La familia, motor de la economía

La convocatoria de elecciones generales, europeas, autonómicas y municipales ha venido acompañada de la elaboración de los programas electorales por parte de los diferentes partidos políticos. Estos programas recogen abundantes medidas económicas y es necesario analizar hasta qué punto son factibles y convenientes para nuestra sociedad. Algunas de ellas conllevan un fuerte incremento del gasto público, mediante el aumento de los impuestos o de la deuda pública, lo que reducirá el dinero disponible de los contribuyentes. En otros casos, no se especifica cómo se financiarán estas partidas, lo que genera la duda de si será posible llevarlas a cabo o si se trata de un brindis al sol dentro de la campaña electoral. En mi opinión, ninguno de los dos casos es acertado, ya sea por los desequilibrios que introducen o por las incertidumbres que despiertan.

Asimismo, ante el invierno demográfico que asuela a España y a la inmensa mayoría de los países desarrollados, algunas formaciones políticas incluyen en sus programas propuestas que faciliten el reemplazo generacional. Entre estas propuestas destacan muy positivamente las realizadas por Pablo Casado, como la creación de un Ministerio de Familia y una ley de apoyo a la maternidad, en la que abogará por la «cultura de la vida» con medidas fiscales, económicas y de apoyo a la familia.

A mi juicio, al hablar del apoyo a la familia y a la maternidad se realizan algunas apreciaciones inexactas que me gustaría precisar. De modo erróneo se considera que lo que el Estado se gasta en la familia son «ayudas sociales», partidas de los presupuestos destinadas a fondo perdido a una institución que necesita ayuda. Este planteamiento es equivocado ya que la institución familiar es el agente económico más rentable y productivo de la sociedad. Estudios del Foro de la Familia demuestran que por cada euro que el Estado emplea en la familia lo recupera multiplicado por 5,2 a lo largo de la vida de esta persona.

Un hospital, una universidad o una fábrica generan costes, pero se les define por los bienes o servicios que ofrecen a la sociedad. ¿Por qué no se hace lo mismo con la familia? Una institución que genera capital humano y forma ciudadanos que en el futuro pagan impuestos, crean riqueza, cotizan a la seguridad social y pagan las pensiones de los jubilados. Por tanto, en mi opinión lo moderno es apoyar la natalidad y la familia para poder mantener el Estado de bienestar y lo antiguo es conservar viejos prejuicios retroprogres que consideran revolucionario atacar la institución familiar. La familia es sin duda el motor de la economía. Los gastos de las familias en alimentación, vestido, productos para el hogar, guarderías, cuidado de la salud, seguros o educación conllevan un aumento del consumo y la inversión del país y, por tanto, un incremento del producto interior bruto. Estos gastos producen beneficios para el Estado en términos económicos y monetarios, y suponen ingresos directos para las empresas públicas y privadas.

Hasta ahora, se ha hecho muy poco en apoyo de la familia. Se piensa que la familia no necesita ser legislada, ya que esta acabará siempre saliendo adelante con los medios que tuviera y la generosidad gratuita de sus miembros.

Hoy en día es necesario establecer medidas de orden jurídico, económico y cultural que promuevan la estabilidad conyugal, el aumento de la tasa de natalidad y la conciliación de la vida laboral y familiar, como señaló Juan Antonio Sagardoy, en la Tercera de ABC del 22 de abril de 2018. Como indicó el economista Manuel Blanco, en el IV Foro #Stop Suicidio Demográfico, organizado por ABC y la Asociación de Familias Numerosas de Madrid, «las ayudas a la natalidad cubren tan solo el 20 por ciento del gasto durante los primeros 36 meses» y serán estas nuevas generaciones las que tengan que costear la sanidad y pensiones de sus mayores. Por este motivo, como señaló en este mismo foro la presidenta de la Asociación de Familias Numerosas de Madrid, María Menéndez, hacen falta propuestas y medidas que «fomenten la natalidad y fortalezcan la familia».

Por tanto, es necesario proteger y fortalecer a la familia, ya que la financiación del Estado de bienestar y el mantenimiento de los servicios públicos, dependen de que haya unas tasas de natalidad que permitan financiar estos servicios. Dada la situación en la que nos encontramos, no basta con medidas aisladas, sino que es imprescindible una legislación que acompañe a la familia en todos los ámbitos.

Ignacio Danvila del Valle es profesor de la Universidad Complutense de Madrid.

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