La guerra de Modi contra la prensa

La guerra de Modi contra la prensa
Narinder/Nanu/AFP via Getty Images

Una serie de ataques a la libertad de prensa en los últimos meses ha hecho surgir inquietantes preguntas acerca del estado de la democracia india bajo el Primer Ministro Narendra Modi. Por largo tiempo, la India ha tenido una prensa libre y a menudo estridente, pero la situación ha cambiado notablemente desde la llegada de Modi al gobierno en 2014.

A fines de enero, la policía presentó una demanda por cargos criminales –incluida la sedición, que conlleva presidio perpetuo- contra ocho periodistas por haber cubierto una protesta en Delhi que se tornó violenta. Su crimen: informar de los reclamos de una familia de un manifestante muerto a manos de la policía. Yo enfrento las mismas acusaciones por haber tuiteado sobre la demanda cuando fue informada.

Seis periodistas y yo (parlamentario del Partido del Congreso) estamos acusados de difundir “información falsa” sobre esa muerte. Enfrentamos cargos en los cuatro estados gobernados por el Partido Bharatiya Janata (BJP) de Modi. La editorial, el editor y el director ejecutivo de la revista noticiosa de investigación The Caravan enfrentan diez casos de sedición en cinco estados por publicar el reportaje, y su cuenta de Twitter se suspendió brevemente por orden del gobierno.

El nuestro no es, para nada, un caso aislado. Solo en 2020, fueron arrestados 67 periodistas, mientras que 200 sufrieron ataques físicos en el periodo 2014-19, incluidos 36 en 2019, según un estudio del Colectivo por la Libre Expresión. Un periodista arrestado cuando iba a reportar sobre las secuelas de una violación en grupo en el estado de Uttar Pradesh ha estado encarcelado por seis meses, siéndole concedido un breve permiso para visitar a su madre enferma en el estado de Kerala, a más de dos mil kilómetros de distancia.

A la inversa, el periodismo afín al gobierno realiza sus actividades sin controles, incluso si es impreciso, propagandístico o incendiario, particularmente al informar sobre la intolerancia hacia las minorías o desacreditar a la oposición política. Los medios de comunicación masiva, ya sea impresos o por televisión, han sido intimidados y engatusados para que celebren acríticamente el gobierno de Modi.

Una vez dominados por la programación gubernamental, el paisaje de los medios visuales de la India está hoy repleto de empresas privadas, con más de cien canales noticiosos televisivos las 24 horas en múltiples idiomas. Mi estado de Kerala tiene, por sí solo, 13 nuevos canales en el idioma regional, el malayalam.

Pero la competencia ha generado una carrera por la atención de los lectores y televidentes y por los ingresos publicitarios que ha socavado persistentemente la calidad de periodismo indio. Mientras antes el Cuarto Estado valoraba los estándares editoriales y la ética en el periodismo, hoy se ha transformado en una grotesca plataforma alimentada por el sensacionalismo y la difamación. El frente noticioso debe ser derrotado y también, parece, los periodistas que lo componen. El gobierno y sus incondicionales no son casi nunca los blancos, pero sí lo son la oposición, la sociedad civil y las personas que disienten.

A medida que más ciudadanos indios disfrutan del alfabetismo y la creciente asequibilidad de los teléfonos móviles y los menores costes de datos, la India ha experimentado un auge de la circulación escrita y las redes sociales como fuente de noticias, especialmente entre los jóvenes. Pero los periódicos también están conscientes de que deben competir en un exigente entorno de medios, donde la TV y los medios digitales marcan el ritmo. Saben que cada mañana deben llegar a lectores que ya han visto la TV y leído el WhatsApp. Así, los periódicos sienten la necesidad de noticias “frescas” para superar a sus competidores de la TV y las redes sociales.

Como resultado, los medios de la India, en su apuro por contar una historia, han caído en trampas predecibles, a menudo volviéndose cómplices de la filtración malintencionada o la acusación maliciosa, cediendo su integridad a cambio del acceso a fuentes estatales bien conectadas. En este ambiente, el BJP ha socavado la prensa libre mediante la fagocitación y la intimidación, asegurándose así de que gran parte de la prensa produzca solamente noticias afines a las causas que el partido gobernante prefiere o que distraigan la atención pública de sus falencias.

Los medios noticiosos de la India deberían hacer que el gobierno rinda cuentas de sus actos y no acomodarse a él. La buena noticia es que no todos han olvidado la responsabilidad supervisora que los medios libres deben ejercer en una democracia. La Liga de Editores de la India ha pedido a Modi que revoque las Normas sobre Tecnología de la Información (Pautas para Intermediarios y Código de Ética de los Medios Digitales) de 2021, argumentando que socavan la libertad de prensa.

La mala noticia es que esos acontecimientos son la principal razón de las decisiones recientes de organizaciones calificadores de la democracia como la Freedom House (que bajó la calificación de la India desde “libre” a “parcialmente libre”) y el Instituto V-Dem (que ahora llama a la India un “autocracia electoral”) para expresar su alarma sobre el estado de la democracia del país. “La India, la democracia más populosa del planeta, también está dando señales de que la rendición de cuentas por parte del gobierno no es parte de la responsabilidad de la prensa”, escribió la Freedom House.

El arma preferida por el gobierno de Modi es la ley anti-sedición de la era colonial: según datos compilados por el sitio web article 14, una abrumadora mayoría de los casos por sedición ha sido presentada en los siete años desde que Modi y su partido BJP llegaron al poder. En un sistema de justicia centrado en lo criminal que ha cambiado poco desde la época colonial, las detenciones, acusaciones, investigaciones policiales y juicios aseguran que, incluso si no hay penas de cárcel reales, el proceso mismo sea el castigo.

En último término, la libertad de prensa es la mejor garantía de libertad y progreso. Es la argamasa que une a una sociedad libre, y también la ventana abierta que, en la famosa metáfora de Mahatma Gandhi, permite que el viento airee libremente la casa entera. Si persisten los esfuerzos de Modi por desinstitucionalizar lo que solía ser un Cuarto Estado dinámico e independiente, la confianza pública en los medios irá decreciendo y con ella la confianza en la democracia india.

Shashi Tharoor, a former UN under-secretary-general and former Indian Minister of State for External Affairs and Minister of State for Human Resource Development, is an MP for the Indian National Congress. He is the author of Pax Indica: India and the World of the 21st Century. Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.

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