Asomado al balcón del Siglo de las Luces, Melchor de Macanaz escribió hace 310 años al rey Felipe V el Memorial con las Proposiciones para el buen Gobierno y felicidad de la Monarchia. No iba mal encaminado al entregarlo a la estafeta.
Ese segundo párrafo de 1710 no pudo ser más elocuente: "El territorio español, bien gobernado, no tiene igual, no hay Nación más opulenta que la española; ha llovido el cielo el Maná en ella. No tiene necesidad de mendigar cosa alguna. Y será este el Reino más temido y venerado: Vuestra Majestad, el monarca más superior. Y sus vasallos los más felices, ejecutando lo siguiente…"
Al cabo de cinco días de un Wake Up, Spain! inolvidable, es imposible no sentir una inyección de optimismo equivalente. Máxime cuando las cifras económicas reflejan que esa "lluvia de Maná" -los 70.000 millones de fondos europeos- está fertilizando la piel de toro. Al menos superficialmente.
España ha crecido en 2023 cinco veces más que la media de la zona euro y por primera vez en la historia tenemos 21 millones de afiliados a la Seguridad Social, incluidas 10 millones de mujeres y 3 millones de jóvenes. Y la temporalidad ha descendido notablemente. El PP siempre tendrá en su debe haber votado contra la reforma laboral y en su paradójico haber que el error de su diputado Casero la hiciera posible.
Pero cuidado con lanzar las campanas al vuelo. Puede alegarse, también con los mismos datos, que hemos sido el último país desarrollado en recuperar el PIB anterior a la pandemia, que nuestra tasa de paro sigue siendo la más alta de la UE, que en nivel de deuda sólo nos supera Italia y que seguimos teniendo una renta per cápita un 25% inferior a la media comunitaria, después de que en la última década sólo hayamos cerrado tres puntos la brecha.
Lo que ocurre es que si un cónclave en el que hasta 150 empresas grandes, pequeñas y medianas van explicando su situación es un buen termómetro, habría que decir en este Wake Up, Spain! la expectativa de cura ha podido con la fiebre de cualquier enfermedad.
Mi resumen es que la fuerte desconfianza en la política no ha podido tapar una moderada satisfacción por la marcha de la economía y una gran fe en su futuro, potenciada por la irrupción de la Inteligencia Artificial Generativa. Todos los participantes, públicos y privados, escucharon con enorme atención a Carme Artigas y querían reunirse con los CEO de Microsoft y Oracle, Alberto Granados y Albert Triola.
Hasta para Yolanda Díaz, empeñada en meter al Estado en Naturgy tras el precedente de Telefónica, el incremento de la productividad es el gran objetivo al alcance de la mano. Como dijo Ana Botín, "para poder acabar con la pobreza y la desigualdad, hay que crecer y la Inteligencia Artificial es el ferrocarril de la nueva era".
Con la ventaja de que, como puso de relieve Pallete en el merecido éxtasis de su centenario, España ya tiene los raíles y las vías de una red de fibra más extensa que las de Francia, Alemania y Reino Unido juntas.
***
De nuevo empieza a perfilarse para 2024 un alza del PIB levemente superior al 2%, con la inflación controlada y una expectativa de bajada de tipos que favorecerá las palancas del consumo y el turismo. Las grandes superficies siguen mejorando sus ventas, los bancos no tienen repunte de morosidad y, como nos explicó Luis Gallego, nuestro talento expatriado en Londres, Iberia ya vuela tan alto como antes de la pandemia. Hasta la imparable Inditex, potenciada exponencialmente por García Maceiras, ha reabierto sus tiendas en Ucrania como prueba de fe en su aguante.
Queda, eso sí, el riesgo de que la alta tensión mundial provoque un grave cortocircuito del estilo del cierre del estrecho de Ormuz o un ataque de Putin a un país de la OTAN. Pero ni lo uno ni lo otro parece probable.
Albares regresó el viernes de la ONU -del avión al plató de Wake Up- tranquilo por la contenida respuesta israelí a la andanada de Irán, pero preocupado por el destrozo que, en todos los ámbitos, pueda ocasionar el anunciado ataque a Rafah en el sur de Gaza.
Es lógico que, sumando todo ello, el otro gran asunto de la cita de este año en Casa de América, además de la IA, haya sido la pujante conciencia de que tenemos que gastar mucho más en Defensa. O mejor dicho en "disuasión", como enfatizó el JEMAD. Europa tendrá que costearse la suya, sobre todo si gana Trump, y España no puede perder el tren del 2% del PIB.
La impactante eficacia de la "Cúpula de Hierro" israelí frente las bandadas de drones iraníes impregnó los debates del miércoles. Fue alentador ver a Margarita Robles -siempre reacia al roce con el mundo del dinero- convertida en directora de Marketing de la industria española de Defensa, hablando con detalle de algunos de los 33 programas -las fragatas y submarinos de Navantia, los vehículos 8X8, el avión de combate europeo- que generan 210.000 puestos de trabajo.
Es patente que el orgullo por la labor de nuestros militares en el extranjero y su contacto permanente, en Toledo y en Kiev, con los valerosos combatientes ucranianos, han empujado a la ministra de Defensa a la conclusión de que "trabajar por la paz" implica potenciar la industria española de armamento. Un sector puntero en avances tecnológicos como los que distinguen a la Oesía de Luis Furnells y en el que la Indra de Marc Murtra emerge con vocación de "coordinador natural".
***
Un similar aterrizaje en la realidad percibimos en la ministra de Sanidad, Mónica García, quien tras vincular, en una intervención de altura, las políticas de Salud con la lucha contra la exclusión y la pobreza, comparó la alianza entre lo público y lo privado con la interacción eficaz de un tratamiento que combine "el paracetamol con el ibuprofeno".
¿Qué esta en juego? Como dijo la ministra, nada menos que "la libertad de estar sanos". Y a ello coadyuvará el PERTE de Salud de Vanguardia que, bajo el comisariado de Raquel Yotti, ya ha alumbrado una empresa de terapias avanzadas con 51% de capital privado y un 49% público.
Otro tanto puede decirse, en materia de pragmatismo político, en el caso del ministro de Transportes Óscar Puente que, pasadas las noches de luna llena en que se transforma en el hombre lobo que más atemoriza del PSOE, vuelve a ser el gestor avezado y concienzudo de la movilidad sostenible.
Es frustrante que su mano tendida hacia el PP para abrir un diálogo sobre la financiación de las autovías, que incluya algún tipo de "pago por uso", haya tenido una respuesta tan abrupta. Es cierto que el Gobierno ni siquiera informa a Feijóo de su política exterior, pero una zafiedad no justifica otra recíproca.
Si hay un ámbito en el que, por la duración de las inversiones y la permanencia de las políticas, el "hagámoslo juntos" se convierte en imprescindible es el de las infraestructuras. Tal vez haya que achacarlo a su perspectiva periférica, pero llama la atención la oposición irreductible de Feijóo a una fórmula implantada en casi todos los demás países europeos.
No es comprensible que un camionero alemán pague por cruzar Francia, transite gratis por España y deba volver a pagar en Portugal. Y llama la atención que la propia Seopan -la otrora activa patronal del sector- dormite pensando que nunca habrá peajes sin consenso. Julián Núñez brilla ahora por su ausencia en el debate. ¿En qué ha quedado su ora et labora?
Todavía más acuciante es el problema de la distribución del agua, en una España cuarteada por la sequía en la que, tras las lluvias de Semana Santa hay embalses que tienen que abrir sus compuertas por puro desbordamiento.
De ahí que el presidente de Murcia Fernando López Miras y con especial énfasis el de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, aprovecharan nuestro Wake Up! para emplazar a García Page a sentarse hasta "arreglar el problema". De momento el presidente de Castilla - La Mancha se mantiene en sus trece -desaladoras sí, trasvase no- pero la empatía que le une a sus homólogos del PP puede terminar dando frutos insospechados. Como dijo Ciril Rozman, nuevo CEO de Agbar, "ante el riesgo real de desertización que padecemos, hay que situar el agua en el centro de las políticas públicas".
Y lo mismo cabe alegar, corregido y aumentado, sobre el suministro de energía eléctrica. España es ya el paraíso de la generación gracias a las renovables. Nuestra potencia instalada nos hace autosuficientes y nos convierte en exportadores potenciales. Como dijo el CEO de Cepsa Maarten Wetselaar, "en Europa hay hambre de energía limpia y seguridad de suministro".
El problema es que la inversión en distribución no mantiene el mismo ritmo. Todos los actores se fijan en la Red Eléctrica que preside Beatriz Corredor, constreñida a su vez por no sobrepasar el tope que incide en la factura de la luz. Parece obvio que urge un cambio regulatorio.
Hay un debate abierto -y que todos sean como este- sobre hasta qué punto conviene apostar por los centros de datos que consumen mucha electricidad y generan pocos puestos de trabajo. Pocos, pero muy cualificados porque, como clama Ismael Clemente, apostando por esa nueva línea de negocio desde Merlin Properties, "los ingenieros también son hijos de Dios". Y, claro, 200 empleos de 50.000€ de sueldo en cada emplazamiento no es cualquier cosa.
***
Fascina comprobar cómo las cuatro principales proposiciones englobadas en "lo siguiente a ejecutar" en aquel Memorial dirigido a Felipe V han estado en el temario de nuestro Wake Up: el fomento de la movilidad -entonces a través de la navegación-, el apoyo al comercio, la simplificación administrativa y la justicia de la fiscalidad.
Sobre esto último, pesaron mucho los argumentos de los banqueros y líderes energéticos en contra de los impuestos especiales que se vuelven como un bumerán contra el Gobierno lastrando el crédito y la inversión. "El Gobierno ha subido 69 veces los impuestos", denunció Ayuso en una vibrante y aplaudida ponencia de su puño y letra. "Somos una máquina de expulsar capital".
No fue desde luego ese el diagnóstico de Nadia Calviño, que en su primera intervención como presidenta del BEI presentó la propia actividad financiera de su institución como prueba "del gran potencial de España para atraer inversión y desarrollar proyectos en sectores de valor añadido".
Esta disparidad de visiones, propia de Wake Up, Spain!, se ha acentuado este año con la constatación de que el recién adquirido poder territorial del PP, plasmado en intervenciones como las Carlos Mazón, Jorge Azcón, Marga Prohens, el revalidado López Miras o las alcaldesas de Valencia y Zaragoza, está teniendo el efecto de un tsunami en la gestión autonómica y local.
La receta de Moreno Bonilla y Ayuso, heredada del mejor Aznar, se aplica por doquier: simplificación administrativa y menos impuestos para crecer, recaudar más y mejorar las políticas sociales.
En la Comunidad Valenciana hay un Plan simplifica cuyo efecto resume con jovial ironía Mazón: "Menos loros comiendo menos chocolate". "Esta va a ser la legislatura de la revolución en la administración", proclama Prohens. Pero ¿acaso no es lo mismo que pretende Bolaños con el minucioso plan de digitalización de la Justicia, de forma que "todos los trámites procesales se hagan de manera telemática"?
***
Macanaz fracasó hace tres siglos en su empeño modernizador y terminó siendo víctima de un cruel "empapelamiento" que dio con sus huesos en prisión. Pero su semilla germinó al cabo de unas décadas a través de ilustrados como Olavide, Jovellanos, Cabarrús o Campomanes que ejecutaron lo que Julián Marías describió en el título de uno de sus primeros libros como La España posible en tiempo de Carlos III.
España dio entonces un salto hacia adelante tan enorme como insuficiente para compensar su secular atraso. Siete reinados, dos repúblicas y dos dictaduras después "el latido del tiempo histórico" -por utilizar la expresión de Albares en su inspirador discurso de clausura- vuelve a acelerarse.
Y hétenos aquí que, gracias al marco de juego trazado por la Constitución del 78, la España posible en tiempo de Felipe VI está en condiciones de consolidarse como una de las grandes democracias europeas y de transformarse en una locomotora de prosperidad global sobre los raíles de la innovación.
La participación de Felipe VI en la inauguración de este IV Wake Up, Spain! ha servido para plasmar el liderazgo moral que este rey ejerce como factor unificador de la sociedad española. La hora y pico en la que cambió impresiones con los ponentes, líderes empresariales o con nuestro propio equipo de eventos puso de relieve esa empatía.
Felipe VI sabe que la sociedad española necesita confianza en un proyecto compartido. Además, tiene el don de saber impulsarla, en esas distancias cortas, desde la ecuanimidad y la generosidad. El Rey es el único actor de nuestra vida pública que no defiende intereses parciales y no pide nada para sí. Otro tanto cabe decir de la reina Letizia, el mejor fichaje que nunca ha hecho la Corona.
Tal vez por eso la prensa afín a Puigdemont se empecina en embadurnarles con chismes de albañal. Es lamentable que la práctica totalidad de los socios del Gobierno -esa es la gran rémora de Pedro Sánchez- pretenda sustituir al Rey por un presidente de la República. Quizá porque los separatistas intuyen que nada aceleraría la destrucción del Estado como la reproducción en su cúpula de pugnas rastreras como las que enfrentaron a Salmerón con Castelar o a Alcalá-Zamora con Azaña.
La Monarquía Constitucional encarnada en Felipe VI es el gran percutor del Wake Up sostenido que necesita España y, si el PSOE y el PP vuelven a la senda virtuosa de los grandes consensos de antaño, nada impedirá nuestro fructífero despertar.
Será entonces y sólo entonces cuando podamos atender la petición de Bolaños de clausurar nuestro "Davos español" con un "Well done!" o un "Good work, Spain!". Sólo haciéndolo juntos se tornará el aprobado en sobresaliente.
Pedro J. Ramírez, director de El Español.