La 'ley anti-Florentino'

En nombre de la justicia, para evitar que en el futuro los megacracks multimillonarios extranjeros de nuestros equipos de fútbol continúen pagando menos impuestos que los trabajadores españoles que los aplauden, el Gobierno de Zapatero, a propuesta de los demás partidos de izquierda, prepara un cambio fiscal. Si ese proyecto entra en vigor, que eso está por ver, en vez pagar el IRPF rebajado del que han disfrutado hasta ahora, que es de un 24 %, pasarían al baremo de las demás personas con ingresos millonarios: un 43%. Ahora que Hacienda busca dinero debajo de las piedras para poder continuar subvencionando a los parados y ayudar a las empresas en dificultades, y cuando estamos amenazados por un déficit público inasumible, es incongruente mantener ese privilegio.

Si somos sinceros, reconoceremos que no es lógico que nuestro país, que no es el más rico del mundo, se permita el lujo de tener, para nuestro recreo particular, a los jugadores que los clubes de los demás países, incluso los económicamente más fuertes, no pueden permitirse. ¿Tiene sentido que tengamos aquí a buena parte de la selección brasileña, la selección argentina y la selección francesa, ahora que el fútbol es el mayor y más caro espectáculo-negocio del mundo?

Se lo debemos a un truco. España aprobó esa excepción tributaria presentándola como conveniente para atraer a científicos, profesores y artistas extranjeros que podrían mejorar nuestro nivel cultural. Luego, en la práctica solo ha servido para fichar con ventaja a los futbolistas caros. Ha sido un auténtico dopaje económico. Como en el fútbol se contrata ofreciendo cantidades netas, con nuestra rebaja fiscal conseguimos los megajugadores extranjeros por menos dinero que la competencia. Para que Cristiano Ronaldo o Ibrahimovic ganasen lo mismo que ahora, el Manchester United y el Inter tendrían que gastar mucho más dinero que el Real Madrid o el Barcelona. En estos momentos, en Alemania, todos los futbolistas millonarios pagan a Hacienda el 45% de lo que ganan, en el Reino Unido el 40%, en Italia el 30%... En España es ese 24%.
El mundo del fútbol español protesta. Dice que la medida nos hará daño, pero la verdad es que no ha aprovechado bien ni esa ni otras ventajas. La rebaja fiscal únicamente ha beneficiado a los dos grandes. Los demás clubes están arruinados pese a que se les puso el contador de las deudas a cero cuando casi todos se convirtieron en sociedades anónimas. Y viven con otra anomalía intolerable: el desvío hacia ellos de dinero público de los ayuntamientos, diputaciones y gobiernos autonómicos que en decenas de casos les subvencionan.

En principio, la opinión pública, a través de las encuestas de urgencia que se han hecho, está contra la discriminación tributaria de la gente de la calle respecto de los futbolistas extranjeros multimillonarios. Eso enlaza con las críticas del verano pasado, cuando Florentino Pérez, rico gracias a la burbuja del tocho inmobiliario que tanto daño nos ha hecho a todos, en plena crisis fichó para el Real Madrid a Cristiano Ronaldo por una cantidad escandalosa. En total, en su burbuja futbolera gastó 265 millones de euros para contratar al portugués, a Kaká, Benzema, Xabi Alonso y Albiol. Sus euros fáciles encarecieron tremendamente el mercado internacional y los demás equipos apenas pudieron reforzarse. El Barça, que quiso plantarle cara, tuvo que abonar 111 millones por Ibrahimovic, Chigrinskiy y el posteriormente cedido Keirrison, mucho más de lo que valían los tres juntos antes de que Florentino rompiese el mercado. La contratación de Cristiano Ronaldo también escandalizó en el resto del mundo y se multiplicaron las quejas por la injusticia de la ventaja fiscal española.
En cualquier caso, si la reforma de ahora sale adelante bien podría llamarse ley anti-Florentino. Porque va contra su filosofía: utilizar ese marco tributario de favor para hacer un equipo abonando lo que los demás creen que no se puede ni se debe gastar en los fichajes del fútbol.

Hay que ser prudente sobre si esta propuesta de reforma fiscal se materializará o no. Es una medida justa y en principio tiene apoyo, pero el mundo del fútbol es tan poderoso y movilizador que no es seguro que Zapatero pueda resistir la campaña defensiva que realizarán los clubes en contra suyo. Porque las teclas emotivas del fútbol, las identificaciones sentimentales y los enormes intereses que arrastra tienen mucha fuerza destructiva.
Por otra parte, si el fútbol español pierde algo de potencia, caerá la cotización de los derechos de las retransmisiones televisadas y eso afectaría a muchos otros estamentos. Por eso vale la pena recordar que este partido de la reforma fiscal no ha hecho más que empezar. Sería paradójico que, al final, en una situación electoral tan equilibrada, Zapatero y la izquierda perdiesen el poder a causa de querer aplicar una medida sensata y justa.

Antonio Franco, periodista.