado cerca de cuatro millones de muertos. Tampoco se trata de un país cualquiera. Con una superficie equivalente a toda Europa occidental, sus fronteras con nueve estados lo han convertido en una tierra de acogida de refugiados, algunos de los cuales han generado serios problemas a los congoleños. En particular, el conflicto ruandés de 1994 se extendió hacia el este de la República Democrática de Congo y ha constituido el origen de las dos guerras que terminaron en el 2003, dando paso a la transición política que se afianza ahora con las presente elecciones.

La República Democrática de Congo cuenta con 55 millones de habitantes pertenecientes a cerca de 300 etnias que hablan más de 200 lenguas. Es uno de los países más pobres de la Tierra: en la clasificación del PNUD del 2004 ocupa el puesto 168 de un total de 177 países. Pero ni la diversidad étnica ni la pobreza extrema han podido doblegar el trabajo de los congoleños por el desarrollo y la democracia.

Los congoleños hablan de transición. Nosotros preferimos hablar, en plural, de transiciones. Porque el país está en transición de la dictadura a la democracia; pero también de la guerra a la paz; de una invasión parcial a la soberanía sobre todo su territorio; del expolio de sus recursos naturales (los metales preciosos, el coltán, las maderas...) al control de sus fuentes de riqueza; de la dependencia militar de la ONU a un Estado policial y militarmente autónomo; de la pobreza extrema a un mínimo de vida digna para toda su población...

En todas estas transiciones está empeñada la República Democrática de Congo. Y encima en un momento en que la globalización está reduciendo la soberanía de los estados... pero que obliga a cualquier Estado pobre a tener voz propia en la comunidad internacional.

Las elecciones a finales de este mes constituyen una ocasión histórica irrepetible para consolidar la esperanza de los congoleños. Porque son las primeras elecciones después de la aprobación de una Constitución con la que los enemigos de la guerra (1998-2003) han pasado del enfrentamiento armado al pacto político. Pero ahora la voz la tendrá el pueblo, que va a poder juzgarles y renovar, o no, la confianza en ellos. Quizás el PPRD del presidente Joseph Kabila - hijo del asesinado Laurent Kabila, el congoleño que derrocó a Mobutu con la ayuda del ejército ruandés entre 1996 y 1997- podrá seguir gobernando. Probablemente el RCD pro ruandés del vicepresidente Azarias Ruberwa sufrirá una cierta pérdida de influencia por haber sido protagonista de masacres y saqueos en el este del país durante la guerra de 1998-2003 contra su antiguo aliado Laurent Kabila. Tal vez el MLC de Jean-Pierre Bemba, el señor de la guerra del Norte reconvertido en vicepresidente, podrá consolidarse en zonas diferentes de su feudo inicial. No está claro si finalmente va a participar el UDPS del imprevisible Etienne Tshisekedi. Los que conocemos un poco el país y lo amamos con desmesura tenemos nuestras preferencias. Pero ahora será el pueblo congoleño quien tenga la palabra: por primera vez y esperemos que por mucho tiempo.

El ejército español va a colaborar con la fuerza europea que entre julio y octubre ayudará al buen desarrollo de las dos vueltas de las elecciones. ¡Bravo! por esta nueva contribución a la paz. En España conocemos las dificultades de la transición iniciada en 1975; en Congo las transiciones son mucho más difíciles. Este gesto de solidaridad, y todos los que se nos puedan ocurrir... serán bienvenidos en aquel inmenso, pobre y bello país.