La mejor oportunidad para Chipre

Nadie ha perdido nunca dinero apostando por el fracaso del proceso de paz de Chipre. Pero este año, la mejor oportunidad de las últimas décadas para poner fin a este conflicto ha ido asentándose poco a poco entre los políticos locales y extranjeros, y ahora la Unión Europea tiene una última ocasión de enmendar errores pasados.

Los primeros en cambiar de orientación fueron los turcochipriotas y Turquía, ambos impacientes por acercarse a la UE. En 2004, los votos de los 250.000 turcochipriotas expulsaron del poder al líder radical Rauf Denktash, aceptando el llamado Plan Annan que la UE, con mediación de la ONU, había aprobado y que dicta la constitución de una nueva federación chipriota y la retirada de las tropas turcas. Éstas se encuentran en la zona desde 1974, cuando el Ejército de Turquía invadió el norte de la isla para atajar los planes de un golpe de Estado greco-chipriota que pretendía unirla con Grecia.

Sin embargo, los 750.000 grecochipriotas votaron abrumadoramente en contra del Plan Annan. Resulta bastante retorcido que su intransigencia fuera de inmediato recompensada con su ingreso en la UE. A continuación, intervino la ley de las consecuencias no deseadas. La entrada en la UE ha hecho que los grecochipriotas crean que pueden por fin negociar un buen acuerdo con los turcochipriotas, que cuentan con el respaldo del poderío militar turco. Al mismo tiempo, los primeros comenzaron a temer que las políticas intransigentes de su líder radical, Tasso Papadopoulos, pudieran llegar a crear junto a ellos un Estado turcochipriota similar al de Kosovo.

De manera que en febrero el electorado grecochipriota votó por el comunista pragmático Demetris Christofias, que en su campaña enarboló la bandera de las concesiones a los turcos de la isla. Desde su llegada al poder, y con el apoyo de una formación de oposición todavía más fervientemente favorable al acuerdo, el Partido Democrático, ha acabado con muchos tabúes y ha aceptado que quizá los grecochipriotas también sean responsables del conflicto. Ha enviado una corona de flores y un representante al funeral de un turcochipriota exhumado, asesinado durante el ciclo de violencia civil de la década de 1960, reuniéndose con visitantes turcos que entran en Chipre directamente desde Turquía. El 3 de abril ambas partes de la isla abrieron un nuevo paso fronterizo en el corazón de la ciudad vieja de Nicosia.

En sus iniciativas, Christofias no se ha limitado a desarrollar la confianza mutua, puesto que ha aceptado que, una vez alcanzado un acuerdo, habrá un Estado constituyente turcochipriota. Ha dicho a su pueblo que el acuerdo no traerá consigo el retorno de todos los refugiados grecochipriotas desplazados durante la invasión turca de 1974, señalando que está dispuesto a aceptar la permanencia en su tierra de adopción de 50.000 de los inmigrantes turcos que desde entonces se han trasladado al norte.

Lo que impulsa este nuevo anhelo de compromisos es tanto la necesidad económica como el pragmatismo político. La comunidad empresarial grecochipriota y también los medios de comunicación progresistas se dan cuenta de que normalizando las relaciones con Turquía la isla podría relanzar su maltrecho sector turístico y generar más beneficios convirtiendo el país en un centro de servicios, entre otras cosas, financieros. Egipto, Líbano, Israel, los palestinos y sobre todo los sirios -hasta esta década portadores en el mundo árabe de la antorcha antiturca grecochipriota- están volviéndose cada vez más hacia Turquía, que cuenta con la economía de más envergadura y dinamismo de la región. Además, ahora gran parte de los grecochipriotas acepta que la única forma de lograr indemnizaciones por las tierras perdidas y de conseguir la retirada de los entre 25.000 y 43.000 soldados turcos que hay en la isla es llegar a un acuerdo.

Esto constituye un avance notable, que indica que ambos bandos podrían llegar a dicho compromiso en los próximos 12 meses. El 21 de marzo formaron 13 grupos y comités técnicos para debatir las bases del acuerdo. El 23 de mayo, Christofias y el líder turcochipriota, Mehmet Alí Talat, acordaron las líneas maestras del futuro pacto. Lograron, por lo menos semánticamente, cuadrar el círculo que forman las exigencias de unidad de los griegos de la isla y las de autonomía de la minoría turca. Según un diplomático, "parece que ya lo tienen todo bien atado".

Al caminar por las tranquilas calles de Nicosia resulta difícil apreciar la pugna existente en Chipre. Por entre las mansiones coloniales británicas de piedra color miel y las calles jalonadas de palmeras y llenas de resplandecientes coches deportivos, la isla parece más un próspero emirato del Mediterráneo oriental que el escenario de un conflicto enquistado. Sin embargo, la situación actual es más engañosa que nunca.

Ahora que la parte grecochipriota de la isla forma parte de la UE, el fracaso de estas conversaciones reportaría problemas internos a Europa, ya que la propia Chipre y Turquía, miembro de la OTAN, tratarían de castigarse mutuamente por medios institucionales; se correría el riesgo de que surgieran más tensiones militares entre Turquía y los grecochipriotas en el Mediterráneo; las relaciones entre la UE y Turquía sufrirían un prolongado periodo de alejamiento mutuo, en el que este país, al perder su rumbo europeísta, asistiría a un incremento tanto de su confusión política como de sus tendencias nacionalistas.

En pocas palabras, ha llegado la hora de que los líderes europeos den prioridad a Chipre y que visitantes de alto nivel como el ministro de Asuntos Exteriores español Miguel Ángel Moratinos hagan todo lo posible por respetar a ambos bandos y por inducirles a llegar a un acuerdo.

Después del rechazo irlandés del Tratado de Lisboa, ¿qué mejor forma hay de demostrar la relevancia de la UE que llevar la paz a Chipre? La difusión de la democracia y la prosperidad ha sido el objetivo más noble y el éxito principal de la UE, que sólo podrá seguir insistiendo en ellos si ayuda a Christofias y a Talat a enmendar en 2008 los generalizados y graves errores cometidos en 2004.

Hugh Pope, periodista y analista del International Crisis Group. Traducción de Jesús Cuéllar Menezo.