La nueva industria del automóvil

Por Miguel Arias Cañete. Secretario Ejecutivo de Economía y Empleo del Partido Popular (ABC, 05/04/06):

ESPAÑA es el séptimo país productor de vehículos del mundo. En el sector del automóvil en España trabajan más de 300.000 personas, en las 18 plantas existentes. Si tenemos en cuenta el empleo directo y el indirecto, la población ocupada se acerca a los dos millones de personas. Sólo estas cifras dan una idea de la importancia que la industria del automóvil, incluyendo la fabricación de componentes, tiene para España, por lo que no puede quedar rezagada en el proceso de innovación tecnológica y en asegurar su competitividad en un contexto internacional. Preocupa en gran medida la deslocalización industrial, y con razón, pero a corto plazo es más importante la destecnificación, si no sabemos innovar a tiempo.

Dentro de este proceso de innovación hay que trabajar en los nuevos materiales, como, por ejemplo, los nuevos aceros con alto contenido en manganeso, de gran resistencia y alta conformabilidad. Igual desarrollo cabe esperar de los plásticos y sus derivados, componentes electrónicos, aluminio, fibra de carbono, magnesio, vidrio y otros materiales y equipos que la industria del automóvil va a ir incorporando a corto plazo. Por consiguiente, no es sólo la industria del automóvil la que va a sufrir enormes cambios, incluyendo -claro está- la industria auxiliar. También la industria siderúrgica, la electrónica, los plásticos, los recubrimientos textiles y otros componentes deberán ajustarse a las nuevas demandas.

Es verdad que la industria del automóvil es puntera en tecnología y muy dinámica, que se ha constituido un Observatorio del Automóvil y que nuestras compañías operan todas ellas con tecnología externa, pero todo esto es absolutamente insuficiente. En los próximos años el cambio en esta industria va a ser radical. En diez o quince años el corazón de la industria del automóvil será los coches eléctricos alimentados por hidrógeno, en una primera etapa fabricando coches híbridos -gasolina-hidrógeno- y después utilizando como combustible sólo hidrógeno. Este futuro exige acciones mucho más vigorosas que las desarrolladas hasta ahora.

Las tecnologías para la producción de hidrógeno son diversas. Ninguna está madura y es preciso dedicarles la máxima atención. El hidrógeno tiene una elevada energía específica, su oxidación no genera contaminantes de ningún tipo, es muy abundante en nuestro planeta, puesto que se obtiene del agua, pero no es energía primaria: hay que producirlo, como la electricidad. Es un vector energético y su producción requiere cantidades grandes de energía.

Es interesante analizar los rendimientos energéticos: en las turbinas de vapor convencionales -centrales de carbón, fuel-oleo o gas natural de un solo ciclo- los rendimientos son de entre el 32 y 39 por ciento, el resto de la energía se pierde; en los motores de combustión interna -vehículos- el aprovechamiento energético se sitúa entre el 20 y el 30 por ciento; los aerogeneradores alcanzan una eficacia del 40 por ciento; sin embargo, las centrales hidroeléctricas tienen muy altos rendimientos, alrededor del 80 por ciento. Todo ello obedece no a las tecnologías, sino a las leyes de la física, la química y la termodinámica.

En el caso del hidrógeno, la tecnología actual permite un rendimiento de las pilas de combustible alrededor del 50 por ciento, y puede mejorarse hasta un 70-80 por ciento. Sus ventajas son muchas, pero las dificultades para su producción y manejo también. El uso del hidrógeno supone una nueva revolución industrial porque los nuevos automóviles serán otros, nada que ver con los actuales, y es todo un reto para el sector energético y para el de automoción.

¿Cómo disponer del hidrógeno necesario? Ésa es otra tarea, pero, como se ha percibido claramente su necesidad, los países avanzados en la industria del automóvil -EE.UU., Japón, China, Corea, Francia y otros- han optado con decisión por abordar esta cuestión, que a corto plazo debe acometer España. El motor eléctrico es más silencioso que nuestros motores de explosión -gasolina- o diésel -gasóleo-. Puede ponerse en marcha a muy bajas temperaturas -hasta 20 grados bajo cero- y no emite gases de efecto invernadero -CO y CO2-, ni óxidos de nitrógeno, ni partículas, ni hidrocarburos. Simplemente por el tubo de escape sale vapor de agua. En definitiva, son coches eléctricos con excelentes características medioambientales, muy silenciosos y no emiten ningún tipo de contaminantes: NOX, partículas CO, SO2 o CO2. Simplemente emiten vapor de agua. Todas las grandes marcas están trabajando intensamente en los prototipos de coches eléctricos, y las grandes compañías energéticas, en la producción de hidrógeno.

Y en España, ¿qué estamos haciendo?

Es urgente aunar esfuerzos entre todos los sectores concernidos y empezar ya, al menos con las siguientes actuaciones:

-Mayor participación en el VII Programa-Marco de la UE en este dominio.

-Mayor dedicación a estos grandes proyectos de nuestros centros públicos y privados de I+D.

-Acuerdos con el sector energético para la producción de hidrógeno.

-Previsión de infraestructuras de transporte.

-Previsión de la instalación de hidrogeneras.

En definitiva, lo que está en juego es el futuro de nuestra industria del automóvil, y tenemos la obligación de ver a distancia, para bien del presente y futuro de nuestra población. La actual inactividad en este dominio es sencillamente suicida.