La larga marcha a partir del Tercer Plenario

Aunque la sucesión de liderazgo en China tuvo lugar hace ya varios meses, apenas ahora se conoce la agenda política de la próxima década. Siguiendo la tradición política china, la nueva cúpula del país tuvo que esperar hasta el Tercer Plenario del 18.° Comité Central del Partido Comunista de China (que se celebra tres o cuatro trimestres después del Primer Plenario, en el que se define la sucesión) para revelar sus prioridades en política económica.

Los terceros plenarios (y tal vez solo ellos) suelen ser fuente de transformaciones radicales. De hecho, fue en el Tercer Plenario del 11.° Comité Central del PCC cuando Deng Xiaoping lanzó las reformas que abrieron la economía china y dieron curso a más de tres décadas de veloz crecimiento económico. Los terceros plenarios de los 14.° y 16.° comités centrales del PCC (celebrados en 1993 y 2003, respectivamente) también son dignos de mención. En ambas reuniones, los líderes del PCC presentaron planes integrales para la creación y el perfeccionamiento de la denominada “economía socialista de mercado” en China.

La resolución en 60 artículos aprobada en el último Tercer Plenario abarca seis áreas: la economía, el sistema político, el medio ambiente, la cultura, la sociedad y el desarrollo de capacidades del Partido. Esto representa un cambio importante respecto de las agendas de los terceros plenarios anteriores, centradas exclusivamente en la reforma económica.

En lo relativo a los objetivos de reforma económica, esta resolución no es extraordinariamente innovadora. De hecho, la mayoría de los que menciona (como la reforma de las empresas estatales, el desarrollo de la empresa privada, la reducción de la intervención estatal, la protección de los derechos de propiedad y la creación de un sistema de mercado moderno) pueden hallarse en la resolución del Tercer Plenario del 16.° Comité Central del PCC.

Ni siquiera la decisión de redefinir la función del mercado en la asignación de recursos como “decisiva” es tan trascendental como muchos observadores afirman. Después de todo, ya la resolución de 2003 la había declarado “fundamental”. De modo que la implicación más importante de la última resolución es que despeja cualquier duda respecto del compromiso del nuevo liderazgo con la reforma promercado iniciada por Deng en 1978.

Como es tradicional, la resolución del Tercer Plenario no analizó problemas relativos al crecimiento y el desarrollo, temas en los que se espera que el gobierno profundice en un futuro cercano. Hecha esta salvedad, la resolución contiene varias cláusulas concretas en cuestiones de reforma económica que constituyen un muy necesario avance.

· Las empresas estatales deberán entregar al Estado el 30% de sus beneficios, en vez de quedarse con todo o casi todo, como durante las dos últimas décadas.

· Se amplían los derechos de propiedad de los agricultores, lo que les permitirá, por ejemplo, transferir e hipotecar el derecho al uso de la tierra (aunque comprensiblemente, el gobierno mantiene la cautela en relación con la privatización de terrenos rurales).

· Se introduce un impuesto inmobiliario con el fin de combatir el encarecimiento de la vivienda y reducir la proporción de inmuebles vacantes (una medida controvertida pero tal vez necesaria).

· Se flexibiliza la política de un solo hijo, de modo que aquellas parejas en las que uno de los miembros sea hijo único podrán tener dos hijos. (Que este cambio baste para revertir las problemáticas tendencias demográficas es todavía tema de acalorados debates.)

· El gobierno prevé “acelerar la reforma del sistema de registro de hogares”, a fin de facilitar la urbanización. Solo que ahora, aparentemente, el acento está puesto en alentar un desarrollo coordinado entre las áreas urbanas y las rurales. Se alentará a los trabajadores rurales migrantes a radicarse en ciudades pequeñas y medianas, pero la migración a las grandes metrópolis seguirá bajo control, con posibilidad incluso de implementar normas más estrictas.

Los objetivos realmente innovadores de la resolución están en otras áreas. Para empezar, la resolución incluye dos reformas legales cuyas consecuencias pueden ser trascendentales. En primer lugar, enfatiza el compromiso del gobierno con el “respeto y la protección de los derechos humanos”, prohíbe a los organismos policiales obtener confesiones “mediante torturas, castigos corporales o abusos” y elimina el muy criticado “sistema de reeducación a través del trabajo”.

En segundo lugar, con el fin de fortalecer la independencia judicial, la resolución incluye un llamado a “explorar el establecimiento de sistemas de jurisdicción judicial convenientemente separados de las áreas administrativas”. Dicho de otro modo, que los tribunales sean capaces de tomar decisiones con independencia de los gobiernos locales que los financian.

En el plano político, la resolución incluye medidas para fortalecer la denominada “democracia consultiva” de China. Si bien la idea de ampliar el papel político de otras fuerzas que no son el PCC no es nueva, el lugar destacado que ocupa dicha idea en la resolución señala la voluntad del Partido de adoptar un sistema político más democrático (pero conservando, por supuesto, su posición dominante).

En un sistema de partido único, la meritocracia es prerrequisito de la buena gobernanza, la cual a su vez es fundamental para mantener la estabilidad social. Por desgracia, la meritocracia se ha visto afectada por una cultura política de adulación y cinismo. Diseñar un mecanismo que minimice el sesgo de selección adversa en la designación de burócratas y funcionarios del partido se ha convertido en uno de los mayores desafíos a los que se enfrentan las élites gobernantes chinas.

Si bien el mensaje general de la resolución es alentador, una enumeración de objetivos de reforma no equivale a un análisis estratégico de las contradicciones que debilitan el desarrollo de China, ni mucho menos a un plan de acción para hacerles frente. De hecho, para la nueva dirigencia china, la exitosa finalización del Tercer Plenario no es sino el primer paso en una nueva larga marcha hacia un futuro más estable y próspero.

Yu Yongding was President of the China Society of World Economics and Director of the Institute of World Economics and Politics at the Chinese Academy of Social Sciences. He has also served as a member of the Monetary Policy Committee of the People's Bank of China, and as a member of the Advisory Committee of National Planning of the Commission of National Development and Reform of the PRC. Traducción: Esteban Flamini.

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