La justicia automática

Querido J:

Sabes desde hace mucho de mi interés sobre el caso Camps. No solo por la flagrante injusticia que la policía, los fiscales, el juez instructor, los medios y su partido político cometieron con el expresidente de la Generalidad valenciana. Es que el caso Camps anuncia, de un modo dramático para su protagonista, el advenimiento de la era del populismo, ese instante donde la destrucción de un hombre no es ya competencia de la ley sino de la propaganda encaminada. Camps salvó su honor cuando un jurado popular lo declaró inocente, porque al final la civilización siempre depende de un puñado de justos; pero la maquinaria del populacho sigue asociando imperturbable su nombre a la corrupción. El populacho es un sísifo comodón e irresponsable que solo sabe empujar cuesta abajo.

La justicia automáticaHace algunas semanas el fiscal anticorrupción de Valencia, Vicente Torres, se avino a participar en esta siniestra juerga querellándose contra Camps por diversos presuntos delitos asociados (malversación y prevaricación, entre ellos) a la organización del Gran Premio de Fórmula 1 en Valencia. He leído la querella y toda ella es un puro disparate, ejemplo sulfuroso del estado de la justicia y de la sintaxis en España. Y al disparate se ha añadido el Tribunal Superior de Justicia de Valencia que la ha admitido a trámite y que ha encontrado razonables los indicios criminales descritos por el fiscal.

Los habituales matorrales dialécticos con que los juristas tratan a veces de disimular la endeblez de sus puntos de vista sobresalen aquí hasta el punto de que toda la acusación es poco más que un matorral. Pero cualquiera que se abra paso, y espero que agradezcas en lo que vale mi dedicación, coincidirá en que la clave de bóveda de la querella es la declaración que a instancias del fiscal prestó Bernard Charles Ecclestone, con domicilio en el Knightsbridge de Londres. Ecclestone fue hasta 2014 director ejecutivo del Formula One Group, es decir, el hombre que maneja el gran negocio de los bólidos. Por esta razón fue el hombre que en 2006 trató con las autoridades valencianas la llegada a Valencia de la Fórmula 1.

Has de saber que el interrogatorio a Ecclestone se hace por escrito. Y que el idioma en que contesta es el inglés. A partir del interrogatorio el fiscal deduce, y te lo escribo con su prosa: «No solo es Francisco Camps el que propone a Bernard Ecclestone la celebración del Gran Premio en Valencia, sino que es también el que negocia todas las condiciones, incluidas las económicas, presentando al señor Ecclestone un contrato para la celebración de la prueba».

Te adjunto subrayadas, y en su contexto, las tres frases claves de la declaración de Ecclestone, según el fiscal.

«Presidente Camps y yo hablamos de la posibilidad de celebrar un evento de Fórmula 1 Gran Premio de Denominado en el presente documento como el GP de Valencia por conveniencia. Su título oficial era la Fórmula 1 Gran Premio de Europa. Valencia. Mi recuerdo es que me sugirió la idea de él».

«Después de la carrera de GP2, Presidente Camps me organizó una reunión en Valencia entre él, yo y Rita Barberá, la alcaldesa de Valencia.»

«Me trajo un contrato de promoción proyecto carrera a la reunión. No recuerdo la discusión tasas específicas en esa reunión.»

Ya sabes que yo nunca olvido a Valéry, y como la sintaxis es un valor moral estas frases me parecieron puramente amorales. Así me fui al original inglés que consta en la causa. Llevo años manoseando las palabras, pero he experimentado pocas veces tal emoción sucia: me pareció que el original decía lo contrario que el fiscal. Como mi inglés es aún peor que mi catalán repasé la traducción jurada, presente en la causa, de doña Mª del Mar Martínez Martínez. ¡También decía lo contrario que el fiscal! Di saltos por la casa. Me aplaqué. Llamé a la señorita Verónica Puertollano. Me escuchó con su apasionada atención habitual. Me fui a la siesta. Al despertar vi que había puesto en nuestro documento compartido la traducción de Google del original inglés. La prosa sioux del documento fiscal le había hecho sospechar. En efecto: la traducción automática era prácticamente idéntica a la que utilizaba el fiscal Vicente Torres. Aquí tienes las versiones ordenaditas para tu solaz y escarnio.

Inglés: My recollection is that I suggested the idea to him.

Jurada: Recuerdo haberle sugerido yo la idea.

Fiscal: Mi recuerdo es que me sugirió la idea de él.

Google: Mi recuerdo es que me sugirió la idea de él.

Inglés: President Camps and I arranged a meeting in Valencia...

Jurada: el Presidente Camps y yo fijamos una reunión en Valencia...

Fiscal: Presidente Camps me organizó una reunión en Valencia...

Google: presidente Camps y yo organizamos una reunión en Valencia...

Inglés: I brought a draft race promotion contract to the meeting.

Jurada: Llevé conmigo un borrador de contrato de promoción de carrera en la reunión.

Fiscal: Me trajo un contrato de promoción proyecto carrera a la reunión.

Google: Me trajo un contrato de promoción proyecto raza a la reunión.

No sé qué decirte. Ni siquiera la excitación del descubrimiento logra aplacar un sentimiento de vergüenza ajena desmoralizante. Está el fiscal, ciertamente y su increíble negligencia, en la hipótesis para él más favorable, de preferir la traducción automática a la jurada. Pero está también el Tribunal Superior que se ha tragado una querella (y de nuevo a Camps) de la manera formularia que rige en las peores burocracias. Es probable que la justicia repare el error. ¿Pero quién pagará por haber llevado de nuevo al banquillo mediático a un hombre al que desde hace años se le aplica, a cada titular de periódico, la justicia automática?

Sigue con salud

Arcadi Espada

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