La misión de proteger y educar a los refugiados palestinos

La misión de proteger y educar a los refugiados palestinos
MOHAMMED ABED/AFP via Getty Images

Por cerca de 75 años, la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) ha prestado servicios de educación a refugiados de Siria, Líbano, Jordania, Gaza y Cisjordania, incluido Jerusalén Oriental. Más allá de habilitar a los refugiados para que no interrumpan su educación, la UNRWA les brinda un espacio seguro en que pueden escapar del conflicto, la violencia y las crisis económicas cada vez más profundas que rodean su realidad cotidiana. Pero nuestra capacidad de satisfacer las necesidades de los niños y niñas refugiados se ve cada vez más limitada por una razón trágicamente simple: la falta de fondos.

La UNRWA es la única agencia de la ONU que gestiona un sistema escolar completo. Desde 1950, más de dos millones de refugiados se han graduado de sus escuelas que, en la década de 1960, estuvieron entre los primeros centros educativos en lograr la paridad de género. Y seguimos desempeñando un papel crucial en el sistema educativo de la región: hoy cerca de 550.000 niños y niñas palestinos asisten a las más de 700 escuelas administradas por la UNRWA.

Se suele percibir a los refugiados como una carga, pero los egresados de la UNRWA han llegado a hacer aportes invaluables en sus comunidades y economías, convirtiéndose en profesores, médicos, ingenieros y científicos. Un exalumno controló un helicóptero teledirigido que sobrevoló la superficie de Marte. Es más, cada año nuestros centros de formación y orientación vocacional proporcionan a más de 8000 jóvenes las habilidades que se necesitan en el mercado laboral.

En pocas palabras, la UNRWA provee una educación inclusiva y de calidad que permite que los refugiados vivan vidas dignas y productivas. Y lo hace bajo las más difíciles de las circunstancias. En Siria, las escuelas de la UNRWA han permanecido abiertas y se ofrece apoyo psicosocial a menores, incluso en los periodos más tumultuosos de la guerra civil que está sufriendo el país.

Las escuelas de la UNRWA también funcionan como refugios. En Cisjordania y el Líbano, son verdaderos santuarios para los niños y niñas que soportan condiciones de vida extremadamente difíciles. Como lo expresa Jana, una niña de diez años que vive en el campo de refugiados Al-Arroub en Cisjordania, “la escuela es como un segundo hogar. Es el único lugar donde podemos divertirnos, aprender y conocer amigos”. En Gaza, las escuelas se transforman en albergues en tiempos de conflicto.

Más aún, las escuelas de la UNRWA buscan promover el respeto a los derechos humanos, la solución pacífica de los conflictos, la tolerancia y el pensamiento crítico. Por ejemplo, en 2001 se crearon los parlamentos estudiantiles, mediante los cuales nuestros 28.000 representantes estudiantiles -Jana entre ellos- promueven los intereses y la educación de sus pares, en temas como ayuda para resolver conflictos entre estudiantes, el involucramiento de sus comunidades y la representación de los estudiantes ante la administración escolar, al tiempo que ganan experiencia de primera mano sobre una ciudadanía responsable. Decenas de escuelas de la UNRWA se conectan cada año con sus contrapartes en diferentes continentes para colaborar en retos globales, como la protección del medio ambiente.

Además, la UNRWA trabaja en la modernización de sus cursos para alinearlos con las tendencias globales de digitalización y conectividad. Nuestra Estrategia sobre Tecnologías de la Información y Comunicación para la Educación (ICT4E), lanzada el año pasado, apunta a cerrar la brecha tecnológica mediante la entrega de tabletas a los estudiantes, el aumento del acceso a la internet y la introducción de clases de informática/TIC para que nuestros graduados posean las habilidades necesarias para competir en los mercados laborales locales, regionales y mundiales.

El valor del trabajo de la UNRWA es incuestionable, pero la carencia crónica de fondos está limitando nuestra capacidad de llevarlo a cabo. Demasiado a menudo los niños y niñas palestinos refugiados aprenden en escuelas con instalaciones inadecuadas. Sus aulas están repletas y se ven obligados a aprender en doble turno. Carecen de acceso a espacios o instalaciones de recreación, y a menudo a necesidades básicas como comida, agua potable, electricidad e internet. Muchos no se pueden permitir el coste del transporte desde y hacia la escuela. Y, a pesar de que el trauma es generalizado, el apoyo psicosocial que les brindamos suele ser insuficiente.

Los niños y niñas refugiados, uno de los grupos más desfavorecidos el mundo, se merecen mucho más.  La UNRWA necesita una financiación fiable y sostenida para cubrir los salarios mensuales de más de 20.000 profesores y personal educativo, e invertir en su formación continua. Necesitamos fondos para compensar las pérdidas de aprendizaje causadas por la pandemia de COVID-19, apoyar el bienestar y la salud psicosocial de los niños y niñas, y brindar los recursos e instalaciones apropiados, desde laboratorios de ciencias a patios de recreo. También para adaptar nuestras escuelas a la era digital e implementar programas de avanzada.

Quizás no exista una inversión más valiosa. Financiar el programa educativo de la UNRWA equivale a invertir en un futuro mejor para los niños y niñas refugiados, sus familias, sus comunidades y una región en conflicto.

Philippe Lazzarini is Commissioner-General of the United Nations Relief and Works Agency for Palestine Refugees in the Near East. Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.

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