La hegemonía del agua a través de las represas en Asia

Como si quisiera recalcar que el mayor reto de Asia es la manera de reaccionar ante una China cada vez más asertiva, el gobierno de este país ha hecho públicos sus planes de construir grandes represas en importantes ríos que fluyen hacia otras naciones. La decisión del Consejo de Estado de China de no prestar la menor atención a las inquietudes de los países que se encuentran aguas abajo y actuar de manera unilateral demuestra que el principal problema de Asia no es su capacidad de adaptarse al ascenso de China, sino persuadir a los gobernantes chinos de la necesidad de institucionalizar la cooperación con los países vecinos.

China se encuentra en el centro geográfico de Asia, compartiendo fronteras con 20 países: sin su participación será imposible crear un plan regional con reglas claras. ¿Cómo se puede hacer para que lo haga?

Este reto se vuelve más evidente que nunca en los ríos transfronterizos de Asia, donde China ha establecido una supremacía hídrica sin paralelos en el continente, al anexarse los nacimientos de los principales ríos internacionales (la meseta tibetana y Xinjiang) y emprender obras de ingeniería para alterar sus caudales mediante represas, embalses, presas, redes de irrigación y otras estructuras. China posee en su territorio más nacimientos de ríos transfronterizos que ninguna otra potencia y, después de haber construido más grandes represas que el conjunto de todos los demás países del planeta, ha hecho pasar el acento de su programa de construcción de estructuras hídricas desde la saturación de represas en sus ríos internos a hacerlo en ríos internacionales.

La mayor parte de las represas de China cumplen varias funciones, como generar energía eléctrica y satisfacer necesidades de suministro hídrico para las industrias, la minería, la irrigación y los municipios. Al aumentar el tamaño de las mismas, el país posee no solamente la mayor cantidad mundial de megarepresas, sino que es también el mayor productor global de hidroenergía, con una capacidad de generación instalada de 230 gigavatios.

El Consejo de Estado busca elevar en 120 gigavatios su capacidad de generación de hidroenergía, que ya es alta, identificando 54 nuevas represas (además de las que ya se encuentran en obras) como “proyectos de construcción claves” en su reformulación del plan del sector energético para el año 2015. La construcción de la mayor parte de las nuevas represas se ha contemplado en el sureste del país, lleno de biodiversidad y donde los ecosistemas naturales y las culturas originarias se ven cada vez más amenazados.

Después de reducir su programa de construcción de represas en respuesta a las graves consecuencias que significó para el medio ambiente la finalización de la Presa de las Tres Gargantas (la mayor del mundo), China se apresura ahora a construir una nueva generación de represas gigantes. Hoy que la construcción de represas se ha extinto en gran medida en Occidente (y se encuentra con una creciente oposición en comunidades de base en otras democracias como India y Japón), China se ha convertido en el centro de construcción de megarepresas del planeta.

Con estos proyectos queda en evidencia la mentalidad de suma cero que, al parecer, caracteriza la forma de este país de pensar en la gestión de los recursos hídricos. Al embarcarse en una serie de megarepresas en sus áreas fronterizas, en las que habitan numerosas minorías étnicas, China busca apropiarse de las aguas de los ríos antes de que atraviesen sus fronteras.

Asia es el continente más seco del mundo en términos de disponibilidad de agua dulce per cápita, por lo que necesita un sistema con reglas claras para manejar la escasez de agua, dar continuidad al rápido crecimiento económico y garantizar la sostenibilidad ambiental. Sin embargo, China sigue siendo el obstáculo principal, negándose a formar parte de ningún tratado de uso compartido de aguas con sus vecinos (ni mucho menos respaldar un marco normativo regional) porque desea mantener su control estratégico de los ríos transfronterizos.

Entre la gran cantidad de proyectos de represas recién aprobados se cuentan cinco en el Salween, tres en el Brahmaputra y dos en el Mekong. China ya ha construido seis megarepresas en el Mekong, arteria fluvial importantísima del Sureste de Asia continental. La última ha sido la Represa Nuozhadu, de 254 metros de alto, cuyo enorme embalse se ha diseñado para contener cerca de 22 mil millones de metros cúbicos de agua. Los planes de construcción de la actual represa amenazan el Gran Cañón del Río Salween (declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO) y las prístinas y delicadas áreas hacia donde fluyen los ríos Brahmaputra y Mekong.

Estos tres ríos internacionales se originan en la meseta tibetana, cuyos abundantes recursos hídricos se han convertido en un enorme polo de atracción para los planificadores chinos. El Salween, que corre desde el Tíbet por la provincia de Yunnan hacia Birmania y Tailandia, dejará de ser el último río asiático de curso libre cuando comiencen las obras del primer proyecto: la gigantesca Represa Songta de 4.200 megavatios.

La decisión del Consejo de Estado da marcha atrás a la suspensión de la construcción de represas en el Salween anunciada por el Primer Ministro Wen Jiabao en 2004, tras el clamor internacional por el inicio de múltiples megaproyectos en las Reservas Nacionales de la Naturaleza adyacentes al área de patrimonio mundial, una impresionante región de cañones naturales por la que los ríos Salween, Mekong y Jinsha fluyen en paralelo. Es una estrategia que refleja un patrón común ya visto en el caso del Yangtzé: China suspende un plan polémico que genera grandes protestas, solo para esperar que los ánimos se enfríen y retomar el proyecto.

Mientras tanto, el anuncio de tres nuevos proyectos de represas en el Brahmaputra, el principal río que fluye por el noreste de India y Bangladesh, ha hecho que el gobierno indio le aconseje “asegurarse de que (las obras) no terminen por afectar los intereses de los estados ubicados en partes inferiores de su curso”. El agua ha surgido como otras fuentes de tensiones en las relaciones sino-indias.

En nuevo énfasis de China en la construcción de represas en el sureste del país conlleva además riesgos de seguridad de mayor calado. De hecho, los científicos chinos responsabilizaron a la recién construida Represa Zipingpu, ubicada junto a una falla sísmica, del gran terremoto que en 2008 azotó el margen oriental de la meseta tibetana, causando la muerte de 87.000 personas. Se ha planteado que el peso del agua acumulada en esta enorme presa generó varias presiones tectónicas, o lo que los científicos denominan “sismicidad inducida por embalses”.

Su apuro por construir más represas augura un empeoramiento de las relaciones a lo ancho y largo de Asia, elevando la competencia por el agua e impidiendo el ya lento avance hacia la institucionalización de la cooperación y la integración regionales. Si China persiste en este imprudente camino se extinguirán para siempre las perspectivas de un orden basado en normas en el continente asiático.

Brahma Chellaney, Professor of Strategic Studies at the New Delhi-based Center for Policy Research, is the author of Asian Juggernaut, Water: Asia’s New Battleground, and the forthcoming Water, Peace, and War: Confronting the Global Water Crisis. Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.

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