La hora de un congreso en el PSOE

Aunque nadie lo quería reconocer en las filas de mi partido, todo el mundo sabía que las elecciones municipales y autonómicas eran algo más que el momento de elegir alcaldes para los municipios y presidentes para las comunidades autónomas. Todos sabíamos que la dura crisis y la decisión del presidente Zapatero de hacer público que no sería candidato en el 2012 hacían de ellas un test sobre la fortaleza electoral y política del Partido Socialista. Por eso, aunque no se dijera, entramos en campaña con el corazón encogido por la responsabilidad, y con la determinación de que, pese a la dureza del PP, íbamos a dar la cara hasta el final para defender nuestras ideas y nuestras propuestas políticas.

La empresa no era fácil, y entre la crisis económica y los errores políticos cometidos, hemos llegado a la situación actual: una sonora derrota electoral que, dejando a un lado excusas para salir del paso, es un resultado que nos debería hacer reflexionar. Más aún cuando es bastante evidente que la sociedad está cambiando más deprisa que nuestra capacidad para presentar propuestas políticas a la altura de las circunstancias. Basta fijarse en los movimientos de Democracia Real Ya, en aportaciones intelectuales como el libro prologado por José Luis Sampedro -Reacciona- y en que la cuarta fuerza electoral en España sea el voto nulo o en blanco.

El PSOE es una fuerza política en España. Somos el partido que más tiempo ha gobernado desde la llegada de la democracia a nuestro país. Además, hemos sido el partido que más comunidades autónomas y administraciones locales ha gestionado durante estos años y el que más ha contribuido a que España pasase de ser un país de alpargata a una potencia internacional. No hay duda de que la crisis nos ha afectado sobremanera y ha difuminado las políticas sociales y de desarrollo que llevamos a cabo en la primera legislatura de Zapatero, pero eso no puede ocultar la gran contribución que nuestro proyecto político ha hecho para sacar a España de la oscuridad y el tradicionalismo del modelo de la derecha.

Aunque la crisis aún no nos ha dejado (y aun cuando lo haga nos legará como compañero durante mucho tiempo un paro excesivo), los socialistas debemos mostrarnos fuertes como organización abanderada de ese proyecto progresista de valores donde la igualdad y la libertad van de la mano y que tanto bien ha hecho en estos 34 años a España. Con este objetivo, no podemos ni esconder la cabeza bajo el ala, para no ver lo que ha pasado, ni activar huidas hacia delante. Debemos pensar bien los pasos que se han de dar y tomar las decisiones más adecuadas y, en todo caso, hablar con claridad a los ciudadanos. ¡Que bastante indignados están! En particular nuestros votantes. Cabe recordar que aunque el PP sacó 500.000 votos más en las elecciones del 22-M, el descalabro socialista se ha debido esencialmente a la pérdida de 1.500.000 votos y al millón de papeletas nulas o blancas.

No es suficiente con la elección del candidato para el 2012 y mucho menos en un proceso reñido de caras y nominalismos donde no se hable de proyecto y estrategia. El problema más grave no es de liderazgo. Aunque estos años han sido muy duros por la crisis, algo habremos hecho mal si no hemos sabido trasladar a la ciudadanía que el Gobierno se ha partido el pecho cada día para atajar la crisis.

Digamos las cosas como son: el PSOE, que mostró fortaleza ideológica en los primeros años del mandato de Zapatero, ha acumulado algunos errores estratégicos en estos últimos tiempos. Cuando la economía lo permitía hicimos los avances sociales más importantes en 20 años y, desgraciadamente, tuvimos que frenar parte de esas políticas de redistribución de la riqueza porque la crisis redujo los ingresos y la solidaridad con los desempleados era prioritaria. No hay redistribución si previamente no se genera riqueza. En los últimos tiempos el afán por la reducción del déficit y las reformas para generar confianza en los mercados internacionales nos han alejado de las necesidades de los más desfavorecidos y no hemos sido capaces de explicar y repartir los sacrificios de forma equitativa entre ricos y pobres. Ahora es el momento de pedir equilibrio en el reparto de los sacrificios y esforzarnos más en explicar las decisiones políticas. El PSOE debe tener claro que es un proyecto transformador de la sociedad española donde se protege la libertad, para no caer en la uniformidad y la tiranía, y la igualdad, para no deslizarnos en la jungla de la insolidaridad y las competiciones despiadadas.

Unas primarias servirían para la elección de un líder, pero ahora necesitamos mucho más que un hombre o una mujer al mando de la nave. Necesitamos corregir los errores, definir los proyectos, establecer las prioridades y reorganizar las federaciones. ¿Acaso alguien se ha parado a pensar cómo podemos afrontar los próximos meses y las elecciones de 2012 con tantas federaciones y agrupaciones locales en situación de crisis después de los resultados electorales cosechados en esas comunidades y ciudades?

Para ello, creo que lo mejor es convocar un congreso en el PSOE. Los estatutos lo permiten y para nuestra organización y para España lo mejor que podemos hacer es no entrar en experimentos arriesgados y dejar que las bases hablen de acuerdo con las reglas y los procedimientos que nos hemos dado desde siempre para poner al día nuestra organización: un congreso, donde se ajuste el proyecto político, se elija una nueva dirección, se establezca una estrategia clara y bien definida y se inicie la recomposición de la organización en los distintos territorios. ¡Hay tiempo si hay voluntad! Y no es incompatible la gestión de Gobierno con el debate político del partido, más bien al contrario, debería ser complementario.

Por Elviro Aranda, profesor de Derecho Constitucional y diputado nacional del Grupo Socialista.

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