La inmigración hacia el interior del Estado de Bienestar

El conflicto armado que desestabiliza a algunos países árabes ha desatado una enorme ola de refugiados que se desplazan hacia Europa. En el año 2015 llegaron, sólo a Alemania, alrededor de 1,1 millones de refugiados. Así mismo, la adopción del principio de libertad de circulación en Europa ha provocado flujos migratorios masivos intraeuropeos, no obstante que, en gran medida, dichos flujos pasan inadvertidos. En el año 2014, Alemania experimentó un flujo neto de ingreso de 304.000 personas provenientes de otros países de la Unión Europea, y probablemente se registra una cifra similar para el año 2015.

Algunos miembros de la UE, entre ellos Alemania, Austria, Hungría, Eslovenia, España, Francia, y los inicialmente acogedores Dinamarca y Suecia, han reaccionado suspendiendo virtualmente el Acuerdo de Schengen y restableciendo los controles fronterizos. Los economistas no están realmente sorprendidos por esto. En la década de 1990, decenas de trabajos académicos abordaron el tema de la migración hacia los Estados de bienestar, discutiendo muchos de ellos los problemas que ahora se hacen aparentes. En aquel momento yo también escribí bastante sobre el tema, intentando despertar – generalmente en vano – algo de conciencia al respecto entre los formuladores de políticas.

Un asunto fundamental está en juego. Los Estados de bienestar se definen por el principio que señala que aquellos que disfrutan de ingresos por encima del promedio pagan más impuestos y contribuciones en comparación con lo que ellos reciben en retorno en la forma de servicios públicos, mientras que aquellos cuyos ingresos son inferiores a la media pagan menos de lo que reciben. Esta redistribución, que canaliza los recursos públicos netos hacia los hogares de menores ingresos, es una corrección sensata a la economía de mercado, es una especie de seguro contra las vicisitudes de la vida y los rigores de la fijación de precios de escasez que caracterizan a la economía de mercado y que tienen poco que ver con un comportamiento de carácter equitativo.

Los Estados de bienestar son fundamentalmente incompatibles con la libre circulación de personas entre países si los recién llegados tienen acceso inmediato y completo a las prestaciones públicas en sus países de acogida. En tales casos, los países pueden actuar como imanes de bienestar, que atraen a muchos más inmigrantes de lo que sería económicamente aconsejable, ya que los recién llegados reciben, además de su salario, una subvención a la migración en la forma de transferencias públicas. Únicamente en el caso que los migrantes sólo recibieran salarios se podría esperar una autorregulación eficaz de la migración.

El primer ministro británico, David Cameron, llegó a la conclusión correcta respecto a este tema: el magnetismo del Bienestar no sólo conduce a una distribución geográfica ineficiente de las personas; también erosiona y daña al imán. Es por esto que Cameron al presente exige una limitación al principio de inclusión, incluso para los inmigrantes intraeuropeos, aduciendo razones económicas. Incluso si encuentran un trabajo, dice Cameron, los migrantes deben tener acceso a las prestaciones de bienestar financiadas con impuestos sólo después de cuatro años. En la situación actual, se tiene en vigor un período de espera sustancial que es aplicable solamente a los migrantes de la UE que no trabajan, quienes deben ser residentes en el Reino Unido durante cinco años para tener acceso completo a las prestaciones públicas.

La propuesta no implica necesariamente dificultades para los migrantes de la UE, simplemente significa que cualquier apoyo que ellos pudiesen llegar a necesitar durante el período de cuatro años sería financiado por su país de origen. De hecho, hay mucho que decir acerca de la distribución anticipada del principio del país de origen en la normativa de la UE: el país de origen del migrante debe seguir siendo responsable de proporcionar prestaciones sociales por un cierto número de años, hasta que se aplique el principio de inclusión.

Es difícil ver por qué, por ejemplo, un receptor de bienestar alemán que no es apto para trabajar debería ser apoyado por el Estado español si decide vivir en Mallorca. Sería igualmente inverosímil negar a esta persona el derecho a elegir su lugar de residencia sólo para proteger al Estado español. Si vamos a tomar la libre circulación de las personas con seriedad, deberíamos matar a la vaca sagrada de la elegibilidad inmediata para recibir prestaciones del Estado anfitrión.

Por supuesto, esto no se aplica a los inmigrantes por razones económicas procedentes de países no miembros de la Unión Europea, y menos aún a los refugiados. En la mayoría de estos casos sería imposible aplicar el principio del país de origen. Pero, por las mismas razones expuestas anteriormente, estos migrantes no pueden ser integrados en cifras del orden de cientos de miles dentro del Estado de bienestar sin poner en peligro la viabilidad del sistema.

Por lo tanto, el actualmente vigente sistema de prestaciones de sustitución del salario, que se aplica cuando los receptores no trabajan, debería ser sustituido por un sistema que ofrezca complementos salariales y trabajo comunitario. Esto reduciría los costos netos de los beneficios y debilitaría los incentivos para migrar. Andrea Nahles, ministra de Trabajo de Alemania sugirió lo antedicho, defendiendo lo que los alemanes llaman el concepto de los puestos de trabajo de un euro, que básicamente convierten las prestaciones sociales en un salario.

Ese es un muy buen consejo en una situación que de otro modo sería caótica. Si la libertad de circulación dentro de Europa se va a mantener – y si continúan los altos flujos de ciudadanos procedentes de países no miembros de UE – los Estados de bienestar europeos se enfrentan a una muy difícil decisión: ajustar o colapsar.

Hans-Werner Sinn, Professor of Economics and Public Finance at the University of Munich, is President of the Ifo Institute for Economic Research and serves on the German economy ministry’s Advisory Council. He is the author, most recently, of The Euro Trap: On Bursting Bubbles, Budgets, and Beliefs. Traducido del inglés por Rocío Barrientos.

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