La estrategia europea de Estado Islámico

Los atentados terroristas perpetrados por socios y simpatizantes de Estado Islámico (ISIS) en el pasado año han encendido alarmas en Europa, pero todavía no han alcanzado la frecuencia que Europa experimentó en los años 1970, según la Base de Datos del Terrorismo Global. Sin embargo, mientras que las olas previas de terrorismo en Europa surgieron de conflictos internos, la oleada mortal de hoy está asociada a la inestabilidad fuera del continente.

Los últimos atentados surgen del vacío político que dejaron los dictadores depuestos en Oriente Medio y el norte de África. De modo que, de la misma manera que parece no haber un fin a la vista para la violencia en Siria, Irak y Libia, o para la polarización extrema de Egipto, o para la frágil situación de seguridad en Túnez y Argelia, existen pocos motivos para creer que los ataques en Europa terminarán en lo inmediato.

Para colmo de males, el golpe de estado sangriento que tuvo lugar en julio en Turquía -donde fueron asesinadas 270 personas y otras 1.500 resultaron heridas en apenas unas horas- hace que el país se convierta en un blanco aún más atractivo para el ISIS. El ISIS se alimenta de estados en problemas en los cuales puede conseguir reclutas y lanzar ataques -ya sea estableciendo una "provincia oficial", como en Siria, Irak, Ligia y Egipto, o respaldando células secretas y pequeñas unidades de combate, como ya hizo en Túnez y en Turquía.

Estas dos modalidades de operación -la insurgencia y el terrorismo- van de la mano. Cuando una organización insurgente pierde el control del territorio o la fuerza en el campo de batalla, recurre al terrorismo, con el argumento de que los ataques a blancos civiles más blandos son menos costosos, más fáciles y, desde un punto de vista político, igualmente efectivos. Esta es la razón por la cual el ISIS quiere atacar directamente en Europa, aun cuando pierda territorio en Irak, Siria y Libia.

El ISIS tiene múltiples motivos para seguir este camino. Cree que los atentados terroristas en Europa disuadirán a Occidente de atacar en los territorios que controla, y quiere vengar los más de 20.000 miembros que perdió como consecuencia de los ataques aéreos de la coalición occidental. Es más, quiere atizar el ánimo anti-musulmán, alienando así aún más a los musulmanes europeos del resto de la sociedad europea y fomentando su disponibilidad de reclutas en Europa. De la misma manera, quiere sembrar discordia entre las propias comunidades religiosas y minoritarias de Europa (la división sunitas-chiitas y sunitas-alevíes son dos ejemplos claros).

Los objetivos del ISIS al usar el terrorismo no son nuevos; pero su capacidad para perpetrar ataques sí lo es. Logró sustentar sus operaciones terroristas en Europa a pesar de haber sido fuertemente bombardeado desde 2014, porque pudo abastecerse de subconjuntos relativamente pequeños de más de 5.000 europeos que se han sumado a la lucha en Siria.

La cantidad exacta de combatientes europeos que han recibido entrenamiento del ISIS y han regresado a sus hogares todavía se desconoce. Abdelhamid Abaaoud, que lideró los atentados de París de noviembre de 2015, dijo ser uno de 90 terroristas entrenados por el ISIS en Europa. Se estima que el ISIS entrenó a 400-600 combatientes para "operaciones externas" que involucraron guerra de guerrillas urbana, dispositivos explosivos improvisados (IED por su sigla en inglés), vigilancia, contra-seguridad y falsificación.

El ISIS hasta el momento atacó con más fuerza en Francia y Turquía. Francia ha sufrido más de 230 muertes y unos 700 heridos, mientras que Turquía ha padecido más de 220 muertes y unos 900 heridos. En realidad, tanto Francia como Turquía son fuente de una cantidad relativamente alta de militantes extranjeros que combaten en Irak y Siria. Se calcula que hay unos 700 ciudadanos franceses y unos 500 ciudadanos turcos que están combatiendo bajo la bandera del ISIS.

¿Por qué el ISIS, entonces, se concentró en atacar a Francia y Turquía? Los resultados preliminares obtenidos por dos académicos revelan reacciones negativas a la laicidad francesa -la tradición de secularismo en la vida pública y política- entre jóvenes musulmanes sunitas privados del derecho de representación en países de habla francesa-. Esto, según se dice, facilita su radicalización y su reclutamiento por parte de los extremistas.

Pero es necesario investigar más factores. Por ejemplo, la política exterior francesa en el siglo XXI reconoció muchos reclamos de Oriente Medio. Francia se opuso a la guerra en Irak en 2003; intervino militarmente contra el dictador de Libia, poniendo freno a un potencial crimen contra la humanidad en marzo de 2011; y salvó una democracia frágil en Mali, de mayoría musulmana, en 2013. Si bien estas políticas se percibieron de manera favorable en gran parte de Oriente Medio, el ISIS y sus seguidores y simpatizantes vieron las cosas de otra manera.

Turquía, por su parte, hace mucho tiempo que es un modelo alternativo atractivo para otros países de mayoría musulmana. Hasta sus últimos retos, la democracia parecía estar teniendo éxito (aunque más no fuera a los ponchazos) y el crecimiento económico llegó al 9% en los últimos años. Dadas sus inclinaciones occidentales, no es ninguna sorpresa que el ISIS haya dedicado varias ediciones de su revista oficial, Dabiq, a atacar el modelo turco y al presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan. Se dice que una versión anterior del ISIS, el Estado Islámico en Irak, ordenó ataques de IED transportados en vehículos en Turquía ya en abril de 2012.

Europa necesita que sus democracias se unan alrededor de una estrategia común para defenderse de múltiples desafíos para la seguridad. Las señales de desunión y de fragmentación -para no mencionar los intentos de golpes sangrientos- favorecen el objetivo declarado públicamente por el ISIS de "debilitar la cohesión europea".

Si bien Francia y Turquía se han destacado como blancos del ISIS, no son los únicos. Pero, dada su posición compartida, su relación bilateral es especialmente importante y los diplomáticos de cada país deberían esforzarse por apuntalarla. Mayores tensiones no harán más que minar el potencial para una cooperación estratégica. Ahora es momento de aunar esfuerzos.

Omar Ashour, Senior Lecturer in Security Studies and Middle East Politics at the University of Exeter and an associate fellow at Chatham House, is the author of The De-Radicalization of Jihadists: Transforming Armed Islamist Movements and Collusion to Collision: Islamist-Military Relations in Egypt

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