La necesaria formación de los políticos

La sociedad civil española recela, en general, de sus políticos por una cascada de acontecimientos que se han ido produciendo a lo largo de los últimos años. Esta generalización puede no ser justa, pero nadie ha hecho nada para cambiar esa percepción. Los políticos aceptan, en líneas generales, las aceradas críticas de las que son objeto y, en determinadas ocasiones, optan por culpar a los periodistas de ello. En este contexto, traigo a colación uno de los pensamientos de Winston Churchill, si no el mejor, uno de los mejores políticos del siglo XX: «El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana; el mes próximo y el año que viene, y de explicar después por qué no ocurrió lo que predijo». En la obra El factor Churchill su autor, Boris Johnson, líder del Brexit y exalcalde de Londres, además de periodista, hace un pormenorizado repaso a la trayectoria profesional y humana del político británico. Entre otras muchas cosas, describe cómo, tres años antes de que estallase la primera conflagración mundial, en un informe dirigido al Comité de Defensa Imperial, Churchill predijo lo que iba a ocurrir en los primeros cuarenta días de contienda. No se equivocó. Evidentemente, el político británico se distinguía de los demás porque actuaba con conocimiento, formación e información. No se limitaba a reflexionar sobre lo que estaba ocurriendo, sino que también trataba de modificarlo.

Es claro que para llegar a esas situaciones el político debe tener unos conocimientos, una formación, que no se consigue en dos días. Países con tradición democrática como Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos nos llevan una ventaja considerable en esta área, con Centros dentro de campus como Oxford, Cambridge, SciencePo, Harvard y también la École Nationale de Administration (ENA). Pero también exige generosidad para que los políticos expertos dediquen parte de su tiempo a formar y buscar los valores de los jóvenes políticos.

En España esta ventaja considerable lleva reduciéndose diez años gracias al Centro de Estudios de Políticas Públicas y Gobierno de la Universidad de Alcalá, que pone a disposición de políticos electos y altos cargos de las distintas Administraciones Públicas un lugar de reflexión y debate para el análisis de las corrientes de pensamiento que influyen sobre las sociedades y políticas actuales. La misión del Centro también es aportar los instrumentos necesarios para la toma de decisiones de los gobernantes, organizaciones y partidos políticos; crear líderes duraderos y fuertemente comprometidos con el servicio a la sociedad y contribuir a que sus actividades en educación lleguen también a las personas con responsabilidad pública en la administración y gestión del Estado.

Desde su constitución hace ahora diez años, el Centro imparte foros sobre economía, sanidad, medioambiente, energía, ciencia e innovación, transparencia y educación. Una de sus características es su itinerancia. Los foros se llevan a cabo en sedes parlamentarias, tanto nacionales como autonómicas. Haciendo un balance, durante este tiempo se han organizado 28 foros, en los que han participado unos 1.400 alumnos de todos los partidos políticos, entre ellos altos cargos de las distintas Administraciones Públicas, diputados, senadores y parlamentarios autonómicos. En ellos, más de 360 ponentes han impartido conferencias, incluyendo a tres premios Nobel: los profesores Harald zur Hausen, Joseph Stiglitz y Angus Deaton, y algunas de las instituciones más relevantes en el mundo empresarial.

Los políticos trabajan en un entorno de cambio continuo que les exige una preparación continuada sobre distintos retos a los que se tienen que enfrentar para resolver cuestiones económicas y sociales; en definitiva, para ser más útiles y eficaces en la gobernabilidad del país. La alta participación y el éxito de estos foros demuestran que existe en España una clase política responsable y sensible a las demandas sociales.

He releído la magnífica conferencia que sobre «Vieja y nueva política» dictó en mayo de 1914, hace más de un siglo, el polígrafo José Ortega y Gasset en el teatro de La Comedia. «Nosotros iremos a las villas y a las aldeas –enfatizó Ortega y Gasset ante un auditorio ávido de escucharle– no solo a pedir el voto para obtener actas de legisladores y poder de gobernantes, sino que nuestras propagandas serán a la vez creadoras de órganos de socialidad, de cultura, de técnica, de mutualismo, de vida, en fin, humana en todos los sentidos: de energía pública que se levante sin gastos precarios frente a la tendencia fatal en todo Estado de asumir en sí la vida entera de una sociedad».

Ya para terminar, es obligado hacer mención al nivel educativo de nuestros políticos. Es alto y se ha incrementado desde que comenzó la democracia. Con esto no se pretende que se establezca un círculo elitista académico en las instituciones, sino afirmar la necesidad de que aquellos que sean elegidos por los ciudadanos reciban una formación continua, al margen de la ideología de sus partidos.

Carmen Mateo, directora del Centro de Estudios de Políticas Públicas y Gobierno de la Universidad de Alcalá y presidente de CARIOTIPO MH5.

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