La OTAN, Trump y Europa

Desde antes incluso de convertirse en el 45 presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump ha venido criticando el escaso gasto en Defensa que hacen sus aliados de la OTAN. En un lenguaje al que se está muy poco acostumbrado en el mundo diplomático, ha llegado a decir que Europa debe mucho dinero a EE.UU., que –según dice– soporta más del 70 por ciento del gasto de la Alianza. La semana pasada publicó un mensaje en su cuenta de Twitter en el que llamaba literalmente morosos a varios países europeos. ¿Es eso cierto? ¿Hemos dejado de pagar aquello a lo que estábamos obligados?

Como es sabido, la OTAN es una organización nacida en 1949 con el fin de proveer asistencia mutua a sus miembros en caso de conflicto bélico. Conforme al artículo V del Tratado, el ataque que se produzca contra uno o varios de los Estados miembros en territorio europeo o americano se considerará un ataque contra todos los aliados, que ayudarán al agredido empleando incluso la fuerza armada. De acuerdo con el Tratado, cada país mantiene su soberanía y decide cuáles son las capacidades militares de las que quiera equiparse. Nada se dice en su texto sobre el monto del gasto en Defensa o sobre la composición o dotación de sus Ejércitos. El compromiso es ayudarse con lo que cada uno tenga, poner en común la fuerza militar que cada uno posea.

Para que esa acción combinada de los aliados pueda ser eficaz, la OTAN decidió organizar unas estructuras comunes, unos cuarteles generales capaces de asumir el mando y control de las operaciones militares y unas agencias especializadas. Todo eso tiene un coste, como es lógico. El presupuesto total de la OTAN para 2018 alcanza los 2.370,8 millones de dólares, que pagan los países miembros en proporción a su PIB. En este momento la aportación de EE.UU. al presupuesto de la OTAN es del 22,13 por ciento, y la de España es del 5,55 por ciento. Teniendo en cuenta que el PIB de EE.UU. en 2017 fue de 17.164 billones de euros y el de España de 1.163 billones, vemos que EE.UU. paga «solo» cuatro veces más que España, aunque su PIB sea casi quince veces mayor. Es decir, que los EE.UU. pagan menos de lo que les correspondería.

Lo que sí es cierto es que los EE.UU. han decidido dotarse de unas fuerzas armadas colosales, y para sostenerlas el Congreso les asigna la astronómica cantidad de 625.000 millones de dólares, el doble de todo el gasto del Estado en España. Como soy español y no estadounidense, no entro a valorar si los 750.000 funcionarios civiles del Departamento de Defensa contribuyen mucho o poco a la defensa de su país (1,3 soldados por cada funcionario civil) o algunos otros aspectos sobre la eficiencia del gasto. También ellos deciden qué fuerzas destinan a regiones no cubiertas por el Tratado del Atlántico Norte; a sus bases en Asia o a su flota del Pacífico, por ejemplo. Es su dinero, ellos lo generan y ellos lo usan como consideran oportuno. Pero lo que sí creo es que lo que gasten y cómo lo gasten no puede vincularnos a los demás.

Pienso firmemente que España invierte poco en su defensa. Dedicamos el 0,93 por ciento del Presupuesto a algo tan esencial como es proteger el territorio, la seguridad y la libertad de nuestra Nación. No se trata de gastar por gastar, sino de que en este momento carecemos de algunas capacidades militares que son imprescindibles para la seguridad nacional, y con ese 0,92 por ciento no da para adquirirlas y sostenerlas. La Unión Europea ha decidido que los países miembros lleguemos a un gasto en defensa del 2 por ciento del PIB, como antes hiciera la OTAN. Debemos hacerlo porque nos conviene a los españoles, porque es lo prudente y porque la seguridad es la base sobre la que asienta todo lo demás. Pero lo que debe quedar claro es que ni España ni el resto de nuestros socios europeos, aliados también en la OTAN, le debemos ni un céntimo a los EE.UU. Todos hemos pagado nuestras facturas, y nuestros parlamentos son tan soberanos como el Congreso de los EE.UU. para decidir cuánto debemos dedicar cada uno a protegernos.

La aportación de los EE.UU. a la consolidación de Europa como un espacio de democracia y libertad ha sido esencial. Sin la disuasión que proporcionaron las fuerzas americanas desplegadas en Europa muy probablemente nuestro continente habría caído bajo la bota soviética como antes cayó bajo la bota nacional-socialista. La OTAN ha sido el instrumento imprescindible para que ese vínculo transatlántico siga firme y sea eficaz, y continúa haciendo fuertes a los países a ambos lados del océano. Debemos tomarnos en serio nuestra defensa por el bien de los españoles. Pero no porque nadie diga que le debemos lo que no le hemos pagado, porque eso es sencillamente falso.

Agustín Conde Bajén, exsecretario de Defensa.

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