La necesidad de reformular el orden internacional liberal

Si bien es poco en lo que pueden coincidir las potencias mundiales en estos días, la mayoría reconoce que el mundo se encuentra en un punto de inflexión crucial. La Estrategia de Seguridad Nacional del Presidente estadounidense Joe Biden llama a esta “la década decisiva” en la competencia por el futuro del orden internacional. De manera similar, el Presidente ruso Vladimir Putin plantea que el mundo está entrando “en la década más peligrosa, impredecible y, al mismo tiempo, más importante desde el fin de la Segunda Guerra Mundial”. Para el Canciller alemán Olaf Scholz, la invasión rusa marca un Zeitenwende (momento decisivo), que significa que “el mundo ya no será como era antes”.

Sin embargo, a pesar de la percepción ampliamente compartida de que el orden internacional se encuentra en un punto de inflexión, nadie sabe todavía hacia qué se dirige o las líneas divisorias y visiones estratégicas que le darán forma de manera decisiva.

Entre las democracias liberales, la brutal guerra de Rusia contra su vecino democrático (con el apoyo tácito de China) ha reforzado la impresión de que los revisionistas autocráticos representan la amenaza más seria al orden internacional basado en reglas. Las democracias de la región indo-pacífica temen que “la Ucrania de hoy sea el Asia Oriental de mañana”, como lo expresó el Primer Ministro japonés Fumio Kishida. Los autócratas no solo están en el intento de establecer nuevas esferas de influencia; también están creando nuevos retos a las reglas y normas internacionales sobre derechos humanos, infraestructura y desarrollo globales, seguridad energética y estabilidad nuclear.

Pero la dinámica al interior y entre estos dominios es mucho más compleja de lo que sugeriría una simple dicotomía entre democracia y autocracia. Muchos países en desarrollo tienen profundas quejas sobre lo que consideran un orden económico que no ha sido útil para sus intereses. El libre comercio (y la infraestructura que lo facilita) ha sido objeto de críticas desde muchas direcciones, a medida que las grandes potencias utilizan sus vínculos comerciales como armas y recurren al proteccionismo. Incluso en el tema de los derechos humanos -íntimamente vinculado al orden internacional basado en reglas-, las democracias no siempre están a la altura de sus proclamas y a menudo no han votado en conjunto las resoluciones de las Naciones Unidas.

Estas complejidades se ven con mayor detalle en los nuevos datos del Índice de Seguridad de Múnich 2023, desarrollado por la Conferencia de Seguridad de Múnich y Kekst CNC, basado en encuestas de opinión pública de los países del G7: Brasil, India, China, Sudáfrica (los BRICS excepto Rusia), y Ucrania. Ante la pregunta de cuál es la principal línea divisoria actual en la política global, la mayor parte de los encuestados (23-46%) efectivamente apunta a la división entre democracias y dictaduras. Pero otras diferencias geopolíticas también destacan de manera importante, como la que existe entre países ricos y pobres, y entre los estados que apoyan un orden internacional basado en reglas y aquellos que no lo hacen.

Los autócratas no están solos en sentir una profunda insatisfacción con las normas e instituciones internacionales actuales. Muchas personas en Asia, África y América Latina asocian el orden mundial liderado por occidente a la dominación poscolonial, los dobles estándares y el desinterés por las necesidades de los países en desarrollo, más que con los principios liberales y el multilateralismo. Aun así, y a pesar del rechazo de varios estados al orden internacional actual, estas sociedades no necesariamente ven el mundo bajo la óptica de “occidente contra los todos los demás”.

Si bien los autócratas revisionistas han descrito los conflictos geopolíticos contemporáneos en esos términos, muchos encuestados de Brasil, India y Sudáfrica no lo ven así. Tampoco el rechazo al orden global necesariamente se traduce en apoyo al revisionismo autocrático. Cuando se les pidió que calificaran el atractivo de las normas planteadas principalmente por Rusia y China, frente a las de Estados Unidos y Europa, los encuestados de Brasil, India y Sudáfrica muestran una clara preferencia por estos últimos. Parafraseando a Winston Churchill, muchos países parecen ver el orden internacional basado en reglas como la peor opción, con excepción de todas las demás.

Con tal diversidad de preocupaciones y divisiones, simplemente defender el statu quo no es una opción para quienes desean que prevalezcan las reglas y los principios democráticos. Es urgente que las democracias liberales afinen su visión de lo que significa el orden internacional.

Para hacer que el orden liberal sea más atractivo para un público global más amplio, sus partidarios deben mirar más allá de la estrecha óptica de la competencia sistémica. Si bien la competencia entre democracias y autocracias es un rasgo que define la política global hoy en día, no conviene subestimar las muchas otras líneas divisorias que están alimentando a la opinión pública. Solamente si les dan respuesta podrán las democracias liberales aclarar cómo las legítimas inquietudes de la gente pueden abordarse con su actualización de las normas internacionales.

El Informe de Seguridad de Múnich apunta a algunas de las preguntas clave. ¿Cómo se puede reformar el sistema de comercio mundial para impulsar la prosperidad y, al mismo tiempo, mitigar las vulnerabilidades originadas por las interdependencias globales? ¿Cómo pueden los mecanismos y normas de cumplimiento de los derechos humanos alinear mejor la protección de las libertades individuales con las nociones más colectivas de bienestar? Y, lo que es más importante, ¿cómo puede el orden liberal internacional representar mejor a los muchos países que hasta ahora se han visto relegados a sencillamente obedecer las reglas?

Como han mostrado las atrocidades y los costes de la guerra de Rusia contra Ucrania, ciertamente el orden internacional no precisa de revisionismo. Pero sí necesita con urgencia una “reformulación” de instituciones, procesos y marcos de trabajo clave, de manera de sostener mejor los principios sobre los cuales se fundó.

Tobias Bunde, Director of Research and Policy at the Munich Security Conference, is a researcher at the Hertie School’s Centre for International Security and co-editor (with Benedikt Franke) of The Art of Diplomacy: 75 Views Behind the Scenes of World Politics (Ullstein, 2022). Sophie Eisentraut is Head of Research and Publications at the Munich Security Conference. Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.

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