La OTAN es el nuevo coloso de Goya

La gran foto de la nueva OTAN que ha nacido en Madrid es tan engañosa como hermosa. A ambos lados de Las meninas de Diego Velázquez aparece el grupo de dirigentes políticos más importante del mundo. Es la imagen que quedará para el futuro cuando se quiera poner fecha al nacimiento del nuevo "supergendarme" de los 300.000 soldados.

Supergendarme que ya no se va a mover sólo por Europa. Porque bajo la dirección del emperador Joe Biden, la OTAN actuará en el futuro en cualquier lugar del planeta.

El retrato de la infanta Margarita de Austria, con su padre Felipe IV al fondo, ambientado en una corte en la que la Iglesia desempeñaba un papel tan importante como la de los grandes validos que condujeron a la dinastía de los Habsburgo a su merecida decadencia, es una de las obras maestras de la pintura universal.

También es una metáfora de la España que a mediados del siglo XVII pasaba de la grandeza de un Imperio a la irrelevancia.

Hay otra pintura interesante en otra de las salas del Prado. Está pintada casi doscientos años más tarde por otro de nuestros grandes genios, lejos del clasicismo cortesano, y como "fotógrafo en lienzo" de la España más negra y terrible, con sus brujas y fantasmas, sus aquelarres, sus fusilamientos y su deseo de libertad frente a aquellos que en algún momento de su inestable historia de cinco siglos han querido destruirla.

Si Velázquez retrata a la España imperial en el inicio de su decadencia, el aragonés Francisco de Goya plasma en un cuadro mucho más pequeño la de un coloso que avanza hacia un futuro desconocido mientras da la espalda al minúsculo pueblo que le ve marchar.

Nacida en 1949 en Washington con la firma del presidente Truman, el mismo hombre que había autorizado lanzar dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki para demostrar al mundo hasta dónde llegaba su nuevo poder destructivo, la OTAN original se parece muy poco a la que sale del Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid gracias a la voracidad imperialista de un autócrata como Vladímir Putin. El hombre que ha confundido su sueño de regresar a la Rusia de Catalina la Grande con la realidad de una potencia atómica, pero no económica y menos aún tecnológica.

Es el coloso de Goya el que da una imagen fiel del mundo en que nos vamos a mover durante los próximos años y de la organización militar que va a vigilarlo y a intervenir en su gobernabilidad cuando lo considere necesario. Los ciudadanos del planeta se han convertido en los diminutos protagonistas, casi invisibles, del cuadro del pintor aragonés.

En el cuadro, el coloso avanza sin freno hacia un horizonte que se desdibuja entre nubes negras, el puño amenazante y tan fuera de control que infunde temor a todo aquel que lo observa. ¡Lástima que ninguno de los mandatarios de la Cumbre se haya detenido para admirarlo y verse retratado en él!

En nada se parece sin embargo Felipe VI a su antepasado. Aquel, Habsburgo. Este, Borbón. Dos dinastías que llevan pactando y combatiendo en Europa desde hace más de trescientos años.

Puede también que nuestro actual presidente del Gobierno ambicione los poderes que detentó el conde-duque de Olivares. O incluso los de Martínez de la Rosa antes de que Fernando VII (al que algunos historiadores ven como ese coloso que avanza alejándose del pueblo) ahorcase al general Riego en la plaza pública y mandara a los carboneros muy lejos del poder que ambicionaban.

El éxito indiscutible de España ha sido conseguir que Madrid sea el origen de un futuro que ya ha comenzado.

Éxito para el rey Felipe y la reina Letizia, que se han ganado el respeto y la consideración internacional que tanto necesitaban tras los últimos escándalos de la monarquía.

Éxito para el presidente del Gobierno, que ha logrado los abrazos que tanto ansiaba del emperador estadounidense.

Incluso los ministros Albares y Robles pueden presumir de la eficacia de sus equipos y de los compromisos contraídos con el resto de países miembros.

Unos y otros tienen que pensar, sin embargo, que los oropeles se desgastan y que bajo estos aparece siempre el barro. En esta ocasión, el de los datos económicos.

Mal la oposición. Toda la oposición. Desde la de Alberto Núñez Feijóo a la de Iñigo Urkullu y Pere Aragonés,. Pasando por la de Yolanda Díaz e Ione Belarra, que han preferido mantenerse en el no a todo en lugar de sumarse a la gran política de Estado que necesitaba nuestro país, siquiera fuese de forma pasajera.

Vendrán los idus de otoño y el fortalecido coloso se moverá por el este de Europa, por el amplio mapa africano, por los países árabes y por el de ese Pacífico que teme a China. Es el destino que se ha firmado en Madrid.

¿Qué hará España? Intentar el milagro del pan y los peces. Invertir el 2% del PIB en Defensa mientras aumenta el gasto social y hace frente a una balanza comercial negativa de un billón y medio de euros.

Raúl Heras es periodista.

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