La ideología base de nuestro pensamiento y conducta

¿Por qué la ideología y no el sentido común? Esta es una respuesta que aún no he conseguido encontrar por muchas cavilaciones que haya dedicado a la pregunta. Cuando aquella, la ideología, habita en las decisiones de los políticos todo se embarra hasta la saciedad. Nada hay más obsceno que anteponer las ideas del pensamiento al sentido común en una decisión. Estamos viendo continuamente como ante la toma de una decisión, por mínima que sea, va por delante la doctrina del partido, los votos de las posibles decisiones y las convicciones de personas que nada tienen que ver con el deseo de mejorar la vida de los conciudadanos, sino la preocupación de seguir las directrices marcadas por las autoridades del partido.

Ante una pandemia, una nevada, una vacunación o un análisis de antígenos, temas tan importantes y, a la vez, sencillos y cotidianos, prima la resolución política más que el mejor o peor enfoque en la consecución del objetivo. Nada hay más dañino para una población que, ante un problema, la mejor decisión sea la que cabalga sobre la ideología. Estamos continuamente viendo este desconcierto. Si los antígenos se hubieran aceptado en el principio; si la nevada hubiera sido organizada sin aplicar la visión política; si la vacunación no se utilizara como ariete frente a algunas comunidades que tienen una doctrina o administración diferente, otra cosa hubiera pasado. Hoy visto todo esto, con la perspectiva del tiempo pasado, seguramente muchos de aquellos que tomaron decisiones equivocadas estarían dispuestos cambiar de opinión. ¿O también sigue su mente obtusa e ideologizada? Podríamos seguir hasta la saciedad poniendo ejemplos. La estrategia es combatir al adversario, aun a costa de que las decisiones que se tomen no sean las mejores e incluso puedan ser perjudiciales y ¿qué podemos decir de las últimas leyes aprobadas? ¿No se han redactado con una pluma ideologizada? Cada frase, cada palabra rezuma ideología de la más pura necedad. La estulticia campa en toda su redacción. Leyes ayunas de inteligencia.

Los problemas sólo tienen un enfoque, por más que se quiera ocultar. Una decisión puede ser buena o mala, pero siempre en función del resultado, nunca de las piedras y rencores que llevamos en la mochila. Algunos de nuestros políticos llevan sus morrales llenos de piedras. Nunca han sido capaces de desprenderse de ellas. ¡Con lo fácil que es!

Convertir la educación en ideología es de las cosas más aberrantes que he oído. No se puede influir en la educación de un niño con destellos ideológicos por muy sencillos y tenues que sean. Esculpir, modelar la mente de un joven a base de ideología, sea del tipo que sea, es abyecto e inmoral.

Todo es fruto de una superficialidad y frivolidad de los gobernantes que piensan más en sus votos que en sus ciudadanos sean del partido o administración cualquiera. Es necesario tomar los acuerdos que sean mejores para los administrados, sin pensar si esto nos va a traer más o menos votos, pensando solo, si es bueno para todos, independiente de la familia política a las que estén adscritos. Estoy seguro que a quien lea estas líneas le vendrá a la cabeza cantidad de ejemplos que ha podido ver y vivir en su comunidad.

El relativismo cabalga de nuevo y en política todo vale. Si hay que saltarse la línea divisoria entre lo bueno y lo malo se hace. Todo sea por el partido y por los votos que nos sustentan y nos dan de comer. Nos da lo mismo lo que piense la ciudadanía. Nosotros seguimos avanzando con nuestro pensamiento ideológico y destructor. Así es muy difícil que las cosas salgan bien.

Es necesario cambiar las tornas y anteponer, siempre, lo mejor antes que las órdenes emanadas de los comités centrales que van en detrimento de la comunidad, pero esto significaría que la mentalidad de los políticos tendría que cambiar y esto es imposible; con estos mimbres es imposible hacer cestos, al menos, cestos buenos.

Esta es la razón por la que la política de estos últimos años se está tambaleando; camina oscilando entre lo malo y lo peor. Sigamos así y pronto veremos cómo caen los pilares de la convivencia y, con ello, los de la democracia. Ya han caído los de la honorabilidad. Se han perdido los valores y principios que sustentan una sociedad sólida y fuerte. El momento actual es de debilidad, de un desarrollo que trastabilla en cada curva, tropezando en cada piedra y esto, del virus, de la nevada, de la ley trans, de la ley del 'solo sí es sí', han sido grandes rocas que no se ha sabido ni querido, lo que es peor, sortear. Vacilaciones y titubeos, cambios oscilatorios en las decisiones no hacen nada más que enfangar más los problemas.

Debemos defender un cambio total en nuestros pensamientos y liberarlos de ataduras ideológicas que les atenazan. Seamos libres, pensemos en libertad y en esta decidamos.

Antonio Bascones es presidente de la Real Academia de Doctores de España.

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