La importancia de la eficiencia energética

Tras años hablando del calentamiento global, podría pensarse que todas las actuaciones sencillas de abordar ya se han puesto en marcha. Sin embargo, ahora que los gobiernos se están preparando para la vigésimo primera conferencia anual sobre el cambio climático (COP21), algunas medidas sorprendentemente sencillas siguen sin adoptarse. No me refiero a medidas poco importantes, sino a medidas que podemos tomar y que tendrán grandes repercusiones. Consideren por ejemplo lo siguiente: si se dotase de motores eléctricos eficientes para regular su velocidad a todas las bombas y ventiladores, se ahorrarían 3.338 TWh (3,3 millones de GWh), equivalentes aproximadamente a toda la electricidad producida en Estados Unidos en 2013.

La oportunidad es así de importante debido a que los motores eléctricos son unos de los mayores consumidores de energía. Hacen moverse a todo tipo de equipos y suponen aproximadamente el 40% de todo el consumo mundial de electricidad. En la Unión Europea son responsables de aproximadamente el 12% del total de emisiones de CO2, sólo por detrás de los equipos de calefacción.

En años recientes, la Unión Europea, junto con otros países como Estados Unidos y China, ha desarrollado nuevas normas que obligan a dejar fuera de servicio los motores que sean grandes consumidores de energía. Estas normas que regulan las especificaciones de consumo de energía (Minimum Energy Performance Standards, MEPS), especifican los valores mínimos aceptables de eficiencia de los productos, y establecen qué productos pueden ser comercializados y vendidos. Típicamente, las MEPS se hacen más exigentes a medida que pasa el tiempo. En EEUU, por ejemplo, las normas que exigen que los motores sean de clase más eficiente, entraron en vigor en enero de 2015.

Las MEPS europeas y sus equivalentes en otros países conducirán en última instancia a la renovación de la base instalada de motores. Sin embargo, al ritmo actual de implantación de las normas, y considerando las escapatorias posibles y los problemas para su aplicación, seguramente no serán suficientes para alcanzar los ahorros energéticos que se han establecido como objetivo; especialmente teniendo en cuenta que se espera que el consumo energético global crezca un 30% a lo largo de los próximos 15 años.

Una de las razones es que las MEPS especifican la eficiencia de los productos individuales, en este caso los motores eléctricos, en lugar de especificar la eficiencia de los sistemas motorizados. A pesar de todo lo eficiente que un motor pueda ser, si no puede regular su velocidad para adaptarla a la carga, estará siempre funcionando a máxima potencia. La legislación está poco a poco adaptándose para tener esto en cuenta. Por ejemplo, las leyes que se han puesto en marcha en EEUU en enero de 2015, especifican que algunos motores menos eficientes deben ser capaces de ajustar su velocidad. Pero sólo alrededor del 10% de los motores que están en servicio en todo el mundo están equipados con accionamientos de velocidad variable que les permiten hacerlo; y ello a pesar de que el ahorro de energía que puede conseguirse es importante: hasta el 50% en algunos casos.

Otro reto es desarrollar leyes MEPS comunes para todo el mundo. En esto también se está avanzando. Cada día hay más países que adoptan normas armonizadas, pero queda mucho por hacer. Un estudio reciente de la Comisión Europea establece que, si la más exigente de las normas MEPS actuales para la eficiencia de los productos se generalizase hoy mismo, el consumo energético mundial bajaría un 9%, y el consumo debido específicamente a los productos se reduciría un 21%. Con ello se ahorrarían 8.950 TWh de electricidad, equivalentes a cerrar 165 centrales térmicas de carbón, o también a retirar 132 millones de coches de las carreteras.

El tiempo se acaba para reaccionar ante el cambio climático. La opinión mayoritaria de los científicos es que no disponemos de mucho más tiempo para invertir la tendencia de las emisiones. Si no lo hacemos, no será posible limitar el calentamiento global a dos grados por encima de la temperatura de la época preindustrial. Se considera que este límite es el máximo que podemos permitir sin disparar acontecimientos climáticos potencialmente catastróficos.

De todas las actuaciones que se pueden tomar y se están tomando para limitar las emisiones de CO2 y mitigar los efectos del cambio climático, ninguna es más prometedora que la mejora de la eficiencia energética. Hay muchas medidas que se pueden implantar inmediatamente, sin miedo de limitar el crecimiento económico. De hecho, la mayoría de las inversiones en tecnologías de eficiencia energética se amortizan en uno o dos años gracias al ahorro de energía. Estas inversiones pueden mejorar de forma importante la competitividad de las empresas, y aumentar la actividad económica al reemplazar viejos equipos por otros nuevos. Pocas oportunidades habrá mejores que ésta.

Ulrich Spiesshofer es presidente y CEO del grupo ABB Ltd., especializado en tecnologías eléctricas y de automatización, que opera en unos 100 países y tiene unos 140.000 empleados.

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