La manzana de Blancanieves

Tras el fiasco del renuncio del partido republicano en la firma del rescate del sistema financiero de EEUU, motivada básicamente por un torpe movimiento electoralista de McCain y la quiebra de la primera entidad de depósitos norteamericana (Washington Mutual) junto con el rescate del cuarto banco del país (Wachovia), se evidencia aún más la caída libre de todo el sistema. Su crédito es casi nulo y, por ejemplo, el Banco Central de China ha prohibido a sus bancos prestar dinero a entidades norteamericanas. El virus ha llegado a Europa, y ha contagiado a entidades del peso como Fortis, Dexia o HypoReal.

Es este un buen momento para marcar las diferencias entre nuestro sistema financiero y el norteamericano, y lo haré tomando prestado un símil que usa un buen amigo mío, canario, por cierto.

Imaginemos que los ya famosos activos tóxicos son manzanas envenenadas por la madrastra de Blancanieves. Si tenemos un cesto donde se mezclan manzanas envenenadas y sanas puede ser sencillo separarlas. Si nos ofrecen un plato con manzanas de orígenes diversos troceadas, la criba será más complicada, pero posible. Si forman parte de una macedonia con azúcar y licor, tal vez los análisis se demoren más y nos cueste separar los trozos ponzoñosos, con la duda de si el veneno se habrá esparcido a través del jugo y al resto de frutas. Pero si hacemos compota de manzana, no habrá forma de distinguir las manzanas peligrosas.

En las alacenas de los bancos norteamericanos, y de alguno europeo, hay frascos enteros de compota de activos (titulizaciones, bonos, estructurados, derivados, coberturas) cuyo único destino sensato es el vertedero. Es prácticamente imposible llegar a la garantía real, sea un préstamo hipotecario o cualquier otro producto bancario. La situación en el sistema financiero español es radicalmente distinta, y sería bueno que el mundo lo supiese.

Nuestros bancos y cajas no han caído en la espiral de especulación en la que han sucumbido las entidades norteamericanas, tanto porque su modelo de negocio es distinto como porque nuestro Banco de España ha sido mucho más riguroso en la supervisión que la Reserva Federal.

No se puede negar que entre los activos de nuestros bancos y cajas hay alguna manzana envenenada, pero todas tienen nombre y apellido: Martinsa Fadesa, Afirma, Colonial... Son operaciones corporativas sobre inmobiliarias cuya elevada financiación se basó en una situación de mercado que ya no se da. Con ellas no cabe otro remedio que separarlas y tratarlas con sumo cuidado, sea refinanciando (Afirma), convirtiendo deuda en capital (Colonial) o asumiendo el quebranto en una situación concursal (Martinsa Fadesa). Pero la característica común es que todas las operaciones tienen nombre, apellido y activos reales que las respaldan en todo o en parte.

El resto de problemas del sector en España son inherentes al ciclo económico. Tras la expansión llega la contracción y la morosidad está subiendo mientras que la actividad se está ralentizando. El crecimiento de la morosidad es una mala noticia, pero debe ponerse en contexto. No debemos olvidar que nuestro sistema financiero ha vivido (y sobrevivido) con morosidades del 9% en 1993 y ahora estamos en el 2%. Y gracias a las provisiones genéricas anticíclicas, made in Banco de España, hasta que la morosidad no llegue al 4% el impacto en resultados estará amortiguado.

Obviamente la capacidad de absorber malas noticias es diferente para cada entidad y en estos meses veremos, seguro, fusiones aconsejadas por el Banco de España de bancos y, sobre todo, de pequeñas cajas. En el caso de cajas sería bueno tener amplitud de miras e impulsar fusiones entre cajas de distintas autonomías por su mayor sentido económico.

Era evidente que antes o después despertaríamos del espejismo de prosperidad en el que hemos vivido, pues las ayudas de la Unión Europea ya se terminaron y la explosión inmobiliaria acabó tornándose en burbuja. El entorno internacional está ayudando a que la caída sea más rápida y más profunda, porque la desconfianza generalizada hace que la financiación a cajas y bancos sea más cara y más difícil, lo que motiva que éstas endurezcan el crédito. Además, las grandes empresas industriales están realizando ajustes asumiendo que el mundo entero está entrando en recesión.

El cada vez más recordado crack del 29 nació de la explosión de una burbuja de crédito que arrasó al sistema financiero y contagió a la economía real. Pero las condiciones de partida son muy distintas. En 1929 el único motor económico era EEUU y el resto de países avanzados ya estaban en depresión real. Hoy es más que probable que asistamos al declive de Estados Unidos como referente económico mundial, incluso del dólar como moneda de referencia. Pero la Unión Europea, Japón, Rusia y China pueden, y deben, tomar el relevo. Y nuestro sistema financiero no está, ni mucho menos, en una mala posición de partida. España puede que nunca sobrepase a Francia en renta per cápita (y, si lo va a hacer, no hay que avisar), pero nuestras entidades financieras son, en general, muy solventes, porque en sus activos no hay compota de activos tóxicos. Como mucho, alguna manzana perfectamente etiquetada.

José Antonio Bueno, consultor. Socio de Europraxis.