No son pocos los actores políticos que nunca reciben críticas: ni siquiera se sabe que existan. Este es el caso del lobby de las empresas eléctricas. Nadie diría que son actores políticos de primer orden y, en cambio, sus intereses han determinado la acción del Gobierno del PP durante cuatro años y han contribuido a malherir no sólo los intereses de las empresas renovables (que eso sería políticamente irrelevante: ley del mercado), sino la única tecnología con la que España destacaba en el mundo: la energía renovable y limpia, que nos anticipaba a las exigencias del futuro. Cuatro años atrás, España lideraba esta tecnología. Es verdad que había conseguido tal nivel tecnológico incentivando paralelamente una burbuja especulativa en torno a las renovables. ¿Pero para pinchar dicha burbuja era necesario cargarse un sector económico puntero y estratégico?
En pleno naufragio de la economía española, las eléctricas han obtenido unas ganancias impresionantes que han representado y siguen representando un peso muerto sobre nuestra castigada economía. Lo explica muy bien Pimec, la organización de los pequeños y medianos empresarios. Mientras España, por imposición de la troika y los mercados, realizaba un auténtica cura de caballo (la autodevaluación que ha empobrecido a los que tenían la suerte de trabajar), las eléctricas han conseguido que entre todos paguemos sus irresponsables inversiones (la instalación de 25 GW con centrales de ciclo combinado de gas, inversiones que no se podrían pagar por falta de demanda).
Estas inversiones las hemos pagado los particulares (de ahí proviene el concepto “pobreza energética”). Pero sobre todo las pagan los empresarios. En un momento en que todo el mundo se apretaba el cinturón, los intereses de las eléctricas se han impuesto a las necesidades de reindustrialización y de exportación, es decir: representan un serio obstáculo al camino que recomiendan Alemania y la troika.
Esto ha sido posible por una alianza entre el Gobierno de Rajoy (ministro Soria), las eléctricas y diversos medios de comunicación. Esta alianza consiguió hacernos creer que el desequilibrio del déficit eléctrico era culpa de las energías renovables, dado que, supuestamente, las primas que les había concedido el gobierno socialista anterior pesaban demasiado sobre la tarifa eléctrica. Una vez más, una mentira repetida acabó convirtiéndose en verdad. Pero la realidad objetiva es otra: en el 2008 el consumo eléctrico era de 236.239 GWh, mientras que en el año 2013 sólo llegó a 168.608 GWh. Cayó un 28,6%. Sin embargo, los ingresos de las compañías eléctricas de la patronal Unesa en vez de caer, como ocurriría en cualquier actividad según las leyes del mercado, subieron notablemente. En el 2008 los ingresos de las eléctricas eran de 20.959 millones, en el 2010 fueron de 23.330, en el 2011 de 24.993, en el 2012 de 22.654 y en el 2013 de 21.872 millones.
Joan Vila, empresario y experto en energía, describe estos datos como “operación de magia”: “Para compensar la bajada del ingreso por consumo se subió la parte fija de la factura a través del BOE del ministro Soria”. Con una operación de magia no era suficiente y se forzó al alza el precio del mercado eléctrico: “En el año 2008 había un mercado eléctrico diario donde se contrataban unos 17.000 MWh a un precio medio de 38 € MWh, mientras que el año 2014 se contrataban unos 14.000 MWh (18% menos) a un precio medio de 48 €/MWh (26% más)”. En contra de la lógica de los mercados, la bajada de consumo repercutió en un aumento de precio. “Deberían estudiarlo en las facultades de Economía para explicar como un mercado puede ser completamente falseado y opaco”.
Este caso me recuerda la película La verdad, protagonizada por la maravillosa Cate Blanchett, que cuenta la historia del controvertido caso Rathergate, sobre presunto favoritismo recibido por George W. Bush en su época militar: destinado a la Guardia Nacional en vez de ser enviado a Vietnam, donde morían tantos jóvenes de su generación. La periodista que encarna Blanchett se precipitó a la hora de dar a conocer un documento no muy fiable sobre este favoritismo, pero el hecho es que los medios favorables a Bush se lanzaron en tromba a cuestionar el detalle (si el documento era o no auténtico) y nunca nadie se preocupó del tema fondo. La periodista y su equipo perdieron su empleo, pero nadie investigó si, en una sociedad meritocrática como la americana, los hijos de los ricos, Bush entre ellos, se escaquearon de Vietnam.
La burbuja de las renovables era la anécdota. Nadie habla de la categoría: de cómo las eléctricas estrangulan la economía productiva y exportadora; o de cómo se ha convertido en inútilmente cruel el sacrificio de los trabajadores españoles. Tuvieron que aceptar la autodevaluación, pero la rebaja del precio del trabajo, en vez de favorecer la competitividad de las empresas españolas, sirve para compensar los errores particulares de unas empresas eléctricas. Los que han permitido o apoyado esto ¿cómo se atreven a dar lecciones de patriotismo y de rigor?
Antoni Puigverd