La ola migratoria que se dirige hacia Europa no es un problema, es una oportunidad

Emigrantes de Siria y Afganistán tratando de abordar un tren en Hungria con destino a Alemania. Credit Mauricio Lima para The New York Times.
Emigrantes de Siria y Afganistán tratando de abordar un tren en Hungria con destino a Alemania. Credit Mauricio Lima para The New York Times.

Probablemente los líderes europeos no deseen escuchar esto ahora, mientras tratan desesperadamente de cerrar sus fronteras para detener a cientos de miles de emigrantes y solicitantes de asilo que escapan del hambre y la violencia en África y el Medio Oriente. Pero la realidad es que se están enfrentando a la imparable fuerza de la demografía.

Las fronteras fortificadas pueden ralentizarla, un poco. Pero cuanto antes Europa reconozca que afronta décadas de inmigración desde sus regiones vecinas, más rápida será la respuesta para desarrollar las políticas necesarias para ayudar a integrar grandes poblaciones de emigrantes a sus economías y sociedades.

No será una tarea fácil. Ha sido un desafío para muchos países ricos desde hace mucho tiempo, por supuesto, pero en aspectos fundamentales Europa está fallando.

Quizás no es para sorprenderse, ya que un reporte reciente de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (O.E.C.D. por sus siglas en inglés) encontró que es más difícil para los inmigrantes conseguir un trabajo en las naciones de la Unión Europea que en la mayoría del resto de los países ricos. Pero eso no explica por qué también es más difícil para sus hijos nacidos en Europa, quienes reportan incluso más discriminación que sus padres y sufren de tasas más altas de desempleo que los hijos de la población autóctona.

En vez de fortalecer las fronteras, los países europeos podrían mejorar en este aspecto. Los beneficios serían sustanciales tanto para los ciudadanos europeos como para el resto del mundo.

Mientras Hungría se apresuraba para colocar alambre de púas a lo largo de su frontera sur y los líderes de Unión Europea debatían planes para destruir las embarcaciones de los contrabandistas cerca de la costa del norte de África, la División de Población de las Naciones Unidas publicó silenciosamente su más reciente replanteamiento del futuro crecimiento de la población.

La expectativa de que la población mundial alcanzaría los nueve mil millones en el 2050 se ha esfumado. Ahora, la O.N.U. predice que alcanzará casi los 10 mil millones a mediados de siglo y sobrepasará los 11 mil millones para el 2100. La mayor parte del aumento poblacional provendrá de las regiones pobres agobiadas por los conflictos que han estado enviando emigrantes desesperados a Europa en busca de seguridad y una mejor vida.

Se espera que la población de África, la cual ya ha crecido un 50 por ciento desde finales de siglo, se duplique para el 2050, alcanzando los 2,5 mil millones de personas. La población del sur de Asia puede que crezca más de 500 millones. Y se espera que la densidad poblacional de Palestina aumente al doble, a 1.626 personas por kilómetro cuadrado, tres veces más que la densamente poblada India.

Durante las próximas décadas, es probable que millones de personas dejen estas regiones, forzadas por la guerra, por la falta de oportunidades, y por los conflictos por recursos culpa del cambio climático. La próspera Europa será inevitablemente el destino principal.

La reacción inicial de Europa al flujo de emigrantes ha sido mixta, en el mejor de los casos. Alemania, en particular, ha invertido recursos concretos para ayudar a cubrir las necesidades básicas de los refugiados que espera recibir este año. Pero difícilmente ese es el espíritu en la mesa de discusión. Y Europa aún está enfocada mayormente en cerrar sus fronteras, incluso hasta el punto de cerrar muchas de sus fronteras internas, que alguna vez fueron de libre tránsito.

Existen mejores opciones. La historia de la inmigración alrededor del mundo sugiere que la nueva población de emigrantes podría ser integrada al tejido social europeo, para el beneficio de los europeos, de los nuevos inmigrantes e incluso de las regiones del mundo que ellos han dejado atrás.

Pensemos en Gran Bretaña, por ejemplo, donde el gobierno del Primer Ministro David Cameron llegó al poder prometiendo reducir la tasa neta de inmigración.

Investigadores del Instituto Nacional de Gran Bretaña para la Investigación Económica y de la Universidad de Ottawa estimaron que llevar a cabo esa política acortaría el ingreso per cápita de Gran Bretaña, incrementaría el gasto público y aumentaría los impuestos para pagarla. Después de lo mencionado, para el año 2060 el salario de los Británicos sería 3,3 por ciento más bajo que si el gobierno no se hubiera metido con la tasa de inmigración.

Estas dinámicas aplican a lo largo del mundo desarrollado. Frédéric Docquier de la Universidad Católica de Louvain en Bélgica, Caglar Ozden del Banco Mundial y Giovanni Peri de la Universidad de California, Davis, encontraron que la inmigración desde 1990 hasta el 2000 tuvo un efecto positivo en el salario de los trabajadores autóctonos, incluyendo trabajadores con bajos salarios, en virtualmente los 34 países presentes en la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico.

Los países ricos con bajas tasas de fertilidad y con poblaciones más avanzadas de edad se benefician de emigrantes jóvenes, quienes ayudar a acelerar la oferta en el mercado laboral. Desde el 2000 hasta el 2010, los emigrantes representaron cerca de dos tercios del incremento de la fuerza laboral europea. Los inmigrantes traen diversidad para complementar los atributos de los trabajadores domésticos: diferentes niveles de educación y productividad, y diferentes patrones de consumo.

También estimulan las inversiones empresariales para aprovechar la oferta adicional en el mercado laboral. A pesar de percepciones populares de lo contrario, los emigrantes frecuentemente están altamente preparados en el ámbito educativo, y generalmente no representan una carga para el presupuesto público. Stefano Scarpetta, director del departamento de empleo, trabajo y asuntos sociales en el O.E.C.D. dijo que los inmigrantes frecuentemente contribuyen más en impuestos que lo que extraen en beneficios públicos.

Lo que es más, los países enviando inmigrantes al extranjero también se benefician. “En las remesas se transfiere parte de las ganancias de la productividad incrementada de los emigrantes, a los nativos que permanecen en el país de origen” escribió Julian di Giovanni de la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona, Andrei Levchenko de la Universidad de Michigan y Francesc Ortega de la Universidad de la Ciudad de Nueva York.

Por supuesto, la respuesta más sensata a la inmigración de gran escala debe incluir ayudar a los países inestables y empobrecidos de África a superar la presión demográfica que entorpece su desarrollo. Las inversiones en capital físico y humano sencillamente no pueden mantenerse a la par con el crecimiento demográfico. Así como tampoco la creación de empleo.

Alcanzar la transición demográfica a una mortalidad y tasas de fertilidad más bajas requerirán de no tan sólo invertir en educación para la mujer e incentivar el uso de anticonceptivos, sino también liberar a la mujer para que sea capaz de tomar sus propias decisiones reproductivas.

Mientras tanto, el desafío para Europa es histórico. Recibir millones de emigrantes de diferentes razas, religiones y culturas desde lugares muy remotos planteará desafíos políticos, económicos, y sociales a países europeos que permanecen hasta el día de hoy bastante homogéneos.

El acceso a empleos es un requisito crucial para el éxito. Pero la tarea en general es más grande, la de eventualmente cerrar los espacios socio-económicos vacíos entre los inmigrantes y su descendencia y la población europea nativa. «Lo que importa es la integración de los emigrantes en los países que los reciben» dijo Scarpetta. “Esto no ocurrirá por sí solo”.

Al final, la elección es clara. La mejor oportunidad de prosperidad para Europa es construir en base a la diversidad que la inmigración traerá.

Eduardo Porter writes the Economic Scene column for The New York Times.

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