La opinión pública de la izquierda

Cada vez que se abre una reflexión sobre la socialdemocracia, gran parte del debate se centra en su contenido ideológico. En cambio, se presta muy poca atención a los ciudadanos. Pero tan importante es desarrollar un proyecto de izquierdas, como saber qué piensan los progresistas. Conocer sus perfiles sociodemográficos y sus preferencias políticas es muy útil para desarrollar una estrategia que permita alcanzar el poder. Esto no significa que todo valga para ganar unas elecciones. Pero si los partidos socialdemócratas no son capaces de representar a la mayoría social, el mejor de los proyectos políticos no pasará de ser una ilusión.

Si miramos las encuestas, vemos que, aunque son muy pocos los gobiernos progresistas en Europa, la mayoría de los europeos se definen de izquierdas. En el último Eurobarómetro disponible de 2011, los ciudadanos de la Unión Europea se posicionan mayoritariamente en los espacios ideológicos de la izquierda: un 24,8% frente a un 21,2% que se sitúan en la derecha.

En el caso de España, las cifras también favorecen a los progresistas. En la Europa de los 27, nuestro país es uno de los que tiene el mayor porcentaje de personas que se ubican en la izquierda y en la extrema izquierda. Además, si analizamos la relación entre progresistas y conservadores, vemos que por cada español de derechas, hay tres de izquierdas. Es la mayor ventaja para la socialdemocracia en toda Europa.

La mayoría social progresista no es algo reciente en España. Los anclajes ideológicos en una sociedad cambian muy lentamente. No obstante, lo que sí ha variado es el perfil sociodemográfico. En los 80, la edad media de los que se declaraban de izquierdas era 40,3 años y casi la mitad de ellos se situaban entre 18 y 35. Si vamos a la encuesta preelectoral del CIS de 2011, vemos que han envejecido respecto a entonces: su edad media es de 45,9 y sólo el 32,4% de los progresistas tienen entre 18 y 35 años.

Otro cambio relevante es su nivel educativo. En la actualidad, los progresistas están mucho más formados que en los años 80, cuando sólo el 11% habían llegado a la universidad, mientras que el 70,2% habían finalizado, como máximo, sus estudios primarios. En 2011, no sólo se ha reducido en 16 puntos el peso de las personas con estudios primarios que se declaran de izquierdas, sino que, además, más del 27% declara tener estudios universitarios. Por lo tanto, son ciudadanos mucho más exigentes tanto con el proyecto como con los dirigentes políticos que quieran representar la opción socialemócrata.

Pero la sociedad española no sólo se define mayoritariamente de centro-izquierda, sino que además sus preferencias económicas son más próximas a las posiciones progresistas. En el último estudio del CIS sobre política fiscal de 2011, se pregunta a los entrevistados sobre qué recortes presupuestarios rechazan. El 88,3% está en contra de reducir el gasto social. Es el porcentaje más alto. Además cuando se les cuestiona sobre qué políticas el Estado gasta poco, las destinadas a pensiones, vivienda, dependencia, desempleo, sanidad y educación ocupan las primeras posiciones.

No obstante, el apoyo al Estado del bienestar está muy lejos de ser sencillo. Un reciente estudio realizado por José Fernández-Albertos y Dulce Manzano (“¿Quién apoya el Estado del bienestar?”, Fundación Alternativas, Zoom Político 9) demuestra que las posiciones a favor de las políticas sociales cambian según la clase social y el nivel educativo de los ciudadanos. Paradójicamente, las clases medias y altas y las personas con mayores niveles educativos apoyan mucho más el Estado del bienestar que las clases bajas y las ciudadanos con escasos estudios.

Esto no significa que las personas con menos recursos económicos y educativos estén en contra de la redistribución. De hecho, son ellos los que se muestran más partidarios de mejorar el reparto de la riqueza. Para los autores, el problema radica en la escasa capacidad redistributiva de nuestro Estado del bienestar. Tal y como está diseñado, favorece mucho más a los que tienen contratos de trabajo estables frente a los que tienen una posición mucho más precaria en el mercado laboral. Por ello, aunque las personas con menos recursos económicos y educativos desean una mayor redistribución de la renta, su apoyo al Estado del bienestar es inferior a la media.

En definitiva, los datos indican que una de las fortalezas de la socialdemocracia es la opinión pública: tanto en Europa como en España existe una mayoría de izquierdas. No obstante, el perfil sociodemográfico de los progresistas ha cambiado notablemente en los últimos 30 años. Además, sus preferencias políticas expresan algunos de los problemas a los que se enfrentan los socialistas en la actualidad. Los estudios académicos indican que el Estado del bienestar español es uno de los menos redistributivos. Los españoles también lo perciben así y, por ello, aunque las bases sociales más próximas a la izquierda prefieren un mejor reparto de la riqueza, su apoyo al Estado del bienestar es menor al de las clases acomodadas. Los ciudadanos, al igual que los expertos, esperan cambios en la oferta programática de la socialdemocracia.

Ignacio Urquizu es profesor de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid y colaborador de la Fundación Alternativas.

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