La igualdad empieza en casa

Desde hace algunos años, a medida que nos aproximamos al Día Internacional de la Mujer, proliferan los artículos y reportajes sobre la desgarradora violencia machista y los desequilibrios que se producen entre sexos en la esfera pública (brecha salarial, calidad del empleo, presencia en puestos directivos…). Sin embargo, son contadas las referencias sobre el desequilibrio que ocurre a diario en muchas casas en lo que respecta al reparto de las tareas de la casa y del cuidado de los hijos o de otros dependientes. Y no puedo dejar de preguntarme: ¿por qué se presta tan poca atención a este desequilibrio? ¡La igualdad debería empezar en casa!

Resulta que entre las mujeres que convivimos con un hombre y tenemos trabajo remunerado, el 67% de las tareas de la casa recaen sobre nosotras y sobre ellos el 29%. Esto es, nosotras soportamos más del doble de estas tareas que nuestra pareja. El restante 4% lo realiza la ayuda remunerada. Y el peso femenino se dispara en tres tareas (superando el 74%): lavar la ropa, planchar y organizar la casa. Y cuando tenemos hijos, la situación no solo no mejora, sino que suele empeorar. Sobre las madres recae, casi en exclusiva: acompañarlos al médico, asistir a reuniones del colegio, levantarse a mitad de la noche y organizar su vida. Situación que es todavía más flagrante si la comparamos con la otra cara de la convivencia, los gastos familiares, en los que la mayoría de nosotras (el 72%) contribuimos igual o más que ellos. Y esto, a pesar de que muchas, por la conocida brecha salarial, ganamos menos que nuestra pareja. ¡Vaya negocio que hemos hecho las mujeres!

Lo que pocas nos hemos parado a pensar es que mientras tenemos trabajo remunerado y nuestros hijos son pequeños, realizamos una doble jornada: dedicamos, de media, 7,3 horas al trabajo remunerado y 6,2 al no remunerado (2,8 a la casa y 3,4 a los hijos). En consecuencia, el tiempo que nos queda para nosotras en casa se reduce a 1,7 horas al día, de media, lo justo para ocuparnos de nuestra higiene personal antes de acostarnos y al despertar. Y como los hijos no hacen vacaciones, acumulamos este poco tiempo para nosotras, los 365 días del año, un año tras otro, hasta que el pequeño deja de serlo. Es normal que estemos agotadas, ¿no?

Pero como de estos desequilibrios no se suele hablar tanto como de otros, ni tampoco de sus posibles consecuencias sobre nuestra salud, independencia económica o relación de pareja, muchas no somos siquiera conscientes del peligro que enfrentamos. Este es sin duda, un pez que se muerde la cola. ¿Cómo vamos a llegar al puesto de trabajo con la misma agilidad física y mental que los hombres? ¿Cuánto tiempo podremos aguantar el esfuerzo que requiere ser igual de productivas que ellos?

Es pues evidente que queda mucho por hacer en el ámbito de los poderes públicos y en las empresas. Pero, por favor, que nadie olvide que la igualdad debería empezar en la intimidad de la pareja.

Laura Sagnier es economista y experta en big data y market intelligence desde hace más de dos décadas y ha trabajado a nivel internaciional. Dedicó casi dos años durante un periodo que se cogió como "sabático" para hacer un análisis sobre qué piensan, qué sienten y cómo están las mujeres en España, Las Mujeres Hoy (Deusto, 2018).

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