La fuerza progresista de los empresarios

Desde su creación, hace ahora cuarenta años, el Círculo de Empresarios ha tenido entre sus objetivos estatutarios la promoción y el reconocimiento de la figura del empresario como elemento esencial en la creación de empleo, riqueza y bienestar, al servicio de toda la sociedad en su conjunto. Nos preocupa que la mayor parte de los españoles, en sus etapas de formación primaria, secundaria, y especialmente en bachillerato, reciban del sistema educativo una imagen del empresario que no se corresponda con la realidad. Esta, con frecuencia, se presenta distorsionada, proyectando un perfil de los empresarios como personas de dudosa reputación.

Para tratar de abordar este problema, hace ya quince años promovimos un análisis de los libros de texto que estudiaban nuestros jóvenes. En él detectábamos que la información y formación que recibían en relación con la iniciativa privada y el empresariado era sencillamente inquietante. En cierta forma era previsible que los alumnos que estudiaban aquellos textos, lejos de asumir los valores de la empresa y el mercado, acabaran frecuentemente orientándose hacia formas, esquemas y principios económicos ya fracasados en todo el mundo. Desde entonces han pasado muchas cosas en nuestro país, por lo que decidimos actualizar aquel análisis. Los profesores José Luis García Delgado, Juan Carlos Jiménez y Manuel Martín Rodríguez nos han ayudado a ello. Fruto de su trabajo es el libro «Empresarios y Bachilleres. La imagen del empresario en los libros de texto».

En estos casi tres lustros, la imagen del empresario ha experimentado una mejoría y la sociedad empieza a reconocer la importancia de su figura en la creación de empleo y bienestar. Por fortuna, la sociedad va distinguiendo al empresario genuino del oportunista o del que, disfrazándose de empresario, no es más que un sinvergüenza; de aquellos que pretenden enriquecerse sin hacer un esfuerzo de generación de riqueza que revierta en la sociedad, o que, incumpliendo la ley o los principios más elementales de la ética y la moral, sustraen valor en lugar de crearlo.

Los autores proponen un nuevo enfoque de los contenidos curriculares y han formulado una serie de propuestas en las que ponen el foco en la formación de los educadores. De estos reclaman una buena formación técnica, pero también predisposición a la hora de situar la figura del empresario en su verdadero papel dentro del sistema socioeconómico, huyendo de estereotipos simplones.

España tiene que crecer, porque si no crecemos no reduciremos nuestra deuda ni el déficit público, ni generaremos empleo ni podremos sostener un Estado de Bienestar cada vez más caro por el envejecimiento de la población. Para garantizar ese crecimiento, España necesita más y mejores empresarios y empresas de mayor tamaño. Son los empresarios quienes contribuyen al progreso frente a esas fuerzas conservadoras que, llamándose a sí mismas progresistas, ignoran las grandes transformaciones que se están produciendo en el mundo, y se niegan a hacer las reformas que España necesita para adaptarse a este nuevo escenario, mejorar su posición competitiva y poder así crecer en el mercado global.

La educación tiene que estar en la base de toda estrategia que busque inculcar los valores del esfuerzo y del trabajo bien hecho, la tolerancia, el espíritu innovador y emprendedor poniendo en valor la figura del empresario. El sistema educativo y el mundo de la empresa deben fortalecer sus vínculos, pero también las instituciones públicas, los medios de comunicación y las asociaciones empresariales deberían volcarse en difundir la aportación que el empresario hace a la sociedad.

Todos tenemos que implicarnos en esta tarea, y los primeros deberíamos ser los propios empresarios, asumiendo un compromiso público en defensa de la ética y las buenas prácticas empresariales. El mal ejemplo de unos pocos, con una gran proyección mediática, no debería empañar la imagen de una inmensa mayoría que trabaja con honradez. Y el mundo de la empresa tiene que jugar un papel cada vez más activo en el desarrollo de la sociedad, poniendo sus muchas capacidades al servicio de todos para resolver o mitigar sus complejos problemas.

Las estrategias de responsabilidad empresarial deben impregnar gradualmente a todo el tejido empresarial en beneficio de la sociedad en general. Los empresarios tendremos que mejorar nuestros comportamientos y ganar credibilidad. Pero tenemos también que dar a conocer cuál es la auténtica realidad de la empresa, y para ello necesitamos la ayuda de toda la sociedad: desde los educadores, hasta los medios de comunicación.

Es por ello por lo que, desde el Círculo de Empresarios, promovemos comportamientos empresariales responsables en busca de un capitalismo más humano, inclusivo y sostenible, haciendo que se escuche nuestra voz. Porque, como decía el filósofo irlandés Edmund Burke, «las malas ideas a veces prosperan porque quienes las tienen buenas no hacen nada».

Javier Vega de Seoane, presidente del Círculo de Empresarios.

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