La hora de Europa

La legislatura europea que arranca pone a prueba nuestra capacidad de afrontar con éxito desde las instituciones comunitarias nuevos retos y fortalecer con nuestras decisiones y políticas el proceso de integración. Ante la envergadura de las amenazas que tiene ante sí la actual Unión Europea, algunos agoreros sitúan sus mejores momentos en el pasado. Los europeos debemos defender nuestros intereses en un mundo dominado por el imperativo de la seguridad nacional y que se desliza hacia el proteccionismo económico.

El Partido Popular español tiene una presencia muy relevante en la primera formación política de la Unión, el PPE, que supondrá también una mayor influencia de nuestro país en las prioridades de la Comisión para este mandato. Somos orgullosos herederos de la obra de Robert Schuman. Hoy seguimos trabajando con la vista puesta en Europa, que es el nombre que damos a nuestra civilización. La tarea pendiente es renovar el mejor proyecto político, económico y social de nuestro tiempo, la unidad del continente, en un entorno internacional delicado y, de este modo, frenar la desintegración y el debilitamiento del Estado de derecho que producen los movimientos populistas y nacionalistas.

La hora de Europa
Nieto

La UE ha atravesado recientemente una sucesión de crisis que han amenazado sus fundamentos. La que pudo desarbolar el euro, la pandemia y la invasión de Ucrania, pasando por la crisis de refugiados y el ascenso de partidos antieuropeos en muchos Estados miembros. En estas situaciones difíciles, las decisiones más acertadas han sido las que han profundizado la integración. En momentos de máxima incertidumbre, ha tenido lugar un verdadero aprendizaje colectivo. De este modo, las medidas económicas y financieras para gestionar la pandemia fortalecieron con celeridad el sector financiero. La UE adoptó medidas monetarias y fiscales excepcionales, una movilización de recursos equivalente a varios planes Marshall. Asimismo, hace veintiocho meses los europeos tuvimos que hacer frente a la invasión rusa de Ucrania. Más aún, como ha dicho Ursula von der Leyen, esta guerra es un ataque a la economía, los valores y el futuro de todos los europeos, no sólo de los ucranianos. En su respuesta, la UE ha dado importantes pasos en el ámbito de la seguridad y la defensa que parecían imposibles hace poco tiempo. Se han aprobado trece paquetes de sanciones, la Comisión Europea por primera vez ha coordinado y financiado la compra de armamento y hemos asistido a un giro histórico de Alemania en asuntos militares. La necesidad de avanzar con rapidez hacia una defensa europea no sólo es una respuesta al revanchismo de Putin, al que no se puede recompensar con la partición y la desmilitarización de Ucrania. La transición geopolítica que ha emprendido la UE está relacionada con el debilitamiento del multilateralismo y de un orden mundial basado en reglas y con la entrada en una nueva era de grandes rivalidades, marcada por el ascenso de China, la superpotencia asiática que acelera su proyección global. Josep Borrell lo advertía en el Parlamento Europeo tras la invasión rusa: «Este momento trágico puede servir para que los europeos se den cuenta de que vivimos en un mundo peligroso que amenaza la vida y la prosperidad de todos, y que debemos reforzar nuestra unión».

Uno de nuestros grandes retos de la Unión en los próximos cinco años es convertirse en un actor global con capacidades sustantivas en seguridad y defensa, con una autonomía estratégica abierta que le permita defender mejor sus intereses y pesar más en la solución de conflictos. En este cometido, la UE no tiene mejor socio que Estados Unidos. Compartimos valores e intereses y nos enfrentamos a las mismas amenazas. Desde Washington se alentó la integración europea desde sus inicios. Durante la Guerra Fría, y hasta nuestros días, la Alianza Atlántica se ha convertido en la garantía de seguridad del continente europeo. La primera democracia del mundo sigue siendo nuestro aliado indispensable, como se ha demostrado en la respuesta conjunta en Ucrania. Debemos profundizar en esta relación de amistad, sin dejar de trabajar en el día a día para resolver las diferencias.

En los veinte años siguientes a su adhesión a las Comunidades Europeas en 1985, España vivió una prolongada historia de éxito, no repetida por ningún otro Estado miembro recién llegado. Luego perdió relevancia, al tiempo que se frenaba el dinamismo de la integración europea. Ante la crisis del euro, fue un gobierno del Partido Popular quien consiguió resolver los enormes problemas que sufrimos. Hoy la tarea pendiente es volver a demostrar que somos un socio serio y fiable, con una economía sólida, una política exterior coherente y capacidad de iniciativa en Bruselas.

En esta nueva legislatura debemos transmitir un europeísmo renovado. La integración es ante todo un proyecto ético, que une a las personas, multiplica sus oportunidades y celebra la diversidad. Es necesario adaptar a nuestros días las ideas fundacionales de paz y prosperidad compartida, de modo que sigan atrayendo y movilizando a los ciudadanos, los verdaderos dueños de la Unión.

El mejor camino es una mayor integración europea, con el desarrollo de políticas que garanticen la solvencia fiscal de los Estados miembros y el crecimiento económico. El papel que el Partido Popular español va a desempeñar en este proceso es el de impulsar una agenda ambiciosa de reformas y defensa de los intereses de nuestro país. De este modo, en su reciente discurso de investidura, la presidenta Von der Leyen ha asumido la práctica totalidad de nuestras prioridades para esta etapa, en materias como la protección del Estado de derecho, agricultura, pesca, la puesta en marcha de un Pacto Europeo del Agua, la implicación comunitaria en paliar los problemas de la vivienda, o el refuerzo de los controles migratorios y la seguridad de las fronteras. Son también retos de calado la política industrial, la automoción, el desarrollo de la inteligencia artificial y de una revolución tecnológica que beneficie a todos, mejore la productividad de nuestras economías y afiance la cohesión social.

En definitiva, trabajaremos por una Europa en la que vayan de la mano la defensa de la democracia, la creación de empleo, la gestión ordenada de la inmigración, la lucha contra el cambio climático y la proyección global de nuestros intereses. Robert Schuman escribió en sus memorias unas palabras que interpelan nuestras conciencias: «Nos sentimos solidarios en la preservación de la paz, la defensa contra la agresión, la lucha contra la miseria, el respeto a los tratados y la salvaguarda de la justicia y de la dignidad humana».

Alberto Núñez Feijóo es presidente del Partido Popular.

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