La generosidad incomprendida

Por Mª Enriqueta Benito Bengoa, secretaria general de Unidad Alavesa y Ernesto Ladrón de Guevara, portavoz de UA (LA RAZON, 31/01/04):

Sin duda Unidad Alavesa no disfruta de muchos compañeros de viaje. Son muchos los que aspiran, y no solamente los nacionalistas, a su desaparición.

Si existiera un criterio ecuánime en los analistas políticos se hubiera hecho justicia con Unidad Alavesa, reconociendo aquel gesto de no presentarse en solitario a las elecciones autonómicas del 13 de mayo de 2000. En aquel tiempo Unidad Alavesa consideró que era mucho más importante arrebatar el gobierno a los nacionalistas después de la barbaridad del Pacto de Estella, que fue un acuerdo del nacionalismo con ETA, y la serie concatenada de barbaridades que siguió a aquel acuerdo, como cierta permisividad complaciente con el movimiento callejero de los «chicos de la gasolina» para la recogida de las nueces del Sr. Arzallus y su corte de acólitos; y ahora con los restos de Batasuna.

El tiempo pasa rápido y la memoria cada vez es más frágil. Parece que aquello fue pasado ya lejano, y sucedió casi ayer. Pues bien, Unidad Alavesa no se presentó por generosidad, incorporando a dos de sus máximos dirigentes en las listas del PP, sin más aspiraciones que derrotar al nacionalismo. Sólo obtuvo representación uno de los dos candidatos de UA y se fracasó en el intento, quizás por dos errores de campeonato del candidato número uno del PP; como eran el alimentar en exceso las expectativas y haber provocado unas elecciones autonómicas anticipadas sin dejar al nacionalismo ser pasto de sus propios fracasos y deslegitimación moral, que hubieran desgastado fuertemente sus posibilidades electorales. Lejos de conseguirlo lo que se alcanzó tras esas elecciones fue un fortalecimiento del PNV.

Esa generosidad del partido alavesista fue interpretada en clave de desaparición del mismo, y desde entonces no hemos dejado de sufrir las opas hostiles del Partido Popular y de sus instrumentos de propaganda.

Y llega, en este momento, la convocatoria de elecciones generales que nos va a traer un enfrentamiento descarnado y despiadado entre dos partidos que aspiran, uno a seguir en La Moncloa y el otro a ocuparla. Mientras tanto, una parte de los vascos sufrimos -en lo que se puede calificar ya como un mal endémico- una serie de problemas y necesidades que son cosas accesorias para ellos, pues o bien se instrumentalizan para sumar argumentos en otras regiones de España o simplemente, por parte de otros, se articula un juego sutil de alianzas con quienes han sido los herederos del caciquismo canovista en clave de represión de los derechos individuales de aquellos ciudadanos vascos que están en una órbita nada coincidente con la pretensión independentista. Pero pasa el tiempo y no vemos soluciones en clave política. Lo que nos pase a los vascos no nacionalistas les resbala en el fondo. No les interesa otra cosa que el poder en España. Pues bien, otra vez nos toca a Unidad Alavesa el sacrificio y la generosidad en aras a la razón de Estado.

Nos han llovido insinuaciones de que si nos presentábamos a estas elecciones perjudicábamos al bloque constitucionalista. Y es verdad, pues en ningún caso es previsible que Unidad Alavesa pueda obtener los más de veinte mil votos necesarios para obtener escaño en Álava. Y ello podría posibilitar que el PNV accediera a dos diputados y tres senadores, correlación típica del efecto electoral en la provincia en Álava en todas las elecciones generales. Es evidente que ni somos ciegos ni irresponsables. Y esa hipotética posibilidad nos aterra, pues supondría un cambio de tendencia histórico que dejaría a Álava al pie de los caballos en futuros retos electorales. Y eso no podemos permitir que suceda. ¿Y por qué manejamos ese escenario? Pues porque en las últimas elecciones forales obtuvimos en Álava 6.300 votos que podrían quedarse en un montón de papeletas sin representación, descontadas del cómputo general para que el PP o el PSOE obtengan el resultado habitual en este tipo de confrontaciones electorales en Álava. En beneficio del tercer partido en liza: el PNV por el efecto de la ley D Hont electoral.

No hemos querido correr el riesgo ni sufrir la carga de agresividad contra Unidad Alavesa por parte de los medios adictos al poder político en España que hubiera seguido a ese efecto electoral en el supuesto de producirse. ¿Se lo imaginan? Y por otra parte, porque somos un partido con una enorme carga de responsabilidad y visión de Estado. Pero ello no nos impide formular las razones que hubieran aconsejado en otras circunstancias la presentación de Unidad Alavesa a estas elecciones al Congreso y al Senado.

En primer lugar, pensamos que España necesita un meneo en el sentido de abandonar la senda de irresponsabilidad política que supuso consagrar el modelo de la España Asimétrica que divide hasta hacer irreconocible el artículo 14 de la Constitución Española, que establece la esencial igualdad de todos los españoles ante la ley. No nos gusta la España de los nacionalismos que tenemos. Aspiramos a la España de las regiones, profundamente descentralizada en autonomías pero igualmente profundamente cohesionada.

En segundo lugar, porque creemos que hay que devolver al ciudadano lo que le corresponde, que es la participación política y el control de sus representantes. No nos gusta la oligarquización de la política ni el alejamiento de los ciudadanos respecto a la cosa pública mediante la burocratización en cúpulas partidarias que hacen y deshacen a espaldas de las aspiraciones ciudadanas; desprestigiando y produciendo desafecto hacia la noble tarea de la política y de los asuntos colectivos. En este sentido queríamos trabajar -aunque por el momento lo tenemos que aplazar- por la reforma electoral para establecer listas abiertas, dependencia de los cargos públicos de la circunscripción que les ha elegido, limitación de mandatos en el ejercicio de la actividad política y un largo etc. De ser esto así, los ciudadanos separarían de sus responsabilidades a los protagonistas de casos tan execrables como lo acontecido estos días en Cataluña con el independentista flamante consejero de la Generalitat -por obra y gracia del Sr. Maragall- que contacta con ETA con impunidad y desparpajo, como si fuera una cosa tan normal y estupenda. En tercer lugar, porque se necesitan terceros espacios y regenerar la vida pública atacando conductas que rayan con la corrupción, como es la política de la vivienda que tiene esclavizados a miles de ciudadanos en toda España, por el juego de intereses que algún día conoceremos suficientemente. Y en todo caso porque el pluralismo es un valor a preservar y vamos hacia un monopolio peligroso para que pueda haber aire fresco en la política española.

En cuarto lugar, porque los medios de comunicación dan apoyo sólo a los grandes partidos y competir los pequeños con ellos mediáticamente es prácticamente imposible porque nuestros mensajes sociales y políticos no llegarían al conjunto de la ciudadanía. Pero por esta vez tendremos que esperar. Por ahora hay cuestiones de valor más prioritario, como erradicar la lacra del nacionalismo, que pesa para la mitad de la sociedad vasca como una losa.

Quizás en la próxima convocatoria de elecciones generales podamos presentarnos. El tiempo y las circunstancias marcarán la pauta.

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