La fórmula mágica de la igualdad

—¿Pero tú eres feminista, Laura?

Cara de póker. Media sonrisa ladeada. Y tres minutos de explicaciones, que si la RAE, que si… Bien mirado, ¿de qué te sorprendes, Laura? Si te hubieran formulado esta pregunta hace unos años, ¿qué habrías contestado? Ahora es fácil, después de más de cuatro estudiando cómo son, qué piensan y cómo se sienten las mujeres en España, la respuesta es obvia. Pero no antes.

He llegado a una conclusión muy pero que muy básica: lo primero que hemos de explicarles a los hombres, e infelizmente a muchas mujeres, es que lo único que reclama el feminismo es la igualdad de oportunidades para mujeres y hombres. ¿Existe alguna mujer o algún padre de una niña o un niño que pueda no estar de acuerdo?

Aclarado qué es lo que reclama el feminismo, la siguiente cuestión es: ¿Las mujeres tienen las mismas oportunidades que los hombres? Y la respuesta es contundente: no. En España, en la actualidad, las mujeres siguen sin tener las mismas oportunidades que los hombres.

Un dato, a modo de ejemplo: el 60% de las mujeres que tienen trabajo remunerado y conviven con un hombre, destinan a las tareas de la casa y de los hijos, el doble o el triple de horas que sus compañeros. En consecuencia, ¿cómo van a tener estas mujeres las mismas oportunidades en el mercado laboral si llegan a sus puestos de trabajo mucho más cansadas que sus compañeros del sexo opuesto?

Entonces, ¿qué hacer para acelerar el camino hacia la igualdad? Cada día estoy más convencida de que la clave reside en reforzar cada uno de los tres pilares de la educación.

Uno de estos pilares, sobre el que nadie duda de su influencia en pro de la igualdad, es la formación académica. Otros dos datos: por un lado, entre las mujeres con el nivel de estudios más altos el paro es un tercio que entre las que dejaron de estudiar al finalizar los estudios básicos (el 13% frente al 39%) y, por otro, las primeras tienen cuatro veces más posibilidades que las segundas de ganar más de 1.500 euros al mes. La buena noticia es que, en España, la gran mayoría de las mujeres tienen en la actualidad un nivel de estudios superior al de sus madres (el 82%).

¿Por qué la formación académica es necesaria pero no suficiente? Pues porque entre las mujeres con estudios universitarios que conviven con un hombre son todavía muy pocas las que lo hacen en situación de igualdad en casa: apenas una de cada tres distribuyen entre él y ella de forma equitativa las tareas de la casa y el cuidado de los hijos, si los tienen.

¿Por qué hay tantas mujeres que en el mercado laboral desempeñan un rol similar al de su pareja y que, sin embargo, en su casa, aceptan semejante desigualdad? Los especialistas lo achacan a uno o a ambos de los otros dos pilares de nuestra educación: los valores que nos ha transmitido nuestro núcleo familiar y la cultura en la que hemos estado inmersos.

Es por ello por lo que es imprescindible que las madres y los padres eduquemos a nuestros hijos e hijas en la igualdad y que no olvidemos predicar con el ejemplo. Pero tengamos presente que nos será mucho más difícil lograrlo si nuestras hijas e hijos siguen leyendo libros de texto, cuentos, periódicos, revistas; y siguen viendo películas, series, e informativos en los que las mujeres o bien somos invisibles o bien aparecemos encasquilladas en una serie de estereotipos. Hoy no tengo ninguna duda: la igualdad, también hay que educarla.

Laura Sagnier (Barcelona, 1966) es analista y experta en big data y autora de Las mujeres hoy, un extenso estudio sobre cómo son, qué piensan y cómo se sienten las españolas.

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